Cuando llevas cuatro meses con una dieta poco estricta y eres un poquito débil de voluntad, hay un momento en el que te saltas el régimen por norma, mínimo una vez al día. Que si un trocico de pan, que si “esto tampoco engorda tanto”, que si “luego lo quemo”, que si “total, una cañica”, que si entro a un chino y me compro unas gominolas… Si ya a eso le sumas que una se va a EEUU en Semana Santa y se hincha a jalar, y tiene la mar de eventos de variada índole, llámese bodas, bautizos, comidas familiares, el SOS y cursos de cocina, pues ya apaga y vámonos. El estancamiento era oficial. Necesitaba un empujón, sufrir un poco, pasar hambre, volver al “modo régimen” y así volver a motivarme. Entonces me dirigí a mi endocrino desesperada: “Antonio, hazme sufrir, que estar a régimen y ser feliz no es compatible”.
Así pues, me miró a los ojos y empezó su discurso con las siguientes palabras: “Cuando uno hace ayuno o huelga de hambre al tercer día ya ni siente ni padece…” Tragué saliva y asumí las consecuencias de mi petición.
No era no comer, pero casi. Se trataba de una dieta a base de proteínas y la debía intentar una o incluso dos semanas. Y así he estado, que si carne, pescado, jamón, huevos, carne, pescado, jamón, huevos. Olvídate del pan, del arroz, de las verduras y casi casi ¡olvídate de la vida! Porque además con ésta sí que no valían las trampas. Por ejemplo, si se me ocurría comerme un cachito de pan, mi organismo lo cogería con tantas ganas que me engordaría el doble. Algo así me explicaron, que yo de química no sé. También me dijeron que tendría mucha sed y dolores de cabeza, se me pondría la lengua blanca y no sé qué de la acetona. Habréis oído hablar de la dieta de la alcachofa, la del análisis facial, la del cucurucho, la de la zona… pues yo a ésta la denominé la Dieta del Hijoputismo.
Aun así, al principio, supongo que por aquello de la novedad y los buenos propósitos, lo llevé genial. Hasta el punto de decir que no a unas galletas danesas que me ofrecieron o de estar tan ricamente de cena con mis amigas mientras ellas se hinchaban a montaditos y yo conformarme con mi platazo de carne (secreto ibérico del bueno, ojo). Pero eso fue al principio, a partir del cuarto día eso de que ni sientes ni padeces ¡me río yo! Señores, vivo entre el Zaher y la Buena Moza, he tenido que pasar todos los días por la Plaza de las Flores y me he aguantado las ganas de abalanzarme sobre algún que otro viandante y robarle el pastel de carne de un bocao, que con la dieta ésta se me agudizó el olfato, el oído y la vista. No podía ver la tele porque todo me producía hambre. No podía leer el periódico porque titulares como “Almuerzo motero en Totana” me ponían enferma. No podía tener una conversación normal porque palabras como bocadillo, chocolate o queso me producían la más voraz de las hambrunas.
Pero el suplicio llegó a su fin, ayer acabé la Dieta del Hijoputismo y hoy domingo estoy que vivo sin vivir en mí. No sé cuántos kilos habré perdido y creo que ni me importa. En lo único en lo que pienso es en qué comer para celebrarlo. Había pensado organizar la Fiesta del Hidrato de Carbono, pero mi familia y amigos me lo han prohibido.
Ahora estoy tan motivada que ya pienso en mi próximo régimen, que se llamará “la Dieta del Cinco” (la rima pa ti), la he diseñado yo y consistirá en recortar un 5% de todo lo que coma. La pondré en marcha en junio. Ya os contaré qué tal me va.
5 comentarios:
De la risa casi me atraganto con los "lacasitos" (jejejeje).
La "dieta del 5",.....no has podido estar más acertada.
Ten cuidadico con las dietas, que aparte de ser unas joputas todas, son peores que los gastos de la visa,tienen consecuencias insospechadas que aparecen cuando menos las esperas y con sus intereses correspondientes.
Te salvan el tipo pero son muy canallas, como todo lo inmediato en esta vida.
Nos falta una fotico, para apreciar los efectos de las dietas, ...morena.
¡Qué guapa tienes que estar, morena, para gozo de tus fans y júbilo de quienes aspiran a echarte el guante!
En realidad, lo tuyo es más propiamente la dieta de la Glaciación o del Neanderthal... cuando nuestros tíos abuelos, en plena ventisca, sólo podían comer animales y la grasas y tuétano de los mismos, o algunos peces capturados en el hielo, porque con tanta nieve perpetua, eso de los vegetales era como una entelequia... si hasta construían sus cabañas empleando costillas y colmillos de mamut por la imposibilidad de utilizar troncos de árbol...
y hasta aquí hemos llegado como especie, dando guerra a toda mecha...
Algún cafre te dirá que también se aplicaron la misma dieta macroproteica unos chavales uruguayos que tuvieron la mala pata de piñarse con su FH-227 en los Andes... pero no les hagas mucho caso, je, je, je...
Gracias, chicos, pero la verdad es que la que más lo nota soy yo. Sushi, tú puede que pa cuando me veas la próxima vez notes algo... porque la última vez que nos vimos todavía estaba digiriendo el ágape en tu castillo...
De todas maneras, entre el finde de descanso que me he pegao (kebab incluido) y el que viene que me voy a Madrid puede que tenga que volver a empezar! jajaja
Intentaré cuidarme esta semana.
Pd. Lo del mamut ya lo conocía, una amiga mía lo explica con búfalos, jaja.
Pues aquí Alfredo (mi robot) y yo hemos intentado hacer una tarta de queso, variando la receta por no ser del agrado de quien escribe. Y cuando digo "hemos intentado" es que no hemos tenido mucho éxito. Al postre resultante he decidido bautizarlo como "The Blob". No está malo del todo, muy dulzón para mi gusto.
Pues yo para celebrar mi cumple hice una tarta de queso con galletas oreo copiada del Cheesecake factory que pa qué las prisas...
También hice una Tarta de lima típica de los Cayos (Key Lime Pie) y por supuesto un brownie. ¡No fartó de ná!
Joer, qué hambre, y yo hoy a fruta.
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