jueves, 4 de octubre de 2012

La Fee

Mi última pequeña obsesión, uno de mis últimos pequeños placeres...

Dedicado a Mónica López Abellán, que me la dio a conocer, pues es la sintonía de su programa Expreso de Mediodía de Radio Online Murcia, en el que participo todos los jueves, como éste.



Os espero hoy a partir de las 12 en #lacosamásbitterROM.

Hoy hablaremos de la lluvia, Miguel Bosé y en Con faldas y a lo loco, cómo nos gustan los hombres.

lunes, 1 de octubre de 2012

El paraguas



Y empezó a llover. Y sin querer, porque quizá tengo todavía cercanos los recuerdos del verano, me acordé de la historia de mi paraguas japonés que, por un motivo o por otro, la habré contado unas mil veces desde que volví de Japón, y que me perdonen los que ya se la saben.

Estábamos advertidos P y yo de que, a pesar del calorapio propio del verano japonés, nos podía llover a cántaros en cualquier momento. Pues hubo que esperar a tan sólo dos días antes de volver a España, para poder experimentar el chaparrón a la japonesa en nuestras carnes. Tocaba excursión a Kamakura, ciudad costera conocida por sus decenas de templos y su estatua de Buda de 13 metros de altura. Cierto es que amaneció con claros indicios de lluvia: humedad, color gris y, como se dice por aquí, estaba el cielo tierno. Por eso, P sí que se echó el paraguas al bolsillo, mientras que yo, como buena murciana, pasé tres kilos del paraguas. Es que pesaba, ocupaba mucho espacio en mi bolso y seguro que hasta en Japón se cumpliría la maldición ésa de que cuando salgo provista de paraguas inmediatamente deja de llover y no lo necesito. Y sí, estaba claramente poniéndoselo en bandeja al tiempo, pero también pensé que siempre tendría un ladito en el paraguas de P para cobijarme.

Nada más lejos. Cuando llegamos a Kamakura la lluvia ya la estaba liando parda. Y yo sin paraguas, con sandalias y mentalizándome de que me calaría hasta el esófago. El paraguas de P no sería suficiente y Yoshiko, nuestra guía, me miró con lástima mientras ella sostenía un paraguas casi tan alto como ella. Qué maravilla de paraguas, pensé cuando lo vi, grande, señorial y además transparente. Estos japoneses lo que inventan.

En el lío, arrimada a P, pronto me di cuenta de que ese tipo de paraguas, el grande transparente, era el más popular entre los japoneses. El equivalente al recurrido paraguas negro de caballero que compras aquí en España en la primera tienda que pillas. ¡Pero éste era tan bonito!, pensaba yo mientras notaba los goterones bajándome por los hombros. Tuve que actuar, y decidí entrar al primer establecimiento que viera para comprar un paraguas de ésos.

Una farmacia. Al final de la cuesta arriba que nos conducía al templo donde haríamos el ritual del té, tan sólo encontré una farmacia. Igualmente fui para allá, entré y como el que no arriesga no gana, gané, y nada más en la puerta, un flamante paragüero repleto de bellezas alargadas transparentes me daba la bienvenida. “800 yenes”.

Fui feliz con mi paraguas, que tuve que prestar al envidioso de P cuando vio que el suyo se quedaba pequeño y escurrío. “Esto nos lo llevamos a España”, dijo P.

Al llegar al aeropuerto de Narita, mostramos el paraguas con una sonrisa, por si no colaba, que al menos pensaran que éramos gente simpática. Yo le recordé a P el famoso caso de mi amigo K, que embarcó unas chanclas en una bolsa de plástico sólo para comprobar que llegaban. También pensé en los esquís y las tablas de surf, que son embarcados sin problemas. Y así mismo fue, en un plástico donde cabrían 3 tablas de surf envolvieron el paragüicas. Tres etiquetas y medio rollo de precinto después, el paraguas, convertido en armatoste de gran calibre, viajaba rumbo a España.

Ésta y otras mil batallitas fueron las que nos contamos A y yo el viernes pasado en las cinco horas que tardamos en volver de Lorca. Tras una hora esperando a que escampara, decidimos salir navegando por la Avenida de las Fuerzas Armadas. Después, conduje sorteando montañas de escombros y basura hasta que una tromba en Totana nos obligó a hacer un alto en el camino. Por fin, habiendo esperado a que volviera a salir el sol y tras alguna retención, el arcoíris más impresionante jamás nos daba la bienvenida de vuelta a casa.

La historia de la inundación de Lorca ya me la guardo para contarla en un futuro. Y tú ¿cuentas historias? ¿Dónde estabas el viernes?

domingo, 23 de septiembre de 2012

Buen otoño nuestro



Pues sí, incluso en Murcia, hay gente a la que le gusta que el verano sea eterno, y cuando les recordaba que este fin de semana se acababa el verano, me miraban con morritos de nostalgia. No hay nada que podamos hacer ya, que el final del verano es un hecho. Por mucho que sigamos llevando la misma ropa con tirantes desde abril, por mucho que sigamos yendo a la playa los fines de semana, por mucho que el termómetro del coche marque 29 grados… El verano se ha acabado ya, oficialmente, este fin de semana.

Yo lo prefiero, que estoy un poco hasta el moño de tener que ir a la playa los fines de semana si quiero comer con mis padres y entonces gastarme los leiros que no me sobran en la gasolina. Estoy cansada de sudar como un pollo todas las mañanas, resfriarme con tanto aire acondicionado, y tener que maquillarme por fases, con las ventanas abiertas para que corra algo de aire y con el abanico al lado. Además, estoy empezando a amarillear, que el moreno se me está cayendo. Más urgente aún, necesito que deje de ser verano para poder volver a mi rutina laboral como Dios manda, que parece que necesito cielos grises, mañanas frescas y hojas marrones en el suelo para poder funcionar en condiciones.

Así, decidí inaugurar el otoño yo solica este pasado viernes. Tras el primer madrugón típico de mis viernes de invierno, llegaba mi siesta de los viernes. Finalmente, para terminar la rutina consuetudinaria otoñal tenía que dar con un evento para esa noche que me ratificara que es otoño y no hay vuelta atrás.

Entonces la gente del grupo Temporáneo me lo puso facilísimo. Tras el aniversario de la discoteca Luminata la semana pasada, al que no pude asistir, este viernes era en el 609 el bar donde se centraba la fiesta con motivo de la recogida de la tarjeta BAN, una tarjeta VIP cuyas siglas significan algo tan cariñoso como Buen Amigo Nuestro. Y lo que pasa con los buenos amigos, que los invitas a lo que sea y que no farte de na. Un exquisito cóctel de mil bandejas pululaba entre los asistentes a la fiesta, al igual que circulaban los tercios de cerveza y las copas, que ahí nadie pasaría sed. Yo entré sola y, mientras buscaba a buenos amigos míos, observaba, dentro del mogollón, las mismas caras conocidas de siempre que bailaban, charlaban, bebían e intentaban ligar con la chica de la minifalda más cercana a ellos.

Por fin llegué al fondo, donde me esperaban los míos, a los que, con el dichoso verano, los viajes y las vacaciones, hacía mucho tiempo que no veía. “¿Qué tal el verano?”- nos preguntábamos todos para después documentar nuestras historias con las fotos del móvil. Era la señal de que el verano ya era cosa del pasado.

Finalmente, otra cosa que me puso facilísimo el 609 fue saltarme el régimen post-verano. No sólo por las copas, que con las bandejas me porté, sino también con las gominolas. Que será algo psicológico, que por las barras cerca de mí no veía ningún cuenco maligno, pero yo asocio 609 con gominolas sin poderlo evitar, y mi cuerpo me pedía azúcar en forma de lo que fuera. Entonces, como si hubiera escuchado al diablillo maligno encima de mi hombro, C le pidió gominolas a la camarera sin consultarlo conmigo. “¿Cómo me haces esto?”, le preguntaba con la boca llena de calorías vacías. “Necesitas energía para el Luminata, que esta noche tengo buenas vibraciones”. Y en esa tentación ya no caí. Fui fuerte e hice mutis por el foro, que el cansancio me podía y la ojera de los otoños empezaba a notarse. Y es que C, que se las da de bruja casamentera, me aseguraba que en pasados otoños había encontrado pareja para un par de primas suyas a base de corazonadas. “Déjate, déjate, que yo me voy a casa. He tenido suficiente, C.” Ya encontraré marido otro día, que queda otoño para rato. Y que por mucho que mole y lo necesite, tanto otoño de golpe, tan pronto, tampoco puede ser bueno.

¿Tienes ganas de otoño? ¿Eres BAN?

sábado, 22 de septiembre de 2012

#lacosamásbitterROM

Pues eso, siguiendo con mi humilde sección dentro del programa Expreso de Mediodía, hablábamos de Kimbra, la chica que acompaña a Gotye en su archifamosa canción del verano 2012.

Junto a The Killers, Sigur Ros y los Kooks, tuve ocasión de verla en concierto en el Dcode Fest y fue la revelación. Yo, que tan sólo conocía dos canciones de ella, no esperaba que la chiquilla tuviera tanto gancho y tanta marcha en el escenario.

Entonces, creí interesante que sonara en el programa una de esas dos canciones que yo conocía con motivo de su fantástica letra. Sabía que daría que hablar y sería la introducción perfecta para la sección que prepararé junto a Mónica López titulada "Con Faldas y a lo Loco".

El título de la canción "Settle down" significa calmarse, sentar la cabeza, establecerse, formalizarse, recogerse... Y encuentro especialmente divertida cómo empieza con “Quiero formalizarme, qué te parece sentar cabeza juntos, sentémonos a una mesa, cenemos juntos, bebamos vino...” y de repente desvaría y en na empieza con “tengamos hijos, le pondremos de nombre...”. Peliculón como veis, pero no me digáis que no es típico de las mujeres.

En el ascensor.
Él: "¿A qué piso va?"
Ella: "Sí, quiero"


Os dejo aquí la canción, el proximo jueves nos escuchamos en Expreso de Mediodía a eso de las 12. No olvidéis que podéis escuchar los podcasts del programa (yo salí el pasado miércoles 19) y que admitimos todo tipo de sugerencias para #lacosamásbitterROM.

La cosa más bitter

El pasado miércoles por fin me estrené en la Radio Online Murcia. Tras un par de apariciones medio improvisadas, una por teléfono y otra el martes cuando me colé en la entrevista a los Limones Radioactivos, llegó el día en el que me senté junto a Mónica López en su Expreso de Mediodía para, como dijimos ahí mismo, "hablar de mi libro".

Como no podía ser de otra manera, de sintonía elegí la canción que me dio nombre, Foundations de Kate Nash, y tras sonar, sólo quedaba empezar a hablar y empezar a disfrutar, que con Mónica es fácil y además te lo pasas pipa.

Empecé explicando la que va a ser mi aparición de todos los jueves. "La cosa más bitter" será el título de mi pequeña sección, que contará, como es normal, con cosas muy mías.

El bittersitio: Hablaré de un sitio en el que he estado y me ha molado
El bitterevento: Os hablaré del evento más chulo que haya ese fin de semana o de uno en el que haya estado.
La palabra chulérrima: Palabras modernas, nuevas, actuales, necesarias, anglicismos, palabricas de moda o simplemente que me gusten a mí.
La palabra fatal: Aquí elegiré palabras que me paracen fatales, feas, horribles e innecesarias!

Ya que este fin de semana se acaba el verano, pensé que era buena idea recordar Los placeres del verano y uno por uno, fui hablando de ellos con Mónica.

A los diez placeres añadí unos cuantos más de mi propia cosecha, como los barcos (yo es que vivo navegando) y los festivales, y de ahí que mencionara a The Killers.


Tras ellos, pasé a hablar de la que para mí fue la revelación del Dcode Festival: Kimbra, esa chica a la que conocimos por Somebody that I used to know... 

domingo, 16 de septiembre de 2012

Comienza ROM



Me pareció una idea genial, hasta atrevida, cuando J nos invitó a unos amigos y a mí a participar en una tertulia radiofónica sobre la mujer moderna. Yo, que mi única experiencia en la radio se remontaba a 1987 por algo que organizó mi cole, me disponía a enfrentarme a aquella alcachofa de gomaespuma, que al principio parece que muerde, y a mi timidez, que la tengo aunque no lo parezca. Y ocurrió lo que dicen, que te pones a hablar por el micrófono, sobre todo si es acompañada de la gente adecuada, y todo fluye. Y realmente lo pasas pipa. Y lo que dicen todos mis amigos periodistas: que la radio tiene algo que engancha. Y sí, acabé aquella tarde con ganas de más. 

Pasarían unos ocho meses quizá cuando, con la cabeza en otras cosas, me sorprendí al ver a mi amigo J, el hombre de radio, asomando por una ventana de un edificio de mi barrio. “Sube ahora mismo”. J se mudaba a una nueva oficina, pensé, porque él no soltaba prenda, sólo me enseñaba el piso con una ilusión que no le cabía en el cuerpo. “Hay un proyecto, Bitter, y queremos contar contigo”. Y sin saber qué era le dije que sí, que esa emoción que tenía era muy contagiosa.

Fue pasando el tiempo y, cual vecina cominera, cuando tenía un ratico, me iba a ver a J y a A, a ser testigo de los avances de su proyecto. Poco a poco se fue desenmascarando el misterio. Una mesa ovalada, unas paredes insonorizadas, unos micrófonos, unos cascos, una caja de mezclas, un montón de cables y por fin un logo daban forma a aquello que J me fue gradualmente contando. Radio Online Murcia se fraguaba gracias al empuje y visión de cuatro amigos que creyeron que algo muy grande podía empezar de una idea tan sencilla.

Llega una nueva radio, la radio 3.0, hecha en Murcia pero emitida al mundo por internet. Estés donde estés, sea en casa, en el curro, en Cuenca o en Japón (que lo he probado), podrás escucharla y formar parte de este proyecto. Una radio diferente cuyo objetivo será divertirte, acompañarte, alegrarte el día y, estoy segurísima de ello, engancharte como a mí.

Este verano empezaron las pruebas, las quedadas, las risas y hasta los aplausillos de emoción. Como cuando en una de esas tardes tontunas y calurosas de julio en las que me pasé por allí, coincidí con Yayo Delgado. Junto a Alejandro Campillo, cantante de nuestros Fenómenos Extraños, grababa un piloto de su programa. Desde el otro lado del cristal, con mis cascos puestos, disfruté como una enana de eso que llaman hacer radio. Caretas, cuñas, ráfagas y entradillas daban forma a un programa que revolucionará la tarde de los lunes. De entre sus geniales o incluso disparatadas secciones, contará con una entrevista a un personaje de la vida murciana, y adivinad quien fue la persona elegida para la prueba de aquella tarde. ¡Yo que simplemente pasaba por allí! Entonces volvió a ocurrir, sin miedos ni alcachofas caníbales, sino con mucho buen rollo, surgió la magia de la radio y a mí no había quien me despegara de la silla.

Hace poco leí que el proceso comunicativo que se establece entre el locutor y el oyente es una conversación entre dos personas que, sin conocerse, mantienen una relación próxima y amigable. Digo yo que será eso lo que engancha, el sentir que tienes amigos al otro lado del micrófono. El pasado viernes los chicos de Radio Online Murcia se presentaron por fin al mundo con un programa especial que hizo que fueran trending topic nacional por unas horas. Yo no pude estar presente, pero notaba, desde el otro lado de mi ordenador, tal emoción e ilusión de sus creadores y participantes, que hasta veía el brillo de sus ojos navegar por el ciberespacio hasta Lorca, donde yo estaba. Entonces, como buena vecina, no pude evitar llamarlos para saludar y desearles toda la suerte del mundo.

Comienza Radio Online Murcia. Cámbiate. Engánchate.

viernes, 14 de septiembre de 2012

El penúltimo

Después de dos semanas mierder (esto es así, sorry) y para celebrar que ya por fin por la mañana seré una sola persona haciendo el trabajo de una (que ya es) en vez de el de tres...

Para celebrar además que ya será viernes, que podré olvidarme un poco de todo y que me piro a Madrid a clausurar la temporada de festivales...

Sólo puedo poner una canción marchosica que bailé el sábado pasado, en mi penúltimo festival.

Como penúltimo es el chico a quien va dedicada esta canción (yo me explico).

domingo, 9 de septiembre de 2012

El placer ha sido mío



No hace mucho encontré por internet un artículo que enumeraba los diez placeres del verano. Uno por uno fui desmenuzándolos y, aun con variaciones, pronto me di cuenta de que, dichosa de mí, ya los tenía todos ticados y todavía quedaba mes de agosto.

De hecho, a día de hoy, el verano todavía no ha acabado, por mucho septiembre, mucha vuelta al cole y porque me niego a que termine ya y de una manera tan brusca. Por eso me he decidido a hacerle un repaso a esa lista, no sólo para poder recordar y saborear mis días de vacaciones, sino para ver si todavía hubiera manera de alargar alguno de esos placeres.

1. No hacer nada. Desgraciadamente ése se acabó de tanto usarlo, y me temo que hasta Navidad no caerá la breva de nuevo. Confieso sin embargo, que hubo un momento en agosto en el que hasta me enfadé conmigo misma por no hacer nada. Un sentimiento de culpabilidad y unas inexplicables ganas de septiembre me invadían junto a la pereza, la desidia y la abulia.

2. Desconectar. Lo hice aunque no se lo crea nadie. Muchas veces por obligación (las once horas de avión a Japón, por ejemplo) y otras por la pereza de la que hablaba antes. “¿Ahora encender el ordenador?”, “Paso de bajarme el móvil a la playa”, “¿Dónde narices estará mi cargador?”. Y querer estar a mi bola, para qué mentir.

3. Leer un buen libro. Pues voy por el segundo bueno. Nada más y nada menos que La vuelta al mundo en ochenta días. El siguiente, a la cola está, será el de mi profe María Dueñas.

4. Comer en un chiringuito. Ticado, pero no he abusado como otros años. Sí he variado, pues he probado chiringuitos bilbaínos, castellonenses y hasta gallegos. Sin embargo, en lo que a comer en la playa se refiere, ganan por goleada las ostras y el albariño que nos pimplamos en la playa de Cambados. Un lujazo que intentaré repetir otro verano. 

5. Echarse una siesta. Si por siesta entendemos la del calor, la siesta post-comilona, la de dos horas de duración, con baba y sueños incluidos, la de que te despiertas y no sabes si vas o vienes… ¿Esa? Sip. Hecho. Más de una.

6. Pasear. Me río cuando recuerdo cuando le pedí a mi profe del gym que me diera una tabla de ejercicios para el verano. Y también cuando me compré la esterilla para hacer abdominales en casa. Ilusa. Ni a correr he salido, que yo prefería pasear, preferiblemente de cháchara con amigos. Alguna caloría quemaría, ¿no?

7. Las fiestas del pueblo. Y con ello, sus conciertos, orquestas y verbenas. Flipé especialmente en las de Ferrol con la París de Noia, una orquesta tan alucinante que ni viéndolo es creíble. Sonidos electrolatinos en su esplendor, lo hortera hecho carne, un porno show con ropa ante mis propios ojos, que gozaba de auténticos fans entre el público.

8. Volver a ser niña. No he hecho castillos, ni me he enterrado en la arena, ni he montado en patín, ni en colchoneta… pero sí he bailado coreografías con las canciones del verano, Shakira, el Tacatá, el Chipirón, el temazo aquel de “Soy una taza, una tetera…”

9. Ver atardecer. Desde Getxo a Japón, de Castellón a Galicia, pasando por la Torre de la Horadada y el Mar Menor, pocos atardeceres se me han resistido.

10. La paella de los domingos. O arroz, como decimos los murcianos. De verduras de la huerta, con conejo y serranas, de pollo, de marisco, arroz caldero o a la piedra… Y en general una infleta a comer que no tiene nombre.

A estos placeres le añado los helados, la cerveza, las noches con amigos y las reuniones familiares. Es darle un repaso a la lista y sentirme tremendamente afortunada. 

¿Y tú? ¿Cuáles han sido tus placeres del verano? ¿Comes hoy paella?

La foto es obra y gracia de mi amiga J, que me hizo un book en Galicia que ni Paula Echevarría.