Que llegara tarde. A las diez menos veinticinco pasadas, cuando habíamos quedado a las nueve. Treinta y seis minutos tarde ni más ni menos, lo más que he esperado yo jamás por un hombre, y porque estaba en una tienda de libros y discos y supe entretenerme. También porque, siendo la maníaca del control que soy, salió a la luz mi incapacidad de decisión ante imprevistos de este calibre y, paralizada en la puerta del establecimiento, me preguntaba si debía meterme al cine yo sola o mejor me volvía a casa a mi sofá. Así, en medio de mi debate interno, apareció por fin.
Quien me conoce estará pensando al leer esto, que cómo narices me atrevo a quejarme de que alguien llegue tarde, siendo yo la tardona mayor del reino. Pues me quejo, que treinta y seis minutos para una primera cita son muchos minutos y yo a tanto no llego. Que además lo mío siempre ocurre por ir con el tiempo justo, y que a eso se le sumen los elementos y todo tipo de calamidades que luego cuento al que me espera a modo de excusa (el tráfico, no sabía qué ponerme, me metí el rímel en el ojo…). Pero éste ni se molestó en darme motivos para disculparlo. Que salió a menos cuarto de Caravaca, me dijo con todo el morro. Buena primera impresión me da el tío. En palabras de mi amiga K, “feeling -10”. Y ya si contamos que era más bajito de lo que decía en su descripción y se depilaba las cejas le bajo otros diez. No había química, punto.
Tampoco antes de entrar al cine la conversación con mi amigo Feeling -20 consiguió engancharme, pero no quise ser cruel del todo y dejé el termómetro tranquilo, pues a las personas hay que darnos un tiempo. Especialmente en este tipo de citas, donde los primeros minutos consisten en aburrir al otro describiéndose a uno mismo. No tardé sin embargo en bajarle otros diez cuando, al ir a sentarse en la butaca del cine se quitó la cazadora. Bajo ella ocultaba una camiseta negra ajustada, luciendo musculito. Y que se le ocurra hablarme durante la peli que lo remato. Sonará superficial, intolerante y clasista, pero así es cómo funciona esto de la química y también las primeras impresiones y los prejuicios, y así me gusta a mí, como la gran herramienta para descartar al personal y ahorrarte tiempo e innecesarios quebraderos de cabeza.
En el otro extremo de la ciudad, mi amiga B estaba teniendo más suerte. Aún sabiéndose una enamorada de los modernos con greñas quedó con un chico de los correctos, de los de pantalón de pinzas. Igualmente, a pesar de ser más bajito de lo esperado (siempre lo son), mi amiga me contó que al poco de conocerlo ya tenía ganas de abrazarlo. Feeling +20 causado, seguramente, dice, por lo bien que olía. Y por las risas, que dice que hubo muchas. Y sería el vino, o volverse locos juntos ante un suculento y currado postre de chocolate que hacen en El Pasaje. O ya cuando, sin tapujos, desviaron la conversación a establecer un podio para los siguientes liberadores de endorfinas: chocolate, deporte, sexo (nótese que lo he escrito por orden alfabético). Aquí es cuando me da miedo esto del feeling, que noto a mi amiga muy lanzada pero no la veo yo con este chico.
Y precisamente este jueves, en clase, veíamos los adjetivos para expresar sentimientos o sensaciones: estoy feliz, cabreado, tengo sed, sueño... Feeling adjectives, les dije. “Entonces, teacher, cuando se dice que entre dos personas hay feeling…” me preguntó un alumno. Por un momento me detuve en la palabra y vi que, efectivamente, no va de sentimientos la cosa, sino de sensaciones, y no tanto físicas, sino más bien químicas, pues es la química o el feeling, los culpables de que con la mínima se nos caigan los palos del sombraje y empecemos a hacer concesiones y trueques. No son tan feos si huelen bien, cambiamos su poca altura por unas risas, nos producen aversión las cejas cuidadas y cada vez nos molan más los bigotes.
¿A qué cosas renuncias tú por química? ¿Te gustan los chicos con bigote?
11 comentarios:
Aunque no entiendo mucho de estas cosas, supongo que para que haya química hay que disfrutar.
Y para disfrutar debe prevalecer lo que sientes sobre pensar sobre tus reacciones antes lo que sientes. Como los buceadores avanzados, que no piensan que estan respirando de la botella...
Saludos.
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marlowe lleva bigote a veces, y a nosotros nos mola del todo
y un besete, Conch, que no hemos dejado de leerte ni un solo día, palabrita de brick scout
Feeling es un mazazo, a velocidad del rayo. Ni se planea ni se diseña, simplemente lo transmites o lo captas. Y te da la vuelta como a un calcetín, pone a cada uno en su sitio.Dura lo que dura, un minuto o toda la vida, que ahí es donde lo llevas.
Feeling de minutos o días hay muchos, los otros escasean más.
Y sí, si hay feeling, lo demás importa menos. (hay demás?)
Cuando hay química se lo pasa uno... TETA.
Biofrutismos, cuánto tiempo! (Aunque sé que estáis vivos, que yo también os leo)
Armando, estás hecho un poeta, my friend, pero tienes más razón que un santo.
Cuando hay química, el cuerpo entra en" funcionamiento", se "activa" tan rápido como ve al otro.
No hay que esperar 1 hora, ni ver un peli entera. Lo sabes aunque esté cerca y no hayas cruzado casi dos palabras con esa persona... pero lo sabes.
Luego puede suceder que la cosa no funcione, pero el feeling se puede sentir a metros de distancia, es algo animal.
Fede, así dicho, un lunes por la mañana... jajaja
Feliz semana extraña a todos, os deseo mucho feeling :)
Ay Dios, Conch! Puedo imagintarte y casi sentir como propia la experiencia de estar en el cine, con ese hombre de cejas cuidadas y camiseta ajustada, sabiendo que le tienes al lado y que el mínimo movimiento hará que vuestros codos se rocen y todas esas imágenes superponiéndose a los fotogramas de la peli que estás tratando de ver, sin conseguirlo; la sensación de que el hombre casi no existe, su ser se desdibuja, se diluye bajo la dichosa camiseta, recuerdas vuestro encuentro tan solo hace unos minutos y no puedes recordar sus ojos porque sobre ellos están esas cejas!! y la incomodidad de estar sentada allí, en la oscuridad con alguien que "no te ha entrado" y que por más que se empeñe, jamás te entrará... Y te reprochas: "Tía no seas superficial, que es sólo una puñetera camiseta y además, no está mal que se preocupe por el aspecto de sus cejas...", pero no tiene caso, ha perdido la batalla, la camiseta es más fuerte que todo él y sus cejas... de esas mejor no hablar!
¿Y sabes qué pasa? que no son las cejas, ni la camiseta ni el bigote! es que él no te gusta, sin más, sin explicaciones, sin sentido. Pasa, que las moléculas de tu cuerpo lo rechazan como el aceite huye de la gota de Fairy en una sartén de anuncio... se retráen y se niegan a producir esa sustancia química de placer y relajación que fluye cuando estás con ese "otro hombre" por el que te deshaces lleve la camiseta que lleve, sea cuál sea el tamaño de sus cejas y tenga o no bigote...
¿Me equivoco?
establezcamos un sano debate, querida conch
http://biofrutismo.blogspot.com/2011/12/incondicionales-iii-por-mister-manos-de.html
La química y el feeling son inexplicables, no es Ciencia, es Fe.
Como bien han dicho ya, intentas achacarlo al bigote, las cejas o la camiseta pero nuestras hormonas o lo que sea ya han decidido por nosotros y esa persona nos pone cachorros con o sin camiseta negra ajustada (con letras doradas en el pecho, ¿a que sí?) y eso es lo de menos.
No pensar, disfrutar, no analizar, contar los minutos que faltan para que las pieles se rocen y buscar la excusa con un quítame allá esa pestaña que se me ha quedado prendida de la mejilla o ese fugaz toque de brazo en la estrategia de ir avanzando contacto corporal para comprobar la receptividad.
O no, ese mírame y no me toques que como me pongas la mano encima te pienso hacer la urraca-rana (véase lucha libre mexicana) o un candado o la patada voladora que te sacará del cuadrilátero.
Esto es así.
Vipsania, nena, tú y yo nos tenemos que ir de copas juntas YA! jajaja. Qué disparate de comment, pero a la vez qué sensato y NOR-MAL!
"Todos los hombres quieren ser el primer poema para la mujer. Todas las mujeres quieren ser la última novela para el hombre". Me quedo con eso, que hasta lo he puesto en twitter. Ahora os hago partícipes de mis pensamientos.
Antonio, esto es asín.
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