domingo, 13 de enero de 2013

La chica que se pesó



Los Reyes Magos me trajeron valor, más moral que el Alcoyano y un par de ovarios bien puestos para subirme a la báscula nada más levantarme la mañana del 6 de enero, casi antes de abrir los ojos, y tras la tradicional merienda-cena en casa de mis padres del día de Reyes. Aperitivos varios, pastelico de carne y roscón casero con chocolate. Una bomba calórica de ole con ole que, sumada a todo lo jalado los quince días previos, se tradujo a la mañana siguiente en un kilo setecientos de regalo de estas navidades. Que así, de primeras, asusta, pero luego tampoco está mal, ojo. Con lo que yo he sido. Y que ni siquiera llegué a la media española de los 2-4kg de más.

El susto ya estaba dado, aunque no sería comparable a lo que me esperaría al pesarme dos días después, que yo no había acabado de jalar. Esa tarde venían mis compañeras de trabajo a merendar y a calentar motores para la vuelta al cole. I trajo un roscón, A y N vino dulce, y yo preparé el chocolate y una bandejica con los últimos retales de la Navidad. De perdidos al esclavejío.

Al día siguiente, y aun sabiendo la jornada de comilona que me esperaba, yo a 7 de enero me desayuné lo que quedaba de roscón con chocolate. Saboreándolo, me despedía por todo lo alto de mis últimas horas de libertad alimenticia. El esclavejío de verdad ya lo daría en Totana, en la casa de campo de mi amiga J con aperitivos, cervezas, un asado, dulces y lo que hiciera falta, que en ese momento lo único realmente importante era disfrutar de mis amigos y de ese pedazo de día que hizo.

Y sí, fueron 600 gramos más, porque volví a pesarme, aquella mañana siguiente horrenda que fue el martes. Poco me importó el peso, la verdad, que la temida vuelta a la vida real molestaba más que cualquier michelín que pudiera encontrarme. Entonando un “no quiero ir al cole” me fui directa al gym a quemar mis pecados. Las compis de la sala, cuando llegué, charlaban de virus y de kilos, pero nadie, decían, se había atrevido a pesarse. “Yo sí”, dije sin darle importancia, creyendo que nadie me oiría, pero de repente se hizo el silencio… Hasta el profe arqueó las cejas. Desde entonces soy famosa en el gym: “¿Fuiste tú la que se pesó?”, me preguntaron al día siguiente. ¿Acaso no hay mayor motivación para adelgazar que ésa? Sigo sin entender su asombro.

Los Reyes también me trajeron una bolsica-nevera para llevarme meriendas sanas al curro y prácticamente a donde quiera que vaya. Mi pequeño bolsete que lleno con yogures, mandarinas, manzanas y botellines de agua, me da la vida todas las tardes. Así, cuando llego a casa por la noche, cenarme un plato de alcachofas es una fiesta, abrirme una lata de atún merece un aleluya y ya, con una tortilla francesa, se me saltan las lágrimas de emoción. Me estoy portando súper bien dietéticamente hablando y deportivamente ni os cuento.

Mi amigo O tiene un peso de ésos que te lo dice todo: la grasa, el agua, los músculos, la velocidad de tu metabolismo, y a veces hasta me da la impresión de que se enteraría de que le miento si le ocultara que he pecado con alguna galletilla, que para mí que esa máquina se chiva de todo. Este viernes, tras tantos esfuerzos, me armé de valor y le hice una visita. Después de leer todos los datos y hacer todos los cálculos, O me felicitó por ir por el buen camino. “Tu único problema es que tienes mucha vida social, Bitter” y obviamente no se lo pude negar, aunque no lo vea yo un problema, sino una suerte grandísima de la que no me pienso deshacer. Me despedí de O prometiéndole controlarme en las fiestas, cenas y aperitivos. Intentaré también pensar en Gunilla Von Bismarck. Me pregunto cómo lo hacía ella para estar tan flaca.

Después de las fiestas, ¿te has pesado ya?

3 comentarios:

sushi de anguila dijo...

La propia Gunilla se lo contó a Nieves Herrero en una conocida entrevista: ...Sin embargo, no descuida su físico. Mide 1,75 metros y está muy delgada. "Siempre he pesado 55 kilos. Como bien. Lo que ocurre es que hago una balanza: cuando jugaba al fútbol, comía todas las salchichas alemanas del mundo, todas las albóndigas suecas… Y al día siguiente, estaba a fruta. Siempre hago eso, una especie de balanza", revela.


Además, asegura que no fuma, ni bebe ni toma drogas....

Enhorabuena por tu 'arrojo bascular'... aunque, como dices, tu leve aumento gastronómico de endorfinas esté muy muy por debajo de la media nacional...

cuarentona dijo...

Si, me peso casi a diario!, así me controlo mejor...y casi 4 kilos,¡ahí es ná!.A final de mes ya los debo haber perdido, (si o si).En el gimnasio voy a darlo todo , que no había ido desde hace 5 años , y cuando la voluntad va fallando, visualización: playa/bikini.
Pues la Gunilla para mi gusto demasiado flaca, y no fuma , ni bebe, ni se droga...vaya birria de vida que lleva de fiesta en fiesta, ¿que demonios hace en las fiestas?, ¿Colgar los abrigos?. Así cualquiera

Conch dijo...

Cabrita, 55 kilos laorden. Eso no lo he pesao yo... en mi vida!
Salchichas alemanas y albóndigas suecas... anda y que le vayan dando.

Lo del alcohol sí que es un punto, que engorda una barbaridad, pero... qué difícil es a veces decir que no a una cañica al sol!

Jo, cuaren, ánimo con esos kilillos de más, seguro que a estas alturas ya te has quitao la mitad! Ánimo también con el gym y cuidadín con fiarte demasiado de la báscula que el gimnasio engorda! Fíate siempre más del espejo y de si te aprientan o no los pantalones, mi consejo.

Y la Gunilla? Pues haciéndose fotos. Hay gente que sólo sale para posar en el photocall, te lo digo yo!

Yo me visualizo en un barco velero...