domingo, 31 de octubre de 2010

La boda de mi prima C

La historia comienza con cuatro personas, dos chicos y dos chicas, todos parientes, trajeados para una boda. Cuatro macutos y miles de bártulos, metidos todos ellos en un coche sin maletero, un Lupo verde bitter, completan el cuadro camino de los Jerónimos. La conductora, además de prisa y frío (va en palabra de honor), lleva una coliflor malva en la cabeza y una carrera en la media a la altura del talón. Su primo y copiloto le sostiene los tacones, ella conduce con sabrinas. Al salir del coche, la coliflor choca con el umbral de la puerta y se cae. Aquí no ha pasado nada. “Jolín, sobrina, ¡estás para tener un hombre a tu lado!”- le espeta el tío P desde la puerta de la iglesia.

Durante la ceremonia, más larga que un día sin pan y con muchos, pero muchos, momentos de desconexión, la de la coliflor, ataviada con un manto súper calentico color berenjena, rezaba para no caerse cuando salga a leer las peticiones, que sólo eso le faltaba.

En el cóctel todo eran besos a familiares viejunos, cervecicas, ataque a los camareros y alegría, sobre todo alegría: Pues estoy súper feliz, me saqué la plaza, estoy trabajando en Murcia, me compré un piso y me independicé hace 3 meses”.

"¡Sólo te falta el marido!"
"¿Pero sin casarte? ¿Vives sola? Ay, pobre"
"Con lo partidazo que eres ¿no tienes novio, nena?"
"Bueno, tú no te preocupes, que pronto llegará."
"A ver luego en el baile, que de bodas salen bodas."
"El ramo de tu prima es para ti claramente."
"Se casa tu hermano pequeño antes que tú, qué bueno."

Situada en una esquina del salón, me alegré de la mesa que me había tocado pues no era ni la única soltera ni la mayor. Me superaban mis dos primos A y E, hermanos y también solteros, y completaban la mesa mi hermano, su novia y tres primos veinteañeros. Envidié por un momento la mesa de al lado, pues en ella había gente de mi edad, hasta que vi las cuatro parejas que lo componían y… ¡tres preñadas! Al otro lado la de los niños y al otro, la pared.

La comida, finiquitada por una tartica Leonor, parecía interminable. ¡Sacadme de aquí! Llegó un momento en que necesitaba un bailoteo, un copazo, y hablar con gente de mi edad, aunque estuvieran casados.

“Mira la soltera, qué bien se lo pasa.”
“Nena, ¿cómo van los fichajes? Alguno de estos tiene que estar soltero.”
“Pues yo tengo un hermano que te lo voy a presentar”
“Oye, ¿qué hacías hablando con ése? ¿Y con el otro? ¿Y a ese de qué lo conoces?”
“Te tengo que presentar a mi cuñado, que también odia las bodas”

Y la mejor fue ésta. Un payo con el que había cruzado media palabra en la barra diez minutos antes se me acerca: “Oye, que no lleve anillo no significa que esté soltero, que tengo mujer e hija de 22 meses”. “Ah”. Y le sonrío. Pero no me puedo quedar así: “Pues ¿sabes lo que te digo? Que me parece muy mal que vengas a informarme. ¿Acaso te he acosado, tronco? ¿Acaso sé siquiera cómo te llamas? ¿Acaso me tienes miedo porque voy sola y tú eres un débil mental?”

La música me salvó de liarla fruto de la desubicación, la desesperación y la depresión. Dios bendiga la música de las bodas, las córeos peretas y a mis primos bailongos. A Dios pongo por testigo que no volveré a ir a una boda familiar sin pareja, aunque sea alquilada.

Dedicado a la novia, mi prima C. Enhorabuena, bonica.

Susto o muerte

Con eso de que es Halloween he decidido convertirme en una bruja ermitaña. Empezar una de mis mil nuevas vidas, a ver si ésta me va mejor. Tengo un plan que sólo saben mis íntimos, de esos que nunca llevaré a cabo, lleno concentración en lo que verdaderamente importa e intenciones meditadas que también mis íntimos y no tan íntimos sabéis que cambiaré trascurridos tan solo cinco minutos.

Así pues, como hago casi cada vez que empiezo una nueva vida, ayer fui a la peluquería. Aunque había decidido no cortarme el pelo hasta encontrar un hombre que mereciera la pena (como lo leéis, queda desvelado el secreto-parida), decidí también ser realista con esta cabellera desmelenada y salvaje y dejarme las tonterías antes de empezar a parecerme a la Pantoja. Así que me he cortado el pelo. Y me lo han dejado como la Leti, como muy formalico y muy puesto, que no sé yo si me gusta. 

También, aunque por la tiza las tengo más cortas que na, me hice las uñas, y las llevo pintadas acorde con las circunstancias... de negro.

Luego no se me ocurrió otra cosa que pasarme por Bobbi. 56€ después (un logro, que la última vez me gasté 3 veces más) salí del Corte Inglés más pintá que una puerta. Entonces ya me lié yo solica, que ahora había que salir y mostrarse al mundo. Y entonces me propusieron varios planes extraños y, típico en mí, porque la vida me ha hecho así, accedí al más extraño de todos. Que digo que menos mal que mi plan hallowinero incluía recogimiento y dieta. Me consuelo pensando que si me hubiera quedado en casa seguro me habría terminado de zampar los bombones que me regaló una alumna...

Y aquí me encuentro, que hoy me he levantado confusa, con muchas ganas de darme mimos, de olvidar el mundo exterior y dejar la mente en blanco con ayuda de mis sábanas. Intento recordar mi plan, mis intenciones de recluirme y estarme quietecica. Por eso me he hecho el desayuno y me lo he traído a la cama, que hoy no quiero salir de aquí ni al salón. Y me siento bien, resguardada y conmigo misma… hasta que de repente, se me revelan los elementos. Empiezan los fenómenos extraños.

El primero con el spotify, que se queda mudo de repente. Ya le puedo dar al pause, al play, al volumen, apago y enciendo, que nada. Está ahí, pero no responde. Desisto. Media hora después el sonido de un tren y un murmullo me pone los pelos de punta. Es spoti que ha vuelto a la vida! ¿Y con qué canción? Ghost train de Summer Camp. Susto o muerte!! 

El segundo, a través del feis. Un mensaje que viene de la nada de un conocido desconocido, con pinta de fantasma. Que quiere conocerme, mi teléfono, conversar sobre cosas importantes. Y tiene que ser hoy. Y me llama cada hora.

Por último E y C, que si nos vamos de aperitivo.

Que no hay manera, que cuanto más bruja, más imán. Cuanto más escondida, más me buscan. Que cuanto más me niego… más fácil me encuentran.

Trick or treat... me

You might trick me once... but I won't let you trick me twice.

La estaba escuchando ahora y la escuché anoche en el Musik. Debería escucharla más a menudo. Razón aquí.

Chulica que me pongo yo a veces, a ver lo que me dura.


KELIS - Trick me
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miércoles, 27 de octubre de 2010

Song titles

Os propongo este juego descubierto en el blog de Sushi de Anguila tomado a la vez del blog de Dämmerung, Ruido de palabras, basado en contestar las preguntas con títulos de canciones de un único artista.

Tratándose de mí, no podía hacerlo de otros que no fueran...

ARTISTA: COLDPLAY

¿ERES HOMBRE O MUJER?: X+Y

DESCRIBETE:  Trouble

COMO TE SIENTES: Lost!

DONDE VIVES ACTUALMENTE: In my place

SI PUDIERAS SER OTRA PERSONA: We never change

FORMA DE TRANSPORTE FAVORITA: Parachutes

TUS MEJORES AMIGOS SON: Spies

TU COLOR FAVORITO ES: Yellow

COMO ESTA EL CLIMA: Rainy Day

MOMENTO FAVORITO DE LA SEMANA: Daylight

SI TU VIDA FUERA UN PROGRAMA DE TV COMO SE LLAMARÍA: Life in Technicolor

TU REGALO DE CUMPLEAÑOS IDEAL SERÍA: Green Eyes

QUE ES LA VIDA PARA TI: High Speed

TU RELACIÓN: Square One

BUSCANDO: One I love

NO ME IMPORTARÍA: Amsterdam


¿CUAL ES EL MEJOR CONSEJO QUE PUEDES DAR?: Everything's not lost

SI PUDIERAS CAMBIAR TU NOMBRE ¿CUAL SERÍA?: Violet Hill

PENSAMIENTO DEL DÍA: Don't panic

COMO TE GUSTARÍA MORIR: A Rush of Blood to the Head

CONDICIÓN PRESENTE DEL ALMA: Reign of love

MAYOR SECRETO: A whisper

MI LEMA: Viva la vida 
Oye, lo que me he reído yo sola haciéndolo. Ya desde la primera respuesta! Os invito a intentarlo con otro grupo. Yo puede que lo vuelva a hacer con...

lunes, 25 de octubre de 2010

Top ten de mi primer año

Hoy 25 de octubre hace un año que empecé a escribir en La Opinión. Cincuenta y tres artículos que para alguien como yo es una barbaridad, y también algo que, sinceramente, pensaba que no iba a conseguir. Escribir en un periódico era un sueño que tenía que, un año después, se ha convertido en una costumbre muy enriquecedora y bastante divertida.

Los que me conocen bien sabrán que me encantan las estadísticas, hacer listas, ránkings. Pues ahí va uno: El Top Ten de popularidad de mis artículos, calculado de una manera totalmente acientífica, teniendo en cuenta el número de comentarios y alguna que otra variable que yo me invente. (Podéis releerlos o descubrirlos clicando en ellos).

1. Calabazas de Halloween
2. La maldad
3. La jubilación
4. Los Oscar
5. Amor en el Súper
6. La cruda realidad
7. La regresión
8. La mujer por la que no debes preocuparte
9. Lo siento
10. Desinflao

Por último, algo que siempre digo, el éxito de este blog es siempre gracias a vosotros.

Parachutes

En relación a la entrada anterior... estaba yo pensando en paracaídas, parachutes y me han venido a la mente 2 cancioncicas.

1. Parachutes de Coldplay (of course!) que en el disco dura 46 segundos, pero aquí os coloco una extended version. Ideal para irse a dormir. Ay, Chris, no me mires así!



2. Parachute, de Cheryl Cole. Algo más movida y más actual, que me ha inspirado esta mañana al salir a correr por la mota del río.

domingo, 24 de octubre de 2010

Ícaro

Cuenta la mitología griega que Ícaro, hijo de Dédalo, escapó de su encarcelamiento en una torre de Creta gracias a unas alas que su padre le construyó. Cuenta también esta historia que las alas habían sido aseguradas con cera y que una vez enlazadas todas las plumas, el conjunto poseía la curvatura de las alas de un pájaro. Funcionó el invento (pero no lo intentéis en casa) y Dédalo e Ícaro consiguieron alzar el vuelo. La historia entonces continúa contando que el tontucio de Ícaro, súper flipado con sus alacas, decidió acercarse al sol, cuyo calor hizo que la cera se derritiera y causara que el joven cayera en picado al mar y desapareciera para siempre, cerca de una zona a la que llamaron Icaria en su honor.

Hasta ahí, lo que nos enseño la mitología pero ¿sabéis que pasó en realidad? Que entre sus alas, aprovechando esa curvatura, aquel que creían tonto, llevaba un paracaídas, y planeando, planeando, huyendo del campo de visión de su progenitor, decidió seguir rumbo al oeste, como han hecho siempre los grandes conquistadores, hasta finalmente aterrizar en Murcia, allá por enero de 1980, en una esquinita del centro de la ciudad que se convertiría, con la tontería, en mítica, por no decir mitológica. En esa esquinita Ícaro encontró su particular Icaria. Un local, propiedad del ayuntamiento, pequeñico, pero con un techo lo suficientemente grande para colgar el paracaídas que le había traído hasta allí, y también espacio suficiente en un lateral para albergar una barra y unos cuantos discos. Al local lo llamó Ícaro y fue durante más de treinta años y hasta hace un par de semanas, uno de los bares más legendarios de Murcia.

¿Qué tendría el bar Ícaro que nos hacía volver una y otra vez? Porque como sabéis era un bar pequeño que siempre estaba lleno. Que donde quiera que te ubicaras podías pedirte una copa, ver quien entraba, ser visto y vigilar la cola del aseo. Se podría decir que sus estrecheces eran mágicas, pues nunca se agobiaba uno en el Ícaro, siempre había un hueco para sentirte a tus anchas incluso. También la localización, en esa esquinica de la calle Saavedra Fajardo, camino de todos los bares, vigilado desde el pub de enfrente o desde el chiringuito de al lado, contemplando la marabunta que entraba y salía mientras engullías la porción de pizza de las 3 de la mañana. O quizá sería su cristal de espejo, donde las murcianas coquetas nos reflejábamos al pasar y yo siempre me imaginaba a alguien descojonado al otro lado. Alguien que seguramente se lo estaría pasando de muerte, acompañado de mil amigos, tomándose un buen copazo, o alguien que ese momento conocía allí al amor de su vida, teniendo de fondo la mejor música de la ciudad. Que lo mismo era Fito, que Sabina, que la Bola de Cristal, que allí había para todos los gustos.

Ay, si ese paracaídas hablara, que nos ha visto crecer. Que son varias las generaciones que han pasado por allí, mucha gente, muchos amigos, algunos que traíamos de fuera, muchas parejas (esas estrecheces de las que hablábamos antes…), muchos amantes de la aviación. Muchos estudiantes alocados que nos convertimos en adultos responsables, muchos mataos que se reformaron, mucho guapo que ahora tendremos que buscar en otro bar o tal vez dejarlo ahí, en el recuerdo, como una imagen fija, como un sueño, como un mito.

Tal como hacía mi amiga L en su estado del Facebook hace unas semanas, pido un minuto de silencio por Ícaro y por todos los recuerdos que se van con su cierre. Echaré de menos mi paisaje de fondo desde Aduana, ese ir y venir, ese entrar y salir, esos espejos de fuera, ese paracaídas… del que sólo unos cuantos sabemos la verdadera historia.

sábado, 23 de octubre de 2010

Ésta mejor

Cambio de opinión. Dejamos a Kelis para el finde próximo.

Pongo a esta otra, clasicazo de Candi Staton de 1986 (muy Sex & the City debo añadir), pero interpretado por Florence and the Machine.

Dedicado al más bello bellísimo de los bellos, que me ha tenido loca esta semana.

domingo, 17 de octubre de 2010

Me manifiesto

Aparece siempre, sin fallar, cuando sale el tema del arte contemporáneo, ese alguien que suelta aquello de “si lo sé hacer yo, no es arte” y el “menuda metida sacacuartos”. O puede que incluso alguien te cuente la batallita de la vez que fue a Arco y el cuadro más caro y que recibía más “ohs” y más “ahs” era aquel donde sólo aparecía un punto rojo, o de aquella vez que fueron a tal museo donde sintieron que les tomaban el pelo. Yo entonces automáticamente pienso en Van Gogh, en eso de que no lo entendieron los de su tiempo y me pregunto si pasará lo mismo con el arte del siglo XXI.  ¿Habrá un momento en que se entienda y hasta guste, o es ciertamente una metida?

Esta vez el debate surgió en El Pulpito, durante el primer marchaperitivo de la temporada, cuando mi amiga E llegó con su catálogo de Manifesta 8 en la mano. A la pregunta de “¿qué te ha parecido?” no sabía qué contestarnos. Que había muchos vídeos, decía, y que todo era muy extraño e inexplicable. Así pues decidió dejarnos el catálogo para que juzgáramos nosotros mismos. Y entonces me quedé como ella, que ni fu ni fa, hasta que vi la foto horrenda de aquellos pies que me revolvieron la marinera. Anda, ponme otra cerveza que se me pase el vahído, que esa jarrica metálica sí que es arte.

Aun así, tenía que ir, sobre todo cuando M nos contó que se acordaba del suelo de damero del edificio de Correos de cuando era pequeña. Tenemos la misma edad pero yo siempre había pensado que llevaba cerrado desde 1945, un poner. Sólo por comprobar que no era una trola, tenía que ir.

Fui esa misma tarde con L, y lo primero en que me fijé fue en el suelo, pero no tanto en el damero sino en lo sucio que estaba. Que lo de que lo han limpiado es un decir, que allí lo que han hecho es apartar los muebles. Y lo peor, que al final con tanta mugre y tanta cosa rara no sabes lo que es la exposición y lo que no. Escombros, colillas, un casillero con una estampa de la Fuensanta, ventanas rotas, puertas antiguas, las taquillas, los letreros: dirección, telégrafos, telex (¿qué pijo es un telex?), un ato de cartas abandonadas y el pensamiento inevitable de que nunca llegaron a su destino.

En cuanto a Manifesta 8, me quedo con la idea de que no me quedé con nada. Se supone que el arte debería provocarte la sensación contraria, ¿no? Algún tipo de provocación, de reacción, o incluso ¿debería tener que gustarme algo de lo que vi? Pantallas, limones sueltos, cortinas, un profe de inglés, tres con peluca, una peli en blanco y negro, unas fotos de arte egipcio, ropa sucia, un falo gigante, cartas con tíos desnudos, el alfa, el omega, una baronesa afeitada. De repente, me gustaron los grabados de un tal Pablo Bronstein, que promovían medio en protesta medio de buen rollo, la unión del mundo cristiano con el musulmán. Luego, leyendo, resultó que no eran los cuadros lo que se exponía sino la idea de la exposición. O en otras palabras, ¡era una exposición ficticia! ¿Puede ser que lo único que me gustó en realidad no existía?

Cuántas preguntas, cómo la de qué harán con el edificio cuando Manifesta 8 acabe. L y yo pensamos en un gran centro social, comunitario, cultural, con su cafetería, sus salas de exposiciones y congresos. Un casino en plan moderno, un club de clubes, donde alquilar salas para tertulias o cursos de… ¿macramé? O tal vez una escuela de idiomas.

Dentro de un mes volveré a Manifesta 8, pero esta vez será una visita guiada. Me lo explicarán en italiano, sin embargo, que voy con mis compañeros de la escuela. Las hay locas, lo sé, pero quién sabe, a lo mejor en italiano sí me entero de algo.

lunes, 11 de octubre de 2010

Hay tanto idiota ahí fuera

Por unas cosas o por otras, la canción del fin de semana ha sido Sálvese quien pueda, de los Vetusta Morla . Genial para un desahogo mañanero.

Puedo volver ,
Puedo callar
Puedo forzar la realidad
Puedo doler
Puedo arrasar
Puedo sentir que no doy mas
Puedo escurrir
Puedo pasar
Puedo fingir que me da igual
Puedo incidir
Puedo escapar
Puedo partirme y negociar la otra mitad

Puedo romper
Puedo olvidar
Puede comerme la ansiedad
Puedo salir
Puedo girar
Puedo ser fácil de engañar
Puedo joder
Puedo encantar
Puedo llamarte sin hablar
Puedo vencer
Puedo palmar
Puedo saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

Puedo torcer
Puedo lanzar
Puedo perderme en la obviedad
Puedo servir
Puedo cansar
Puedo saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

Puedo, torcer, lanzar, perderme en la obviedad,
sentir, cansar, saber que sin vosotros puede más

Puede ser que mañana esconda mi voz,
Por hacerlo a mi manera
Hay tanto idiota ahí fuera
Puede ser que haga de la rabia mi flor,
y con ella mi bandera
Sálvese quien pueda

domingo, 10 de octubre de 2010

Evasión o Victoria

Cada vez que me cruzo por el barrio con mi tío A, o me siento a tomármelas con él en la Plaza Mayor, me pide que le dé una alegría, y me pregunta si me he echado novio. Que no entiende cómo alguien como yo pueda estar soltera (es mi padrino y me adora, ojo), así como tampoco entiende que yo pueda estar bien así. Entonces, para no discutir y no narrarle las atrocidades sentimentales que vivo o presencio a mi alrededor, se lo resumo con la frase más utilizada de los últimos tiempos: “Está la cosa muy mal”.

A mi amigo J, sin embargo, sí suelo contarle con detalles, religiosamente todos los domingos, cualquier fracasillo amoroso o anécdota para que él me ayude a detectar los errores cometidos por ambas partes. En ese momento J funciona como un concurso de la tele, que a cada frase me suelta un comentario que suena a bocinazo: ¡Error!

Hoy contaré aquí mi último experimento sociológico, a ver si detectamos los errores juntos. La historia comienza hace un par de viernes, cuando fui a un curso y me quedé encantada con el profe, un chico monísimo con aires de capullo (de los que nos gustan), con el que hubo cierto tonteo. Al enterarme de que estaba divorciado, ni corta ni perezosa, le pedí el teléfono. (Error nº1: Debería haberle dado el mío también, sobre todo teniendo en cuenta que es divorciado, que nos encantan, pero son unos seres fríos y calculadores.)

Cinco días después, en un ataque de curiosidad e impaciencia, el miércoles, le mandé al payo un sms tontorrón. (Error nº2: El miércoles es demasiado pronto para quedar el fin de semana). 
Él me responde y le ofrezco un cine o una copa. Él entonces me ofrece, a la que tal, “relaciones esporádicas, placenteras y divertidas”. Aun boquiabierta y ojiplática, le propongo quedar el viernes. (Error nº3: Ese mensaje deja bien claro muchas cosas. Ahí lo dejo.)

El viernes el chaval no puede porque tiene una cena, el sábado yo un concierto. Quedo entonces en que lo llamaré cuando acabe. (Error nº4: ¿Es que lo tengo que hacer yo todo en esta casa?)

Y pasó lo que tenía que pasar: que en los bises le di un toque y él se encontraba “K.O. y fuera de juego”. Plantonaco al canto, sin ni siquiera ofrecerme quedar otro día, ni darme más explicación que un triste “sorry”. ¿No podía haberme avisado antes? Encima de tontolpijo, maleducao.

No sé qué opinaréis, pero esto para mí es un final feliz a una historia que ni había empezado pero podría haber sido desastrosa. Así que, cuando mis amigos se abalanzaron sobre mí, preocupados por mi autoestima, decidí celebrarlo con una ronda de copas. Que no se trataba de otro fracaso amoroso sino de una victoria en toda regla. Otra cosa no, pero le estoy muy agradecida al payo por dejarme claro desde el principio que no quería nada conmigo, sin perder el tiempo y el esfuerzo.

Sigo creyendo que pedir teléfonos a chicos guapos o incluso acosarlos por el facebook es una idea brillante. Que si es que no, lo sabré enseguida. Yo no me quedo con el tole tole ni con la duda de si le gustaré o no, o de si es un gilipollas o no, lo averiguo y punto. Y que en algún momento espero dejar de elegir con el culo y poner el ojo en algún varón normalmente constituido, digo yo. Y así le doy un plato de gusto a mi tío A, ya de paso.

Dedicado a J, que para que no me hunda, me ha dado la calificación de 9’5, lo más alto que, según él, puede obtener una mujer si no es Charlize Theron.

sábado, 9 de octubre de 2010

Me equivoqué contigo

En la carretera, rumbo a Madrid, de repente... Vicky Gastelo.
 
Tengo que reconocer
que has hecho un trabajo fino
y ahora parece que soy yo
la que se ha hecho un lío.

No duele que se acabe, duele que ..
te echo de menos, amigo.
Ahora hablaras de mí
como lo hacías de ellas conmigo.

Me equivoqué contigo,
me equivoque contigo .. contigo ..
a mí que me gustaban tus principios.
Me equivoqué contigo .. contigo ..
a mí que me gustabas.

¿Quién va a ponerme ahora, quién
en la furgo los discos:
Neil Young, Lamontagne? ..
la carretera no será lo mismo.

Me equivoqué contigo,
me equivoque contigo .. contigo ..
a mí que me gustaban tus principios.
Me equivoqué contigo .. contigo ..
a mí que me gustabas ..
a mí que me gustabas ..
a mí que me gustabas ..
a mí que me gustabas.

viernes, 8 de octubre de 2010

Verdad Verdadera

Cuanto más te arreglas para una cita, más posibilidades tienes de que te den plantón.

El día que más guapa vas, no te verá nadie.

Si te compras ropa interior nueva, sólo la estrenarás tú. (Me explico).

....y si vas horriblemente pintada, escasamente depilada, tienes un día de mal pelo, dos granos cabrones, te sientes gorda y llevas las bragas de Bridget Jones...

¡PILLAS SÍ O SÍ!


Verdad verdadera? Como un templo.

miércoles, 6 de octubre de 2010

domingo, 3 de octubre de 2010

Mi chiamo Concetta

Durante años he deseado hablar bien italiano, dejarme de tonterías y aprenderlo como Dios manda. Hablar como las italianas cabreadas de las películas, o como ésas que van por la Via Napoleone con el telefonino soltando la parrafada kilométrica sin pestañear es lo que yo siempre he soñado. O como mi amiga Y, que tendríais que oírla.


Hasta ahora para viajar me había valido mi itañolo facile e divertente, que no es moco de pavo tras el año que lo estudié en la universidad (qué bien me lo pasaba yo en esa clase), las lecciones espontáneas de los amigos italianos que tengo esparcidos por el mundo e incluso de mi familia romana. De hecho, puedo decir con seguridad que en las reuniones de amigos no hay quien me gane adivinando los ingredientes de una pizza o los sabores de un helado.

Sí, es cierto que no necesito saber italiano para nada, pero ¿acaso todo en esta vida tiene que tener una aplicación práctica? Lo hago porque por fin este año he podido matricularme, por el mero placer de hacerlo, y por el hecho de sentirme realizada con un objetivo realista y alcanzable. Que a los treinta y dos años he aceptado que aprender a tocar la flauta travesera siendo nula para el solfeo es un poco pedir demasiado.

Y así estoy, que llevo tres clases y ya me siento Sofía Loren. Quitando el pequeño detalle insignificante de tener que madrugar, creo que es de las mejores decisiones que he tomado en mi vida. Que es que desde el primer día de clase me tiene enloquecida esta lengua. Cada palabra suena a música de ópera o de cantautor, te mece como si estuvieras en una góndola, sabe a una copa de Chianti al sol, huele a tomate y orégano... y me da un hambre que lo flipáis, que sólo he visto diez palabras y ya me sé a la perfección cómo se pronuncia y se escriben lasaña a la boloñesa, espaguetis con tomate y el dichoso helado italiano por el que no puedo evitar salivar nada más mencionarlo. Gelato, gelato, gelato.

La profe además nos ha puesto un nombre italiano a cada alumno y yo estoy encantada con el mío, Concetta, pronunciado “Concheta”, con intensidad en la consonante doble (la doppia). También hay en clase, entre otros, una Paola, un Ferdinando, un Giorgio y el pobre Saverio , que todavía se está pensando si prefiere quedarse en Javier. A mí me mola, porque parece que al entrar a ese microcosmos que es la clase me convirtiera en otra persona que habla ya italiano que se las pela y que seguro que tiene una máquina de hacer pasta fresca en casa. De hecho, me gustó tanto la idea que yo también les he cambiado el nombre a mis alumnos, incluso a Ginés y a Fulgencio, que los he convertido en Gene y Frank en homenaje a dos grandes.

Así pasan mis mañanicas dos veces a la semana, que salgo de las clases tres o cuatro centímetros más alta, tarareando sin tener ni idea algún temazo musical italianísimo y con unas ganas de hincharme a hidratos de carbono que pa qué las prisas. Incluso me estoy planteando ya para el verano que viene alquilarme una casa en la Toscana para practicar el idioma, vivir y saborear con intensidad la gastronomía y si eso, por qué no, conocer algún que otro italiano bellissimo que me diga “amore” a la sombra de un olivo.

Me siento privilegiada porque sé de mucha gente que no ha podido acceder a una vacante en la EOI y se ha quedado sin la posibilidad de estudiar un idioma este año. A todos ellos les deseo que no se rindan si ése es su sueño y, por supuesto, mejor suerte para el próximo curso. O como dicen los italianos: In bocca al lupo!