Vamos mal.
A ver, en el último mes, entre Sierra Nevada, el finde en Madrid, Miami y lo débil que es una... Vamos mal. Pero mal, mal. Todavía recuerdo la cara que puso el endocrino el mes pasado cuando descubrió que no había perdido nada (yo le avisé) y me da escalofríos el pensar la cara que pondría ahora mismo si me viera.
Hoy, a pesar de ser 17 NO me peso. Os quedáis con la intriga, majos. Pero no por miedo a mostraros mi estrepitoso fracaso, ojo, sino porque no tengo peso. Estoy en Madrid y hoy ha sido la pedida. Hemos pedido a mi cuñá y, además, muy propio de su familia, nos han ofrecido una comida pantagruélica, con lo cual, peor.
Dicho esto, y echando un vistazo al horizonte, os confirmo que seguimos con el plan acordado y hay que llegar a la meta. La Operación Campanile sigue en pie. Quedan tres meses y pocos eventos (una boda, un bautizo, algún que otro cumple, la despedida de soltera...). Estamos animados.
Así pues, volveremos a hacer cuentas el próximo 17.
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