Hipnotizada miraba la tónica
deslizarse por la cuchara metálica de palo enroscado hacia ese pozal que sería
mi gintonic. Ya quedaba menos para poder bebérmelo. Que lo de la cucharica es
por el carbónico y no sé qué y seguramente será de vital importancia para que
yo disfrute de mi gintonic y no se rompa la armonía entre el yin y el yang, pero
la moda esta de hacer mil monerías para ponerte un combinado en ocasiones me
alucina y me desespera. Que si limón, lima, pepino, fresa, pimienta, cardamomo
o unas bolitas por cuyo nombre pregunto siempre con el miedo de parecer una
cateta más. Y el responder a un montón de preguntas inesperadas por parte del
barman, en plan examen sorpresa. Que qué ginebra prefiero, que si seca o
cítrica, que qué tónica, y ya, lo último que me podía imaginar, poco antes del
baile de la cuchara, que si quieres que le quite fuerza a la tónica. ¿Perdona?
¿Insinúas que serías capaz de ponerme un gintonic con la tónica desbrevá? Se quedó loco el barman con el
murcianismo, pero es que el chico era de Madrid y se ve que no estaba hecho a
tanta sinceridad provinciana. Tras la espera eterna, por fin pude tener mi gintonic
historiado entre mis manos y cierto es, que aquel sorbo tan fresquito me supo a
magia.
Como para ponerle la guinda al
fin de semana, que estuvo plagado de momentos mágicos. Desde el viernes a las
2, que fui tocada por la varita mágica de las vacaciones y me dio igual la
kalima o los 50 grados que marcaba el termómetro del coche saliendo de Lorca.
Luego duchica y a Madrid sin que me diera tiempo casi a tocar malla en casa.
El sábado tuve Madrid para mí
sola. El barullo del tráfico y la gente contrastaba con mi silencio interior.
Que hasta el Thyssen estaba a reventar, pero al mirar una obra de Hopper se
hacía el silencio. Escenas de gente sola y callada en hoteles, teatros,
gasolineras, que desprenden tanta magia que hasta te hacen sentir cierta
envidia. De ahí no tuve más remedio que ir a un Starbucks a zamparme el
catálogo de la exposición saboreando un hermosísimo café repanchingada en un
sofá soleado, junto a la ventana, donde nadie quería. Y que sonara Morcheeba de
fondo, y que sólo yo lo oyera.
Y después de rebajas, vuelta al
mundanal ruido donde tuve que dejar de enfadarme conmigo misma y aceptar mi
destino: por arte de magia he pasado a la talla 44. Me consolaré con que era la
que calzaba Marilyn Monroe y que, como todos los veranos desde que me conozco, se
me ha echado la operación biquini encima sin más remedio. El verano ha llegado
y nadie sabe cómo ha pasado. Y eso que este julio he decidido seguir yendo al
gimnasio, que estoy zumbada con el Zumba, pero eso puede que también explique
estos brazos de Mazinger Z con los que podría hacer magia… o dedicarme a
levantar camiones.
A eso súmale los amigos, que no
sólo te tientan con la cervecica y noches mágicas día sí, día también, sino
también cuando vienen de sus viajes, que se sienten en la necesidad de traerte
manjares de donde quiera que hayan ido. Gracias por la quesada santanderina, los
sobaos pasiegos, los miguelitos de la Roda, los bombones belgas y el albariño
gallego, de verdad, no era menester (no me hagáis esto, achos).
La última tentación vino por
parte de M, que me invitó a descubrir Degusto&Punto, un restaurante-escuela
en el centro de Murcia donde, por 9€ puedes degustar un menú diario mágico y cada
jueves de este mes organizan una cata de vinos. La del jueves pasado fue de
cava y lo pasamos en grande. La semana que viene, además de eso, ofrecerán un
par de cursos de cocina, uno de tapas y otro de seducción, a los que
seguramente me apunte.
Leí hace poco en twitter que si
no fuera por los domingos, nunca nos pondríamos a dieta. Sin embargo, yo ya
puedo reflexionar, maldecir y prometer alimentarme de sandía el resto del
verano, que creo que esto ya no se arregla ni haciendo magia.
6 comentarios:
Me he reído mucho con lo de los brazos de mazinger z, en serio ?, los llevas tatuados?
Anonimus
No, pero me has dao una idea. O_o
Las bolitas son bayas de enebro, ingrediente esencial en cualquier ginebra. ;-)
Hija, que eres tú mu bonica para estar pensando que si Mazinger, que si la 44.. Digo yo que hay que pensar más en lo de "Life is short, eat dessert first". Y si no, como dicen mis premium #quiennotequieraquesemuera
Nena, sabes tú que yo en postres no escatimo, ni en kebabs, ni en pizza, ni en bombones belgas... ;)
He aceptado mi destino!
Un 44? ¿Encuentras calzado fácilmente?,¿eres muy alta , Conch?
Jajajaja, qué bonica eres, madre! :)
Publicar un comentario