El martes por la noche, cuando llegué a Murcia de trabajar, intentaba pensar que no me había perdido lo mejor del día del Bando de la Huerta. Aun así, al ver las calles vacías, me dio la impresión de que ya estaba todo el pescao vendío. Dos tortolitos cruzaban la Gran Vía desierta en dirección contraria a la mía, cogidos de la mano, ateridos de frío, acompañados por el sonido angelical de los servicios de limpieza. Montándome una película de las mías me pregunté si se habrían conocido ese día, y si habría mensaje del día después, si se llamarían transcurridos un par de días, o si volverían a verse el día del Entierro de la Sardina… Que siempre se ha dicho que, aunque la cosa prometa el martes, la prueba de fuego es el sábado.
Mientras yo apuraba mi mini-bando jalándome un kebab y bebiéndome mis dos únicas tristes copas, otros ya estaban en casa con pijama y orinal, los pies en alto y riéndose solos con las anécdotas del día. Otros seguirían bailando, echando el resto, en algún garito como Lancelot, Luminata o el Tiquiti. Que el día del Bando de la Huerta da igual la música o el sitio, lo que importa es bailar hasta que las piernas no te respondan, pero yo este año no les pude dar esa opción a las mías.
Muchos de esos huertanos bailongos, a los que este año tengo mucha envidia, volverían a casa ya a las siete o las ocho de la mañana del miércoles con el fajín mal atado o el moño deshecho, aunque para mí los campeones son los que escandalizan a las señoras a las 11 de la mañana al subirse en el autobús urbano. Con más rostro que espalda, las medias bajadas, las manchas de vino y ron-cola en los zaragüelles, y esa cara de circunstancia, pero muertos de risa por dentro.
Para muertos, sin embargo, los que trabajamos al día siguiente. En el día regional de la resaca, la frase más oída y leída en las redes sociales y en los mensajes de texto era “¡Me quiero morir!”. “No te mueras todavía”, les contestaba yo contando las horas para volver a mi Murcia, “que aún queda fiesta para rato”.
Y efectivamente la fiesta siguió la noche del miércoles, de la cual guardo dos imágenes impactantes: la de la Plaza Belluga a reventar de gente haciendo cola para un pastelico de carne y una cerveza, y la de las barracas vacías para lo que estamos acostumbrados, llenas sin embargo de mujeres listas, como mis amigas y yo, que habíamos aprovechado que era la noche del tercer clásico.
Cené con mis chicas como todos los años en la Peña El Zarangollo, junto a la Vieja Condomina, donde hacen los mejores paparajotes de toda Murcia. Además, novedad de este año, la barraca contaba con show erótico gratuito, pues me contaron que la noche del lunes a una vecina del edificio de enfrente, poco amiga de las cortinas, no se le ocurrió otra cosa mejor que secarse el pelo en sujetador junto a la ventana, para delicia de los comensales. Poco después, tal y como nos lo habían contado, la vecina hacía su aparición ante un selecto público femenino.
El jueves, tras los mil y un excesos alcohólico-gastronómicos decidí hacer un día detox, o en otras palabras, un día de desintoxicación y purificación en el que me dediqué a beber mucha agua, comer mucha fruta y castigar mi cuerpo con varios kilómetros. Así me prepararía para el Entierro de la Sardina. Además, no sé si sería ese solazo o los últimos acontecimientos, que decidí hacer también balance del mes de abril y me propuse varios cambios.
Hoy domingo me propongo seguir de detox unos días más hasta la siguiente fiesta, el SOS 4.8. También reflexionar, organizarme para lo que se me avecina (ya os contaré) y aprovechar que mañana es fiesta otra vez. Es lo que yo decía, que parece que aunque no quieras o no puedas, aquí hay fiesta hay para rato.
9 comentarios:
felicidades por tus +100.000 visitas. Cuarentona
Pero nena! Cómo tú por aqui?!
Gracias :)
aunque fiel, a veces hay que cambiar de hábitat y observar opiniones de otros seguidores tuyos,para alargar y disfrutar aún mas si cabe esta "costumbre" mía de leerte
Qué bonica.
Gracias
lo de la chica del secador es lo más grande que he oido ultimamente, vecina, jajajaja
Pues según me han contado, la chica del secador hace su aparición todas las tardes, así que la pasada semana sólo siguió su costumbre sin importarle la multitud que se encontraba tomándose un platico de pisto, de zarangollo, o la novedad de este año, unos buñuelicos de morcilla, en la mejor barraca de Murcia...... ¡¡Viva la Peña el Zarangollo!!
¡Viva!
Y viva tú también, amiga.
Un besico
Ay tia!! me acabo de dar cuenta que este año, he entrado en el grupo de las señoras que se escandalizan al ver al valiente güertanico que regresa a las 11 de la mañana!! aunque más que escandalizarme casi me dieron ganas de jalearle (ánimo campeón!!) al cruzarme con el por la calle correos,sin el fajín y con sus preceptivas manchas de vinate y fluidos varios de difícil identificación.
Jejeje, me ha encantado!
"Vinate" jajajaja, qué palabra más guapa.
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