Le sucedió a Emma, una de mis compañeras de piso…
Va a una zapatería de Yecla. Zapatería mona, que los zapatos eran de Camper. Pues hay un modelo que le gusta y lo hay en varios colores, pero el que le gusta a ella es el marrón. Se lo prueba, le encanta. La dependienta le ofrece otros modelos. No, Emma se ha decidido. La dependienta entonces se lo ofrece en otros colores. Que no, que le gusta el marrón (por qué insistirá tanto esta mujer?). Entonces, claro está, llega el momento en que Emma le pide el zapato del otro pie. “Es que… no lo tengo… ahora mismo… lo tiene una clienta”. Resulta que dicha clienta se lleva los zapatos pa probárselos en su casa!… vale, muy de pueblo eso, hay confianza y esas cosas, ok…pero llevarse solamente uno??? Dónde se ha visto eso?* Eso de que sirve?
Bueno, y ahora qué hacemos? Se pregunta Emma. La dependienta entonces decide llamar a la clienta (ojo: que es que tiene su teléfono!). La clienta entonces le dice que no, que no se va a quedar con el zapato en cuestión, que si Emma no tiene prisa, se lo lleva en seguida, que vive cerca. Así pues, Emma espera en la tienda, cual Cenicienta, a que le traigan el zapato que le falta.
*A la pregunta anterior “Dónde se ha visto eso?” solo se puede responder “En Yecla, donde si no”.
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