Al final me pudieron las ganas a mí. No pude contener mi ansiedad y con un mensaje de texto incumplí todas las normas de los manuales de la chica cool, la fría que se las sabe todas, la que se deja querer. Quería saber qué había de lo nuestro. Que llevaba el tío dos semanas diciendo que tenía ganas de verme. Que tan sólo la noche anterior me había pedido audiencia pero me pilló ya tarde, en pijama y con el cuerpo para el arrastre. Esta noche era la noche, ése era el plan, pero eran ya casi las 11 y no tenía noticias de él. Incluso se podría decir que estaba en mi derecho de pedirle señales de vida.
“Estoy en el coche camino de casa, no ha sido un buen día y me voy a la cama. Un beso.” Y fue precisamente el beso lo que me paró los pies a la hora de blasfemar y cagarme en su estampa. Y que el “no ha sido un buen día” podría significar cualquier cosa, quizás tremenda, que sobre todo cuando tienes alguna desgracia o funeral reciente te da por pensar lo peor, que ya vas por la vida que cualquier imprevisto te descoloca. Si ya no se me daban bien las sorpresas…
Pero es que se veía venir. Lo había gafado yo desde el principio. La ley de Bridget Jones en estado puro. La casa limpia, el modelito bien elegido, la conjunción de la ropa interior, la depilación, un pelazo de escándalo y un maquillaje impecable. Estaba cantado, que poniéndome la máscara de pestañas murmuraba: “¡No me voy a comer una roooosca esta noche!”. Y mis amigos L y M se reían sentados en mi sofá deseando saber el desenlace de esta historia, que yo ya me olía que iba a ser fatal.
Me fui con ellos a cenar, qué remedio, y fueron ellos los que me dieron permiso para mandarle el mensaje al de las ganas y L quien me leyó su respuesta pues yo me temía lo peor y no tenía fuerzas. Lo sabía, ahora ¿qué? Talento desperdiciado, otra mala noche. En ese momento saltaron los dos, cual Verónica Castro con su “Mala noche, no”, con que disfrutara de la cena, que la vida es muy corta y que luego nos iríamos de cubatas y a bailar. Y eso hice, que lo que me reí con el par de dos y con las elementas de la mesa de al lado no tuvo precio. Y los vídeos musicales de fondo, que estábamos en el Bodegón Santiago y tienen por costumbre ponerte un DVD de algún concierto. Sin embargo, no es hasta que sale Miguel Bosé cuando la gente se desmelena cantando y bailando “Seré tu amante bandido” con el cuchillo de la sobrasada en la mano.
A esto, que sólo fue el calentamiento, habrían de seguirle las copas, que L y M no quisieron dejarme marchar. Fuimos entonces al Ma-T, donde nos juntamos con las primas rolleras y ya comprendí que no había marcha atrás, ya estaba liá, con cara de juez y un cubata en la mano. Hasta que fui al aseo.
Ahí estaba, frente a mí, haciendo cola para entrar. El chico más guapo y que más me gusta de toda Murcia, así como el que más pasa de mí del mundo entero. Que será un tontolpijo como todos los demás, sobre todo si no tiene el más mínimo interés en conocerme, pero a mí me encanta, que me alegra un montón la vista y la existencia. Tal y como me arregló, en ese mismo momento, la noche esta tan mala.
¡Hola! – le metí un grito que lo pasmé, pero es que la emoción me pudo.
Hey, hola, ¿qué tal?- respondió él sonriente dándome un par de besos.
Genial. Mira, ya salen del aseo, ya te toca.
Y ahí está. Eso fue todo. Se metió al aseo, cerró la puerta y ya tuve suficiente. Así somos algunas de sencillas. Porque mala noche, mala noche… ¡no!
3 comentarios:
Jajajajaja
Cuando acabe el vídeo de la Vero, te comento, que ahora mismo no estoy en condiciones
(jajajaaaaaaaaaaaa)
Eres una genia, lo sabes, no?
:)
Vosotros dos tampoco estáis mal.
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