martes, 29 de noviembre de 2011

Esperando un resplandor

Me acaban de enlazar esta canción de Amaral en los comentarios de Nada. Y es que al loro con la letra:

Necesito que me dejes en paz,
da igual que la gente crea
lo que cuentas sobre mi,
son historias que te inventas.
Tu largate ya,
que yo seguiré mi senda,
tu con tu vanidad,
y yo, en otro planeta,
como lineas paralelas.

No hay nada de nada,
nada de nuestras vidas,
nada en común
como la noche al día
tu en la mitad sombría
y yo esperando un resplandor

Ojala fuera tan fácil arreglarlo con una pelea
y me dices a la cara lo que cuentas sobre mi
las historias que te inventas

No hay nada de nada,
nada de nuestras vidas,
nada en común
como la noche al día
tu en la mitad sombría
y yo esperando un resplandor


Necesito que me dejes en paz, en paz, en paz....
en paz, en paz, en paz....
No hay nada de nada,nada de nada...

lunes, 28 de noviembre de 2011

En casa con La Roux

Me encuentro en casa malica, con un catarro de caballo, vagando del sofá a la mesa y de la mesa al sofá. Ojeando el twitter, limpiando mi email de correos antiguos y corrigiendo las redacciones de mis alumnos... hasta que de repente me ha dado mala conciencia...

Tengo el blog abandonao, yo que me propuse hacer más posts en el 2011 que el año pasado me hago cargo de que, para variar, soy un desastre haciéndome propósitos. Y es que ando hasta arriba de curro y de... vida! Asi que he pensado, que para una vez que tengo la tarde en casa para mí, podría utilizarlo en mi blog, que cumplió 4 añicos el pasado viernes y no lo celebré, como siempre ha sido mi costumbre. Oh well.

Para ambientar este mierdi-post de excusas, lamentos y lloriqueos, os pongo mis 3 canciones favoritas de La Roux, que van de todo lo contrario.





domingo, 27 de noviembre de 2011

Nada


Mi amiga A fue invitada a una macro-fiesta por el chico con el que estaba liándose desde hacía dos meses. Mi amiga se lo tomó entonces como una pequeña presentación en sociedad, pues el idilio que habían estado ocultando saldría por fin a la luz. El día antes de la fiesta, para confirmarlo, y ya de paso idear el modelito y pedir cita en la pelu, A le preguntó si lo de ir juntos seguía en pie. "Mañana te lo digo seguro", le contestó el zamarro. Pero al día siguiente nunca la llamó. Dos días después, gracias a este patio de vecinas que es el facebook, A se enteró de que el tío sí había ido a la fiesta. Mi amiga dejó entonces de hablarle y él pronto se extrañó. "Pues tú verás", le dijo mi amiga cuando él le pidió explicaciones. Ante tales acusaciones, el tío no tuvo otra que defenderse: "Es que tú y yo no tenemos nada. Y además, si alguna vez nos liamos, es porque tú lo buscas". 

Mi amiga B se enrollaba con C cada vez que lo veía.  Durante cuatro meses, era encontrarse en un bar o discoteca, y con las cañas y las risas, ¡zas!, automático. Un día de estos que B iba de tranqui, un miércoles de picoteo after work con las amigas, coincidieron en un bar donde se saludaron muy cordialmente. Al ratico, B decidió irse a su casa justo al mismo tiempo C, así que salieron juntos por la puerta. Era la primera vez que C acompañaba a B a su casa y también la primera vez que, al no haber copas y música por medio, no iban cogidos de la mano ni la cintura, parándose en cada esquina para darse mil besos... Y tan sólo hacía tres días del último encuentro. Al llegar al portal, B, aunque mosqueada ante tal situación, intentó darle un beso. Él le hizo la cobra y con una sonrisa le dijo: "Entre tú y yo no hay nada. Sólo somos amigos".

Mi amiga D conoció a E recién salido de una relación de mil años. E reconoció desde el principio encontrarse en una etapa de pindongueo, y a D le pareció bien. Seis meses después de quedar en casa de D una o dos veces al mes, D le propuso (con miedo, por lo bajini) quedar como lo hacen las personas normales, en un bar y eso, a lo que E respondió aparentemente deseoso. Tras cuadrar agendas, quedaron para ese viernes. Sin embargo, el mismo viernes a mediodía E avisó a D de que tenía una cena pero que la llamaría después, cosa que al final no hizo. Al día siguiente E se excusó diciendo que no se había quedado solo en ningún momento y que de momento iba a ser imposible quedar con mi amiga D, pues tenía otra cena esa misma noche. A D se le hincharon los ovarios: "Vale que no te puedo exigir nada porque tú y yo no tenemos nada, pero como vuelva a recibir un sms tuyo diciendo que quieres verme, que sepas que te la corto".

Mi amiga F llevaba un mes dándole cariño y algo más a un guapo desparejado. Una noche, F se lo llevó a una fiesta en casa de sus amigos. “¿Cómo me vas a presentar?” le preguntó el chico. “Por tu nombre, ¿te parece?”, le contestó la sarcástica F. “Ah, vale” – le dijo él, y haciendo aspavientos, como para dejárselo claro, añadió: “¡Porque tú y yo no somos novios!”.

Mi amiga G conoció a un tipo interesante en una boda. Bajo la influencia de Rafaella Carrá y la barra libre se pegaron mil morreos en la pista de baile. Eso sí, sabiendo que seguramente se arrepentirían, decidieron no avanzar y planificaron quedar sobrios otro día, así que se intercambiaron los móviles. Dos días después se vieron para unas cerves después del curro. Se conocieron mejor, hablaron como personicas y hasta se cayeron bien, por lo que mi amiga G, que tenía previsto mandarlo a la mierda, no lo hizo, pero tampoco le besó al despedirse. Desde entonces recibe mensajes desesperados todas las noches del tipo, que afirma no poder olvidarse de ella ni del sabor de su boca, pero... ¡Si entre tú y yo no hay nada!

lunes, 21 de noviembre de 2011

domingo, 20 de noviembre de 2011

Un completo


Hay veces que los fines de semana de una persona pueden salir redondos. Especialmente en Murcia y casi sin planearlo. Sin comerlo ni beberlo, y tan sólo con un par de amigos dispuestos, puedes entrar en una dinámica de buen rollo que dura cuatro días, como si se tratara de una boda gitana. Mi finde pasado me demostró esta teoría que hoy os expongo. 

Todo empezó el jueves, con el monólogo en el Bar Kennedy de nuestra cómica murciana más nacional, Raquel Sastre, que con sus chistes sembrados de ordinarieces nos alegró la velada a las Chicas de la Rueda y a mí. Nos hacía falta, que los jueves parece que vamos embotadas, y un par de carcajadas y algún que otro sonrojo vienen genial para relajar los músculos, liberar las tensiones de la semana y afrontar el viernes con otra cara. Aunque como si a mí me hiciera falta, cúchame. Aun así, me he apuntado en la agenda las fechas de los próximos monólogos.

El viernes por la tarde fui a la presentación del disco de los murcianos Analogic al Centro comercial Nueva Condomina. Llegué, cómo no, tardísimo, pero al acabar tuve tiempo de hablar con Juan, el cantante, al que le tengo un cariño especial desde hace años y al que le deseo mucha suerte, que suenan muy bien (muy de mi rollo, dice un amigo mío), y se lo merecen. Tras revolver varios libros y escuchar unos trescientos discos en uno de mis establecimientos favoritos, me metí en el cine a ver la peli de Anonymous, altamente recomendada para friqui-filólogos como yo. Y es que, fuera la película que fuera, sé que habría salido de allí con una sonrisa, que a mí lo que me hacía ilusión era ir al cine en sí, que por unas cosas u otras ya nos vamos, y es una pena.

El sábado me lo lió mi querida amiga M que, tras pasar un mes de viaje por Estados Unidos, aterrizó en mi casa para tomarse un café y regalarme varios kilos de chocolates y algún que otro imán para mi nevera. Tras cuatro semanas sin mi contertulia favorita, había que ponerse al día y también, como no podía ser menos, las botas, que nos montamos una merienda repleta de pecados inconfesables. No contentas con eso, nos fuimos a cenar al Ginkgo Biloba con el resto de la troupe. De ahí a El Perro Azul, a por la primera copa y creo que también la segunda, y de ahí al Mentidero, el cual aborrezco, pero por mis amigas lo llevo con resignación. Hasta que algún energúmeno me habla. O hasta que, haciéndose el gracioso, me entorpece el paso un maromo con su pecho depilado. O me preguntan si hablo inglés. (¿Qué frase es esa para entrarle a una tía? Yo contesto que no tengo ni idea, claro.) Sufro mucho en ese sitio, pero intento que no me arruine la noche, que también confieso que es entretenido contemplar cómo interactúa el personal.

Pronto pasó todo y se nos hizo la hora de ir al Musik a darlo todo bailando temazos. Y es que me encanta, especialmente la sala Jazz, donde pincha el dueño y suena la mejor música. Y se llena de gente feliz, libre, sin preocupaciones, gente que baila hasta que de repente se acuerda de que el reggae y los tacones de plataforma no hacen buena pareja.

El domingo hubo que dedicarlo a tener los pies en alto y preparar el cuerpo para la guinda de un fin de semana fantástico. Tocaba Anoushka Shankar en Cartagena y eso había que celebrarlo y jalearlo como se merecía. Así, con zapatos planos y un bindi en el tercer ojo me fui con I, M y A al Festival de Jazz de Cartagena, y con ese conciertazo, a ritmo de sitar y por bulerías, di por finalizada mi particular boda gitana.

Y pensar que no tenía yo mucha fe en este supuestamente deprimente mes de noviembre, y hay que ver qué finde más completo. Porque a eso me refería con el título de este artículo o… ¿qué esperabas?

martes, 15 de noviembre de 2011

Tightrope

Esta canción ha sido nombrada una de las 100 mejores canciones de todos los tiempos por la revista TIME. ¿La conocías? Yo no, pero mola un montón.

Ale, feliz martes y a bailar!



Puedes ver las otras 99 canciones aquí, ¿qué te parecen las demás?

domingo, 13 de noviembre de 2011

E-cariño


La curiosidad me empezó a picar hace ya casi un año, cuando mi amiga M me confesó que había conocido al chico con el que estaba saliendo, en una página web de contactos. Me dejó algo de piedra, no sólo porque al parecer era un chico normal y hasta atractivo, sino porque jamás habría esperado de alguien como ella el apuntarse a este tipo de páginas, y no sólo de ella, sino de nadie de mi alrededor. Sin embargo, era cuestión de pensarlo un poco más detenidamente, que pronto me acordé de mi amigo F, que conoció a su mujer a través de una de esas páginas, y años después siguen felices comiendo perdices. Dejé la cosa ahí, no sin antes hacer una pequeña reflexión. Yo, en principio, sin dudar pero sin saber tampoco exactamente el porqué, nunca me apuntaría a esas páginas, o al menos eso tenía claro por aquel entonces, pero ahora… ¿Por qué no?

¿Qué es lo que nos echa para atrás de esas agencias virtuales que ofrecen ayudarte a encontrar el amor por un módico precio? ¿Qué es lo que realmente nos repele de ellas? Supongo que el tipo de gente que podemos encontrar, y no me refiero a que sean unos psicópatas, que intento pensar que el pagar por el servicio ofrece cierta garantía, y que rarunos y psico-killers puedes encontrarte cualquier noche de fiesta en la vida 1.0. 

Es sin embargo que me da que ahí no hay nadie para mí. De una manera demasiado cruel, tiendo a pensar que los chicos que estarán allí apuntados serán tronistas frustrados de cejas depiladas o seres solitarios, sosos, vacíos y sin vida más allá. E inevitablemente mi mente cabrita se los imagina feítos, en pijama, sentadicos en un sofá junto a su madre y un loro. Luego sin embargo pienso lo que me dice mucha gente, que igual que me podría apuntar yo, que ni vivo con mi madre ni tengo loro, o amigos míos, también puede ser que haya alguien decente e incluso que encaje conmigo.

Entonces quedé con A, una amiga que, recién instalada en Murcia, se encuentra con ganas de buscar compañía y hacer nuevos amigos. De repente se me ocurrió sugerirle que se apuntara a una de estas páginas, aunque fuera un mesecico, y su cara de shock me lo dijo todo. “Eso tiene que ser un catálogo de feos, amiga”, y menuda palabra ésa, catálogo, qué tremendo pero qué cierto. Que al final somos como somos y juzgaremos primeramente al ganao que se nos ofrezca por la foto, que me da además que en la vida 2.0 hacemos menos concesiones. Y voy más allá, y ojalá me equivoque, pero también me da que no habrá guapos en estas páginas, que los guapos capullos que no tienen necesidad ni ganas de tener pareja están sueltos por los bares haciendo el mal, y esos, desgraciadamente son los que más nos gustan. Y es que dijo mi amiga A, que hasta hace nada vivía en Londres, que allí estas webs son muy populares porque, siendo los ingleses tan poco hábiles para las relaciones sociales, se hacen necesarias este tipo de vías para conocer gente. Por eso dice que no ve que aquí en Murcia se necesite, que además aquí nos conocemos todos. Pero justo por eso, ¿de qué me sirve tanta fiesta, tanta vida social y tanto ampliar círculos si no encuentro a nadie emocionalmente disponible? ¿No será este entonces el mejor sitio para encontrar ese tipo de hombres que se ha cansado ya de tanta tontería? Es más, ¿no será que en Murcia está todo el pescao vendío? ¿Por qué no ampliar los círculos a los pueblos y provincias colindantes? De repente me vi dispuesta a cambiar el chip e incluso… ¡hasta bajar el listón!

“Es una mierda para desesperados” – me dijo mi guapo amigo I cuando le pedí su opinión. Entonces pensé que sí y le di la razón a medias, que ante situaciones desesperadas, medidas desesperadas, pero no tiene por qué ser una mierda.

sábado, 12 de noviembre de 2011

domingo, 6 de noviembre de 2011

Operación Minifalda

Hay que ver lo tontas que nos ponemos algunas cuando llega un tío y nos llama guapas. Sea como sea, en un mensaje de texto o en persona, al saludarnos. Lo normal es que se nos ablande un poquito el corazón y en algunos casos hasta nos flojeen las piernas. Ahora bien, en la otra cara de la moneda está el cabreo que cogemos cuando otro tío, que hace tres años que no te ve, va y te dice que estás más gorda. Que seguramente tendrá razón, que será un amigo de toda la vida y existe esa confianza… Y sí, lo debería haber mandado al cacas o haber pasado de su cara, pero por lo que sea, ese tipo de comentarios nunca deja de afectarte.

Así, cuando se lo conté a mi amiga A, indignada me recordó que le tenía que haber contestado que sí, que nosotras estaremos más gordas, pero es que ellos están cada vez más calvos, lo cual hace que lo nuestro tenga una solución más fácil. O al menos esa es la teoría. Para yo adelgazar, para quitarme o disminuir uno de los pocos placeres de la vida de los que dispongo, el hincharme a comer, necesito una motivación que realmente me compense el esfuerzo y sacrificio. Y últimamente no la tengo, llevo un mes que no hay manera y encuentro todo tipo de pretextos para no ponerme manos a la obra. La principal excusa, para qué vamos a engañarnos, es que con eso de que el invierno viene frío, ven a mí, pan con chocolate, que quiero estar junto a ti.

Entonces vi la falda. Una mini chulísima de lo que llaman ahora pailletes pero que hasta hace un par de meses se conocía por lentejuelas. Pues la vi y me enamoré, tenía que ser mía, pero ¿a cambio de qué? No podía ser todo tan fácil. De repente me iluminé: ya tenía una motivación y un nombre para un nuevo objetivo: La Operación Minifalda. Y ahí que me la compré y me gustará apostar con alguien cuánto tiempo tardo en estrenarla.

Ideé un plan, pues. El propósito principal de la operación era perder de 3 a 5 kg, intentando atender a mi realidad, mis limitaciones y mis posibilidades. Dieta, ejercicio y cremas, ésa es la clave que leí en una revista tonta. Volver a correr y no faltar al gym. Los lunes fightbox, los miércoles step, y quizá algún jueves probar el fitball con la pelotica esa que tanto odio. Y así llegar al finde con un buen dolor de abductores, andando a lo John Wayne, como si hubiera estado toda la semana de hard session en hard session. (No hace mucho, con la dichosa pelotica entre las piernas, oí a una compañera del gimnasio decir: “Esto es buenísimo para la zona púbica… Bueno, la pélvica, que lo mismo es.”). Y estar en casa y acordarme de aquella crema de cacao y avellanas que compré en una panadería de Madrid. Sentir que me la merezco sobre una tostada cada vez que tengo agujetas o porque simplemente lo valgo, para más tarde comprobar que mis pantalones no han encogido, que no son ellos, soy yo.

Pensé también que noviembre era un buen mes porque no hay fiestas ni nada que celebrar. Creía que sería ideal para prepararme para ese tremendo mes de diciembre que empieza con los santos familiares y acaba como el rosario de la aurora... Hasta que le eché un vistazo a la agenda: Cena de Halloween el 31, comida porque es fiesta el 1, curso todo el día fuera de casa el 3, cena de amigas el 4, comida de cumple el 5, cena de las Maris el 10, cena americana el 12, capea el 19 o tal vez un arroz y licores en el campo, o unos gazpachos en Yecla...

No hay manera y debo ir aceptando mi destino: que estaré hecha una foca, pero es por un buen motivo. Tan sólo este viernes, al llegar a la cena de las amigas junto a mi querida C, embarazada de cinco meses, casualmente vestidas con un atuendo similar (ella versión minifalda), alguien soltó: “Ay, ¡vais iguales!”- a lo que tuve rápidamente que contestarle: “Sí, pero la preñada es ella”.