Para alguien como yo, no es lo mismo ir a la boda de una amiga que a la boda de un familiar. Son situaciones totalmente distintas. Y es que en las últimas bodas familiares me he convertido en algo que no me gusta… un espécimen único: la única prima que va, la única hermana que tiene, la única chica soltera.
Esta afirmación se pone de manifiesto ya desde el principio del día, desde el que yo considero el peor momento de una boda: la llegada a la iglesia. Que si dónde te has dejao el novio, sobrina, que cómo tú tan guapa y tan lista sin novio, tú la siguiente, el ramo pa ti y papanatismos varios.
En las de las amigas esto no pasa, y es un alivio que no veas. Es hasta divertido cuando nos juntamos las 13 con el taconazo y la pestaña levantá. Y que nos miren, y que murmuren, y que intenten adivinar quiénes de nosotras estamos solteras. Pues de las 13, Esther fue la cuarta en casarse, por lo que ¿entienden ahora esa especie de protección que siento cuando estoy con ellas? Las solteras seguimos siendo mayoría entre mis amigas.
He de decir que la boda de Esther fue emocionantísima. Y es que se casaba con su noviete de la playa de cuando eran críos. Habían estado quince años sin verse, se reencontraron una noche tonta de un miércoles hace un año (soy testigo)… y todo fue volver a empezar. Va a ser que la historia de Esther nos hizo creer en eso del amor y tal… aunque sólo fuera durante la media hora que duró la ceremonia.
Luego ya fue la comida, el vídeo, la tarta… y llegamos a mi parte favorita: el bailoteo y la barra libre, donde ya no me acuerdo ni del amor, ni de vestir santos, ni de que yo una vez tuve vergüenza. Y es que con canciones de Rafaella Carrá, La madre de José y "Vivir así es morir de amor" se acabaron los romanticismos que, como dice la gran María Jiménez, ahora ya… mi mundo es otro.
Dos o tres copas después y aprovechando un infumable pasodoble de Manolo Escobar, me volví discretamente a mi mesa, para sentarme, sacar los pinrelillos de los tacones y mover los dedos con el fin de asegurarme de que seguían ahí… También miré el móvil para ver cuántos chuquis me habían llamado o mensajeado preocupándose por mí. Cero, qué sorpresa. De repente, una voz de una señora detrás de mí: “Rosa, ¿qué haces ahí tan sola?”
-“Yo no soy Rosa, soy Conch”
- “Ay, es que os confundo, como sois tantas. ¿Y tu pareja?”(Mierda, no he venido preparada, me he dejado la lista con las respuestas en casa)
- “Pues… ahm… es que yo no tengo pareja”.
- “¡No me lo creo!”
¡Me encanta esta mujer! Hasta que de repente…
- “Pues mi hijo está como tú, y eso que es ordenao, tiene los tres idiomas (¿?), es jefe de departamento y se va a sacar el doctorado. Tiene 37 años pero no los aparenta y tengo unas ganas ya de que se case…Mi menor, de 34, es que tiene ya novia, que si no, te lo ofrecía. Pero el mayor vive conmigo, a ver si un día te lo cruzas por la calle y…”- “Y surge el amor, ¿no?”-sonreí resignada.
Cuando conseguí volver a la pista de baile acabé ligando con el más gay de la boda. Siempre igual, que si yo fuera hetero, que eres la mejor, tan guapa y tan genial, que los hombres no nos merecen, que si quieres casarte conmigo si a los 35 no has encontrado a otro… Si es que soy como Barbara Streisand, jolín, un maldito icono gay.
Horas después, reventaíca, confusa y medio desmoralizá por lo acontecido, volví a casa, tacones en mano. Tardé una media hora en quitarme las 234 horquillas que componían mi moño y aún así, ahí seguía, intacto. Buena laca, me han dicho. Sin maquillaje y casi sin poder mantenerme en mis doloridos pies me miré al espejo y me pregunté, entre otras miles de cosas, quién será la próxima en casarse.
Esta afirmación se pone de manifiesto ya desde el principio del día, desde el que yo considero el peor momento de una boda: la llegada a la iglesia. Que si dónde te has dejao el novio, sobrina, que cómo tú tan guapa y tan lista sin novio, tú la siguiente, el ramo pa ti y papanatismos varios.
En las de las amigas esto no pasa, y es un alivio que no veas. Es hasta divertido cuando nos juntamos las 13 con el taconazo y la pestaña levantá. Y que nos miren, y que murmuren, y que intenten adivinar quiénes de nosotras estamos solteras. Pues de las 13, Esther fue la cuarta en casarse, por lo que ¿entienden ahora esa especie de protección que siento cuando estoy con ellas? Las solteras seguimos siendo mayoría entre mis amigas.
He de decir que la boda de Esther fue emocionantísima. Y es que se casaba con su noviete de la playa de cuando eran críos. Habían estado quince años sin verse, se reencontraron una noche tonta de un miércoles hace un año (soy testigo)… y todo fue volver a empezar. Va a ser que la historia de Esther nos hizo creer en eso del amor y tal… aunque sólo fuera durante la media hora que duró la ceremonia.
Luego ya fue la comida, el vídeo, la tarta… y llegamos a mi parte favorita: el bailoteo y la barra libre, donde ya no me acuerdo ni del amor, ni de vestir santos, ni de que yo una vez tuve vergüenza. Y es que con canciones de Rafaella Carrá, La madre de José y "Vivir así es morir de amor" se acabaron los romanticismos que, como dice la gran María Jiménez, ahora ya… mi mundo es otro.
Dos o tres copas después y aprovechando un infumable pasodoble de Manolo Escobar, me volví discretamente a mi mesa, para sentarme, sacar los pinrelillos de los tacones y mover los dedos con el fin de asegurarme de que seguían ahí… También miré el móvil para ver cuántos chuquis me habían llamado o mensajeado preocupándose por mí. Cero, qué sorpresa. De repente, una voz de una señora detrás de mí: “Rosa, ¿qué haces ahí tan sola?”
-“Yo no soy Rosa, soy Conch”
- “Ay, es que os confundo, como sois tantas. ¿Y tu pareja?”(Mierda, no he venido preparada, me he dejado la lista con las respuestas en casa)
- “Pues… ahm… es que yo no tengo pareja”.
- “¡No me lo creo!”
¡Me encanta esta mujer! Hasta que de repente…
- “Pues mi hijo está como tú, y eso que es ordenao, tiene los tres idiomas (¿?), es jefe de departamento y se va a sacar el doctorado. Tiene 37 años pero no los aparenta y tengo unas ganas ya de que se case…Mi menor, de 34, es que tiene ya novia, que si no, te lo ofrecía. Pero el mayor vive conmigo, a ver si un día te lo cruzas por la calle y…”- “Y surge el amor, ¿no?”-sonreí resignada.
Cuando conseguí volver a la pista de baile acabé ligando con el más gay de la boda. Siempre igual, que si yo fuera hetero, que eres la mejor, tan guapa y tan genial, que los hombres no nos merecen, que si quieres casarte conmigo si a los 35 no has encontrado a otro… Si es que soy como Barbara Streisand, jolín, un maldito icono gay.
Horas después, reventaíca, confusa y medio desmoralizá por lo acontecido, volví a casa, tacones en mano. Tardé una media hora en quitarme las 234 horquillas que componían mi moño y aún así, ahí seguía, intacto. Buena laca, me han dicho. Sin maquillaje y casi sin poder mantenerme en mis doloridos pies me miré al espejo y me pregunté, entre otras miles de cosas, quién será la próxima en casarse.
8 comentarios:
Pues ese muchacho parecía buen partido: 3 idiomas, jefe de departamento, 37 años bien llevados... Pero viviendo con su madre aún, me temo buscará otra madre!!!!
Ves? otro tipo de hombres más. Con ese de todas maneras hace más tiempo que no me cruzo. A lo mejor he aprendido a discernirlos desde el principio (bien!). Al último madrero con el que estuve su madre le pelaba los huevos duros... lo cual da lugar a muchos chistes, lo sé.
Hola?? Te recuerdo que tu ya estas casada! Ejem! La boda fue genial, disfruté de todas y de tu moño al cual le hice la foto que hoy corona tu post. Te quiere, tu esposo!
Yo no quería! (Déjame, vale?!)
Mi moño era lo más grande, como tú, que eres el mejor. Un beso enorme!
Genial post, Conch...
Yo hace ya un tiempo que no me ha tocado boda familiar, así que hace tiempo que no me acosan con lo de las novias... aunque siempre que me pilla mi abuela o alguna de mis tías se encargan de soltarme las preguntas de siempre.
¿Por qué si nos ven bien a los solteros la gente se empeña en buscarnos novi@?
Qué locura, pijo...
Porque no nos ven bien, por eso.
Por otra parte, un tío mío ya me ha dado por caso perdido. Ya me ha incluido en las que no se va a casar ya. Mu fuerte. Tampoco es eso, no?
¿Y mi madre, que desde hace años dice que no va a tener ya más nietos? ¿No es fuerte eso?
Jajajajajajaajaja!!
Tu madre es muy fuerte.
La mía, por el contrario, está convencida de que va a tener que cuidar nietos hijos míos pero se huele que chinos o hindúes y por supuesto siendo yo madre soltera... con lo cual se imagina que se los voy a encasquetar todo el día, con lo cual está más acojonada que otra cosa.
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