Que sí hombre, que sí. Definitivamente es mucho mejor estar soltera en Navidad que tener novio. Mucho, pero que mucho mejor.
Esta reflexión la tuve ya hace unos años. Estaba yo con mi amigo Sergi en una tienda ayudándole con los reyes para su novia cuando me preguntó: “¿Y no te da cosica no tener novio estas fiestas?”. Sin dudarlo le contesté: “Ni de coña, no veas además qué alivio”. Y es que en esta época me vuelvo soltera por convicción y que alguien me diga “Ay, si yo estuviera soltero...”, que me reiré sintiéndome orgullosa de formar parte de este club al que todos, en el fondo, queréis pertenecer.
He aquí algunas de las ventajas de no tener novio en Navidad:
-La lotería. Si te toca es para ti solica, claro está. No tienes que compartir el típico décimo, máxime la cursilada esa de comprar uno cuyos números coinciden con la fecha del aniversario… Pa que luego te toque y el maromo no quiera gastarlo en ese viaje a La India que a ti te hace tanta ilusión.
-Los regalos. Con los novios te dejas un pastón y además hay que ser original. ¿Dónde quedó el socorrido perfume o la camisa? Ahora a las parejas se les regala viajes, noches de hotel con spa, videoconsolas, cuatro camisas, un jersey y unos zapatos. Eso después de haberte calentado la cabeza hasta herniarte. Y no hablemos del tiempo que has perdido en el proceso (¡pudiendo estar en el 609 ligando!). Y que luego él te regale un mísero CD o un tanga rojo para Nochevieja (¿qué tengo, 16 años?). Prefiero gastarme ese dinero en mí misma en cosas que verdaderamente me gusten. Que aparte, el mero hecho de agasajarse a una misma es de las mayores ventajas de este club al que pertenezco y uno de mis hobbys favoritos. Especialmente si es en plan atracón, machacando la paga extra, a tarjetazo limpio, zas zas. Y llegar a casa llena de bolsas todas para mí. Yo es que hasta me pongo los regalos envueltos bajo el árbol unos días antes para luego abrirlos con cara de sorpresa. Ohhhhh.
-Dietéticamente también es maravilloso. Tienes la mitad de comilonas. Te libras de comer ca los suegros, de la comida con sus colegas (a los que por supuesto no aguantas), la cena con los de la playa, la de su familia materna con la abuela, la quedada con sus primos paternos, esa con los tíos que han venido de Vigo, la de “hoy-es-fiesta-vámonos-a-Yecla-a-ver-la-nieve”… O luego entrar a su casa y que esté su madre to maligna enseñándote la bandejica diabólica de dulces navideños a la que no puedes decir que no.
-La libertad en los días perrunos. Puedes seguir libremente la tradición murciana esa tan bonita de estar de farra todo el día y volver a casa a cuatro patas, con el rímel por los pies y si eso, no salir luego. Y al día siguiente levantarte hecha unos zorros, afónica como un perro, los pies hinchados como botas y sin ganas de salir al mundo exterior. Eso mejor vivirlo en soledad, ¿no?
-La Nochevieja. Tú que querías irte a Londres, a París, a Roma, resulta que él quiere quedarse en Murcia, que a su madre si no, le da un yuyu por el destete nocheviejero. Por Dios. Y luego el tío encima querrá ir al bar de siempre, donde esa noche han subido el precio de las copas o cobran entrada…
-Y por último, lo más importante, con novio pierdes la incertidumbre, o de ti pa mí, el ligoteo. Que en estas fiestas se sale mucho, que serán las tortas de pascua del desayuno, el vinico, el relax, el sol de la Plaza de las Flores-Santa Catalina, que hace que esté Murcia en estas fechas a reventar de gente guapa y simpática. Y el pensar que en cualquier momento salta la liebre, que si tuviera novio se acabarían las tonterías estas que nos dan tanta vidilla a los solteros, la incertidumbre de si lo veré mañana, de si se acordará de mí, de si repetiremos en Nochevieja, o nos comeremos el roscón juntos, o de si me hará un regalito por reyes… aunque sea un perfume.