Ganas de septiembre

Al principio molaba seguir aterrizando de la experiencia hindú lentamente, como planeando, con calma, sin estrés, meditando y eso. Molaba no preocuparse por nada, ni por qué hacer, a dónde ir, la hora que fuera, ni si me zampaba un sándwich de nocilla sin que fuera el cumple de nadie. Cúchame, es verano, me decía a mí misma.

De repente, tras poco más de una semana de ocio, agosto se me atragantó, y un pensamiento algo incómodo me invadió el coco. Y es que no tenía claro querer estar sin hacer nada. Estar hecha una perraca gandula, así, como concepto. Tenía que salir de ahí, largarme pronto de la playa o algo. La pereza se estaba apoderando de mí. Qué digo pereza, ¡la abulia! Salir a correr, estudiar, preparar trabajo, escribir, leer... tantas cosas que podría estar haciendo y no me daba la real gana de ponerme a ello. Y era raro en cierto modo, porque mi propia pasta flora me estaba sacando de mis casillas y me aceleraba el ritmo cardíaco. No podía evitar preguntarme si existiría algo llamado estrés post-playa.

Necesitaba volver a la rutina, que además tenía, y tengo, muchas ganas de septiembre. Presiento cosas buenas, hasta el punto de que creo que éste es mi año. Que ya me toca, jolín. Que si se casa la Duquesa de Alba yo también tengo derecho a ver la luz al final del túnel. Y es que no es el 1 de enero cuando debemos ponernos trascendentales con reflexiones y buenos propósitos, que el verdadero año nuevo empieza en septiembre. Es ahora, y que nadie me lo niegue, que hasta Ikea me ha felicitado el año nuevo esta semana. Estoy convencida además de que gran parte de lo que nos proponemos en septiembre sí se cumple, con más probabilidad que aquello que prometemos cumplir en enero. A los propósitos, que son parecidos tanto en una época como en otra (adelgazar, ser puntual, cuidarme, peinarme…), en septiembre le sumamos un “estudio económico”. Muchos de nosotros nos planteamos el posible recorte de lujos y necesidades, y un reajuste de gastos (la tele, internet, los viajes, el coche…). Mis grandes inversiones de principio de año van a ser irremediablemente mi restauración estética tras un mes hecha unos zorros, un trimestre en el gym y un móvil nuevo, y con eso ya me da para ser más que feliz hasta Reyes lo menos.

Así, con todo planificado al milímetro, septiembre llegó por fin el jueves y en twitter lloraban: “¡A la mierda mi vida, quiero ser un power ranger!”. Yo, a pesar de las ganas que digo que tengo, me levanté sin fuerzas, pero una parte de mí quería gritar: “¡Comienza el espectáculo!” y una vez superado el miedo de volver a mirar el email del curro tras las vacaciones, empezaba la fatiguita, que dicen los andaluces en lugar de angustia, de ponerme en marcha en modo turbo y no dar pie con bola. Una con otra fue, pero pasó pronto, que sin darme cuenta estaba ya en el fin de semana para respirar aliviada y coger esta semana con más ganas si cabe. Porque qué semanas nos esperan, amigos.

No me canso de decirlo, pero el mejor mes de septiembre es el que se vive en Murcia. Con la Feria y los Huertos por la noche y la nueva Ruta de la Tapa de día, con festivales como el Lemonpop o el B-side y un montón de conciertos para todos los gustos (de Pablo Alborán al Dúo Dinámico). Con las tardes de amigas, los granizados de mojito en la heladería Blancanieves y tantas otras oportunidades para murcianear... Vuelve el pasear por las calles murcianas, el cole y el reencontrarse con compañeros, vecinos, familia. No sé si al final cumpliremos lo del año nuevo, vida nueva, pero sea lo que sea, ¿a que tiene pinta de ser un comienzo fantástico?

¿Tenías ganas de que empezara septiembre?