Menuda semana de gris y de frío. ¿Quién nos ha robado el sol y se lo ha llevado a Galicia? Que es que encima van y me ponen “Murcianos en Miami” en la 7RM. Dedico en la llaga. Con lo a gusto que estaba yo torrándome en las Bahamas hace diez días. Y que todavía alguien me venga preguntando para qué me fui para allá. A ver qué narices se me había perdido allí. Pues fui porque pude, porque existía esa posibilidad, y tonto el que no se coja el crucerito de un día si tiene la oportunidad de hacerlo. Lo hicimos porque mola, ¿o qué? Pues no he fardado yo ni na de bronceado bahameño. “El moreno es de Miami, ¿no?” “Bueno, – dices con tono de insignificancia-, en realidad es de las Bahamas”. Además, por ser el mes de mi cumpleaños, sólo pagué mitad de precio y me salió el chollaco, desayuno, cócteles y cena incluidos por unos cien euros.
La aventura bahameña empezó a las 6:30 de la mañana, hora a la que nos recogió un bus que nos llevó a Fort Lauderdale donde nos esperaba nuestro barco, el Discovery Sun. Antes de embarcar tuvimos que pasar por una especie de aduana de coña, una nave que parecía una lonja, con funcionarios también de coña ataviados con una camisa hawaiana. No parecía serio. De hecho, una de las cosas que más ilusión nos hacía era que nos pusieran un sello de las Bahamas en el pasaporte (yo me imaginaba un hibisco) pero no, nos los retuvieron en sus mostradores de pacotilla y a cambio nos pusieron unas pulseritas de esas pa hincharse a copas.
Antes de siquiera explorarlo, lo primero que hicimos nada más subir al barco, fue lanzarnos al buffet del desayuno donde, entre otras delicias, disfrutamos de unas jugosas tortitas con sirope de arce calentico por encima… Ideal para el posterior momento bikini. Tras eso, una vez localizadas unas tumbonas junto a la piscina, me decidí a dar una VDR (vuelta de reconocimiento). Volví escandalizada. No eran ni las 9 de la mañana, ni habíamos zarpado, que ya había gringos bailando el limbo con una cerveza en la mano. Y justo estaba contándoselo a mis compis, cuando pasó por nuestro lado un camarero transportando unas piñas con pajita y sombrilla… “How much?” “$4”. Pues ponte 3, my friend, que nos ha dado sed de repente. Recuerdo que me hice fotos con la piña, que estaba riquísima, recuerdo que el barco zarpó, que hacía viento, y un solete más rico... Dos horas después me desperté entre mis dos amigas durmientes. ¡La piña nos había noqueado! Menudo espectáculo debimos de dar, todo el mundo de fiesta y nosotras fritas. Y la cara me ardía, y el escote, y los pies… ¡Aaaarrgh!
Un par de horas después arribábamos a Freeport, en la calurosísima isla de Grand Bahama. Un autobús nos llevaría a Taino Beach, un resort de esos que salen en las pelis con piscinaca y playa privada. Al llegar, un negro uniformado con polo y shorts blancos nos proporcionaba un Bahama Mama, otro cóctel, regalo de la casa, que hacía juego con mi nuevo color de piel. Entonces, como hipnotizadas, nos dirigimos a la playa. De la emoción saltábamos en silencio y nos hacíamos miles de fotos mientras se nos derretía el Bahama Mama. Tan sólo teníamos una hora allí, lo justo para pasearnos, probar ese océano de cuatro tonalidades de turquesa y secarnos al sol, con protección 30 y yo tapada con mi vestido. Poco después nos llevaron a Port Lucaya a pasearnos por las tiendecitas de artesanía.
El viaje acaba con otro ataque salvaje al buffet del barco para cenar, un karaoke con temazos súper actuales como “Bésame mucho” y “De niña a mujer”, y con unos espontáneos guatemaltecos, venezolanos y colombianos que nos sacaron a bailar salsa entre cóctel y cóctel. ¡Hip!
Que si he pensado en las Bahamas esta semana. Pues no, nada.
Que si he pensado en las Bahamas esta semana. Pues no, nada.
9 comentarios:
Ese bikini de lentejuelas y esos aros en las orejas... Un poco choni pa estar en Bahamas, no? jeje. Desde el cariño. Me encanta como escribes, ánimo con la dieta!
Choni? ¿¡Pero qué me estás contando!? No iba yo mona ni na.
No firmar es de cobardicas... desde el cariño.
Jo, ahora sí que eres mi ídolo... y atique tipín te está quedando!
Olivia, te quiero! Gracias por mirarme con tan buenos ojos, que ahí ya llevaría 3 de los 4 kilos más que me traje.
Simplemente la foto está MUY BIEN HECHA.
Pues a mi me en-can-ta el bikini de sirena Conch! Estás ideal y das muy buen rollito...
Envidia es lo que te tengo!
Muasss
Sí que está bien hecha la foto, es que tienes una fotógrafa que no te la mereces (jijiji).
Son taaaaaaaaantas las cosas que comentaría yo después de leer este post... por un momento me he teletransportado al viernes 2 de abril y he recordado el siestorro en el crucero, los pelo-pollo de la rubia de la tumbona de al lado, la señal de las gafas que se le quedó a la china (y la frente achicharrá de su padre), el pedazo de baño en las Bahamas, los bailes en la pista del karaoke-Ottawa-bolera, los cócteles gratis que descubrimos en el último momento, el guiri chispao cantanto a su ritmo, las culonas de los pantalones verdes bailando bachata, el cansancio profundo que nos entró que podríamos habernos dormido de pie (anda que no es cansao pasarse un día sin hacer ná)... Pa que luego nos pregunten que por qué fuimos a las Bahamas, ¡¡pues porque nos dio la gana, y porque nosotras lo valemos, pijo!!
Un besazo, amiga viajera!!
Verde y de lentejuelas, me encanta!!! ;)
Y qué envidia las Bahamas por favor, yo quierooooo
Besicos
Gracias, Vecina! y gracias, Ali, por la fotaca (una de muchas) y por el peaso de comment, madre mía, cuántos recuerdos me traes! Pero no podía mencionarlos todos! jajaja.
No sé si me río más de la china, la pelos pollo o nuestro guiri bailongo ...y esposa!
¿Y qué me dices de "la cría de mayor" o las golfacas aquellas que desayunaron con nosotras y luego se querían beneficiar al nuestro chinorri pesao ("No al-co-jol")?
Sendos besos a ambas.
Palabra de verificación: diantre.
Hey, Brioche, ¿te lo dije o no?
Un saludo, hermosa, que no te he visto antes.
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