domingo, 27 de junio de 2010

El Destino

La cena de fin de curso fue en El Camino, un mesón rociero que hay en Lorca conocido por su maravillosa cocina y de la que doy fe. A la hora de los postres se arma un revuelo en un extremo de la mesa porque resulta que una de mis alumnas afirma saber leer las líneas de la mano. Y allí que van todos entusiasmados con las palmas pa’rriba y, tras la consulta, salen con cara de asombro absoluto: “¡Es verdad lo que ha dicho de mi pasado! Como haya acertado con mi fututo… Qué fuerte”. “Dime si voy a sacar buena nota en selectividad” - le pregunta D, que tiene que obtener una puntuación muy alta si quiere entrar a medicina.

“Profe, deja que te la lea”. Buff, yo paso, a mí esas cosas me dan un yuyu… “También leo las cartas” – dice M. Calla, por Dios, qué horror, que me recuerda a Candy Candy, que no se me olvidará en la vida cuando a Anthony le leían el tarot y le salía el verdugo y mira lo que pasaba luego, y todas las de mi generación traumatizadas de por vida. Que no, nena, deja. Lo que pasa es que no puedo soltar eso como pretexto para escaquearme, que no es serio, ni digno de mi posición, y claro, los alumnos me presionan y al final me convencen. Entiendo la expectación y curiosidad que produce siempre saber algo más de la vida de la profe, así que al final hago de tripas corazón y me veo forzada a someterme a la adivina. “Pero no digas nada si me va a pasar algo malo, si ves algo negativo te inventas cualquier cosa”.

“Uy, uy, uy,…”- empieza a leer M, con una sonrisa de oreja a oreja que me acojona. Mal empezamos. “Profe, tú eras una niña muy muy tímida”. “¡Quién lo diría!”- suelta un espontáneo. “Pero hubo un cambio – continúa la pitonisa – que a los 16 ó 17 años te hizo ver las cosas de otra manera”. Atiza, yo a los 16 años me fui a vivir a EEUU... Puede que sí sea verdad que tu vida esté escrita en las manos y ella sepa verlo… ¡¿o es porque lo he contado en clase?! No, no lo flipemos, no puedo creerme estas cosas.

Luego sigue con la vida en general, los cambios, algo del trabajo, pero todo como muy difuso y abierto a todo tipo de interpretaciones. Y que debo vivir la vida con más intensidad (¿más?) y que mis próximos viajes no me van a emocionar tanto como lo hicieron los primeros. Con lo cual no me creo nada de lo que me dice, pos no me queda a mí mundo ni na.

Cuando llega al amor abro las orejas y las puertas de mi inteligencia. “Veo aquí un amor del pasado muy marcado, puede que todavía no esté olvidado”.

- “¿Solo uno? ¿Hijos ves?”
- “Tendrás otro gran amor a los 40-45 años”

¿Pero qué me estás contando? ¡Que tengo 32 años! ¡No puedo esperar tanto! No puede ser, y me pico con eso de que termine su lectura sin decirme cuántos hijos voy a tener. Que vamos, que me niego a creérmelo pero al final me lo creo. Ya sabía yo que estas cosas al final acaban afectándote y emparanoyándote. Yo que siempre he creído que no hay destino, que si eso lo escribes tú con las decisiones que tomas, eligiendo tu propia aventura, de repente me encuentro resignada contando los años para ese gran amor viejuno. Necesito una segunda lectura.

¿Creéis que vuestro destino está escrito? ¿Le pedisteis deseos a San Juan para intentar cambiar vuestro destino?

Este post está dedicado a D, que sacó un 9.41 en Selectividad, y a los 14000 opositores que hoy escriben en Murcia su destino, en especial a mis compis de la EOI. Mucho ánimo, y fuerza para todos.

viernes, 25 de junio de 2010

Simplemente Juan (2)


Esto era una vaca y un torito que se querían profundamente pero vivian en granjas distintas y los separaba un alambre de púas. Entonces un día el torito se armó de valor y saltó, y cuando ve a su amada le pregunta:

-Linda vaquita ¿Cómo te llamas?

La vaquita contesta: ROSA CORAZON, pero me puedes llamar ROSA porque mi corazón es tuyo. Y tú, lindo torito, ¿cómo te llamas?

- JUAN BOLAS, pero me puedes llamar SIMPLEMENTE JUAN, porque las bolas se me quedaron atoradas en el alambre.


¿Era ése?

jueves, 24 de junio de 2010

Simplemente Juan


Una vez salí con un chico llamado Juan. Cuando se lo conté a mi amiga A, ella me preguntó:

- "¿Se llama Juan sólo? ¿Como el chiste aquel de "Simplemente Juan"?

Las que estábamos allí nos miramos extrañadas pues no conocíamos el chiste. Ella decía que era viejísimo, que se lo contó su padre cuando era pequeña y que le hacía mucha gracia... Pero, por mucho que lo intentó, no pudo acordarse de cómo era.

- "Simplemente Juan" - repetía.

Ni qué decir tiene que a mi chico se le conoció por el apodo de "Simplemente Juan" mientras duró. Hoy es su santo y llevo todo el día acordándome de esta anécdota absurda. A todos los Juanes y Juanas, seáis simplementes o compuestos, de corazón, os deseo que tengáis un feliz día.


¿Se sabe alguien el chiste de "Simplemente Juan"?

miércoles, 23 de junio de 2010

Black Magic Woman

Me pregunta mi amiga Patri, desde Hong Kong, que qué me pasa, que qué llevo entre manos, que mi blog se está volviendo oscuro, y yo estoy de un sibilino que no me aguanto.

Le cuento que estoy metía en mil fregaos, en algunos de manera voluntaria y en otros sin habérmelo comido, ni bebido, ni habérmelo merecido y que también he descubierto que en esta vida a veces hay que ser muy bruja y muy maligna, que se acabaron las buenas personas.

Tras la conversación con ella, me meto a la ducha. Se me acaba el acondicionador y, para que no se me olvide cambiarlo, decido, muy atléticamente, lanzarlo al suelo del baño por encima de la mampara.

Pues ha caido de pie.

Lo flipas.

Tengo miedo.

domingo, 20 de junio de 2010

Sibilina

sibilino,-na, adj

Del latín sibyllinus, y éste del griego...

1. De la sibila (profetisa) o relativo a ella: profecía sibilina.

2. Misterioso,oscuro, o que parece encerrar un secreto importante: intenciones sibilinas.

3. Que es susceptible de tener varias interpretaciones, ambiguo-a.

4. Se aplica al lenguaje que crea un clima de misterio, con pretensiones de profundidad.


Para M, por no andarse con secretos y decir las cosas a la cara, que se agradece.

viernes, 18 de junio de 2010

Tenemos que hablar


Me pasa una cosa muy rara. Sufro ataques de amor. El más gordo me pasó la otra mañana al salir de tu casa, al despedirnos en tu portal con un beso, antes de meternos cada uno en un coche para ir a trabajar. Sería el fresquico de la mañana, o ese rayico de sol, o lo bien que olías y lo guapo que estabas, que me hizo desear que ese momento se repitiera siempre, todas las mañanas. También me pasó aquella tarde en los Zagales o la noche que apareciste por sorpresa con dos pastelicos de carne en la mano.

Pero no sólo es eso, que es que me veo que necesito hablar contigo a todas horas. Ya no me vale con saber de tu existencia una vez a la semana. Ya no me vale con el sms aquél que a lo mejor me mandabas tú y yo te contestaba a las tres horas, si podía, si me apetecía. Ahora me encuentro que necesito, mínimo, un mensaje diario y si eso, una llamada nocturna, para preguntarnos cómo nos ha ido el día y para, lo admito, oír tu voz, que me encanta cómo suena tu risa por teléfono. Y como los locos, miro el móvil a todas horas y compruebo que no hay mensajes ni llamadas perdidas y que llevo el volumen al máximo, no vaya a ser que no te oiga si me llamas. También pierdo el tiempo releyendo mensajes antiguos, tanto los que me enviaste tú hace tres meses, como los que te contesté yo, y con algunos se me cae la baba de una manera que me río sola y la gente me pregunta que qué me pasa. Los emails también los releo cuando nadie me ve, que son más largos y así puedo regodearme en cada palabra.

Habrás notado también que últimamente te mando más mensajes y de verdad que lo siento. Si supieras que cuento hasta diez antes de ponerme con las teclas. Si supieras que me siento sobre las manos para retenerlas y así evitar acosarte y parecerme a la de Vitaldent (que los mandaba de seis en seis, y era una vergüenza para todas las mujeres).

Más grave aún: estoy empezando a imaginarme situaciones contigo y me monto unas películas... Situaciones de futuro, en las que estamos juntos sin escondernos. En las que tenemos una relación seria (me cuesta pronunciar estas dos últimas palabras), repleta de momentos normales: fiestas con tus amigos, un arrocico al aire libre con mucha peña, una visita al Museo de arqueología subacuática de Cartagena, una excursión por Moratalla, por aquel sitio de rocas y praderas de violetas, un aperitivo con mis amigas en el chiringuito de Juanjo, o incluso cogiendo un avión rumbo a alguna ciudad del Mediterráneo, o un poco más lejos…

Ahí es cuando no me gusto. Soy muy bocas y se me está yendo de las manos. Y es que intento ser sutil y no me sale, preguntándote demasiado por tus planes de verano mientras, mentalmente, repaso mi agenda para incluirte en ella. Además noto que evitas contestarme (no vaya a ser que derive esto en un “tú y yo qué somos”) y, sin querer, me dejas más vacía que antes. Y me lo merezco, que me estoy poniendo muy pesada y patética. Que a lo mejor la idea de Hong Kong era un poco disparatada pero ¿qué te parece Malta? O yo que sé… ¿Mojácar?

Estoy empezando a sufrir. Esto ya no es divertido. Me consta que no quieres líos, que ya lo hablamos, pero últimamente, con mis películas y mis ataques de amor, me había dado por pensar en lo que pensamos todas las mujeres: el Milagro. Que hubieras cambiado de opinión y te apeteciera incluirme en tu vida. Pero como eso no pasa y no voy a conseguir ni que seas sincero, ni que me digas que te apetece ir pa’ lante con todas las consecuencias… Creo que deberíamos dejarlo.

lunes, 14 de junio de 2010

La explicación

De cómo a veces fuerzas la situación hasta que al final es el otro el que actúa.

De cómo con las tonterías más tontas puedes acabar con algo mucho más profundo... a lo mejor.

De cómo sois unos cobardes... porque lo sois.

De cómo puedes hablar con alguien de lo mal que está hacer algo así y al final lo acaba haciendo él mismo.

De cómo aceptamos las derrotas, sobre todo cuando no es la primera.

De cómo te puede tocar la patata un cortometraje.

De cómo la canción final te puede dejar un sabor de boca tan bitter.



Post dedicado a Dry, por darme a conocer este corto tan... tan. Gracias.

domingo, 13 de junio de 2010

El vicio


Para este verano ya me estoy empezando a olvidar del vicio éste que tengo de hacer viajes largos absurdos. Entre que tengo menos vacaciones de las habituales en mí, entre que mis chicas están todas comprando y amueblando casas, entre lo del 5% y entre que tampoco tengo novio que cargue conmigo y sienta la obligación de sacarme de paseo, está la cosa fatal. Que creo que me quedo aquí, como dice mi amiga S, a “Conozca su región”, y estoy empezando a verlo con buenos ojos, que hasta mi endocrino me ha contado lo maravillosas que son las rutas del Jubileo a Caravaca, y mi amigo A, por otro lado, me asegura que el vicio, la verdadera fiesta, está en Murcia este verano, y así me lo quiso hacer ver el pasado jueves.

Primero fuimos a La Troya, garito mítico al que iba yo en mi época estudiantil a pedir bazokas. Estaba algo más vacío de lo que yo lo recordaba, supongo que porque estamos de exámenes. Para una primera está bien, pero para creerme lo del vicio no me convence. “Llévame a algo más jevi, amigo”. ¿Jevi dices? Pues toma dos tazas. Directamente me llevó a La Boca del Lobo, donde creo que no había entrado en mi vida y los jueves organizan un karaoke heavy. Como lo oís. Y está eso a reventar, con un ambientazo bárbaro. Gente de todas las edades, mayoritariamente tíos, mayoritariamente melenudos (claro), se amontonan animando al jevilongo de turno desgañitándose en el escenario con un temazo de Pantera, por ejemplo. El dueño actúa de maestro de ceremonias anunciando a los artistazos y avisa de que habrá premio: camisetas a los cinco mejores. Una de esas seguro que se la llevó un panzudo llamado Stefano, que se las cantó todas, el muy prota. Y un dueto llamado los Spanglish, que se marcaron un “Winds of Change” al estilo del príncipe gitano, también quedó entre mis favoritos, aunque no les habría aprobado ni el primer curso de básico. Yo me quedé con ganas de cantar una de los Kinks y no lo descarto para el jueves que viene… Que yo quiero mi camiseta, jolín.

De ahí giramos sin rumbo fijo hacia la zona de La Merced. Fue una relaciones públicas la que decidió nuestro siguiente destino al invitarnos a unas copas de cava rosado en el Borneo. Y en el Borneo se estaba bien, que había lo de siempre: Divorciados, guiris y una música requetebailable para que ambas tribus menearan sus esqueletos como sólo ellas saben hacerlo. Cerró poco después, así que fuimos a morir a la jungla de Boutique, meca del vicio donde sólo voy cuando salgo con mi amigo A, que a él le priva, como a todos los tíos. Y lo entiendo, además de porque a los tíos les gustan todas, también porque pululan por allí todo tipo de mujeres que uno pueda imaginar: chiquillas simpáticas, pijas borrachas, garrulicas cardadas, payicas de melena sinuosa… y todas ellas vestidas con una o dos tallas menos. Y los tíos encantados, pero yo no tanto, que digamos que lo de los payos allí es bastante lineal, no hay tanta variedad. Mientras contemplo la fauna de zamarros que hay frente a mí no puedo evitar preguntarme si realmente existen los tíos buenos que salen en los anuncios de cerveza de los veranos, esos guapísimos que te prometen amor eterno y además tienen barco.

Aún así, nota final, le doy un 8 al conjunto de la noche, que no está mal para un jueves de junio y más cuando me asegura mi amigo que las noches de julio y agosto entre semana son el acabose. Seguiré investigando. Definitivamente me olvido de Formentera, de Hong Kong y de Sudáfrica, ya no os daré más la vara con que me acompañéis. Me quedo en la ciudad ensayando temas para mi debut como cantante jevi, con la esperanza de que algún tío bueno de anuncio se haya quedado sin vacaciones. El vicio, señores, está en Murcia.

sábado, 12 de junio de 2010

Sábado 12 am


En el fondo me río. Me río porque si hace una semana mismo, que estaba yo en Madrid a estas horas, pensaba que la anterior había sido una semana horrorosa... pues no os cuento ésta.

Ésta empezó a ser horrorosa de repente ya el domingo con una gota que colmó un vaso, un "ya-lo-que-me-faltaba" y aún así, yo el lunes, con el rollito del Possunt, me deseaba un final feliz... Ingenua.

Esta semana, con el Día de la Región en medio, en la playica, pensábamos que iba a ser la gloria bendita... y ha supuesto un caos... (¿qué día es hoy? ¿dónde está mi agenda?).

Y además he descubierto que hay mucha gente mala a mi alrededor. Jugando sucio. Mucha sonsa, minsa, mustia, trepa, sucia, perra... MARRANA! Y esta batalla, que en el fondo es absurda, la tengo que ganar yo. La voy a ganar yo.

Tras diez horas de sueño que me he regalado, mi encefalograma está plano. Hablo entrecortada, escribo entrecortada y no hilo mis ideas.

No quiero pensar en la semana que viene, ni en la otra, ni en la otra...

Me voy a la playa a recargar la batería.

domingo, 6 de junio de 2010

Possunt, quia posse videntur


Cuando me agobio y me estreso, cuando tengo muchas cosas que hacer y no encuentro el momento de parar…

Cuando lo veo todo negro y encima va el cielo y se vuelve gris anaranjado oscuro y me cae un chaparrón del quince por la Avenida de la Libertad (¡¿visteis lo del jueves?!)…

Cuando engancho una cosa con otra y llego tarde a todos sitios, y se me ocurre pensar que necesito que los días tengan treinta horas, o que por el contrario acaben ya…

Cuando me estoy asegurando una muerte prematura durmiendo menos de 6 horas, o me despierto una hora antes de que me suene la alarma y ya no sé si es por el calorapio murciano o porque no descanso el coco…

Cuando quiero partirme en dos, en tres y hasta en cuatro trozos, y además saltar en plan Matrix, por no decir sacarle los ojos, a todo el que se me ponga por delante…

Cuando todo eso y más me ocurre… entono una frasecica muy mona, en plan mantra, que mi hermano me enseñó: Possunt, quia posse videntur (Pudieron, porque creyeron poder). Y ahora me pongo filosófica y casi culta, y con el permiso de ustedes y el de mi hermano, les contaré una historia que él me contó a mí hace dos años, en un maldito día pre-oposición:

Cuenta Virgilio en el Libro V de la Eneida que en unos juegos, los remeros troyanos con Mnesteo al frente en la nave Pristis iban los últimos en una carrera de cuatro barcos. Aún contemplando semejante panorama, no perdían la esperanza y seguían luchando rema que te rema para, por lo menos, no llegar los últimos y evitar la vergüenza. En esto que el barco del tercero (un tal Sergesto) se come una roca. Y nuestro amigo Mnesteo lo adelanta. Luego adelantaría a Gías, que se había quedado sin timonel en su nave Quimera y se había puesto a tiro de piedra justo detrás del primero, Cloanto. Es ahí cuando Virgilio explica el por qué de su remontada, pues cuando todo parecía perdido se habían posicionado milagrosamente en segundo lugar y al que parecía tener la carrera ganada ahora le temblaban las paticas porque temía perder la gloria frente a los que, en principio, menos posibilidades tenían. Y es que éstos eran a los que “el éxito les alentaba: Podían porque creían poder”.

Y en eso consiste: en verlo, en creértelo, en aquello de la ley de la atracción, en el “Po-de-mos” de la Roja de la Eurocopa de 2008, en el “Yes, we can” de Obama y en la selección sudafricana de rugby, que imagino que habréis visto “Invictus”...

¡Ah! Al final nuestros remeros ganaron y yo me saqué la oposición, que no me dejo el cuento a medio.

Este artículo de hoy se lo dedico a todos aquellos que han tenido una semana nefasta, entre los que me incluyo. A todos los que hemos ido con el agua hasta el cuello y la lengua fuera por el fin de curso, la planificación del verano, los proyectos para el año que viene y cualquier otro marrón imprevisto. Respiremos y mirémoslo por el lado positivo: ya ha acabado la semana, hemos sobrevivido y estamos a domingo leyendo el periódico.

También, cómo no, le dedico esta historieta a aquellos que no han terminado de remar y saben seguro que todavía les quedan varios tramos difíciles con rápidos y más rocas: mis compañeros opositores, a los que les deseo mucho ánimo, resistencia y visión. Que recuerden que creyendo que se puede es la mejor forma de poder. Y que piensen que, como los troyanos, aunque vayan de últimos, aunque tengan ganas de lanzar los remos por la borda, aunque sea una cuestión de números y parezca que está todo perdido, siempre les quedará la posibilidad de que alguno se trague las rocas y quede un hueco para remontar.

Mucha suerte a todos.