La semana de los eventos fashion comenzó el finde pasado con la Pasarela de Moda Abierta en el Teatro Circo. En un escenario lo más impresionante posible se juntó lo más granado y trendy de la sociedad murciana. Muchas caras conocidas y mucho modelito moderno, indie, pop, vintage. A mi vera, una japonesa con un conjuntazo indescriptible desde los tacones hasta el tupé hacía fotos con un trípode mientras yo flipaba con el techo del teatro, con las paredes y las fotos de la restauración, que todo eso también es lo más. Por fin, tras un minuto de silencio dedicado a Lorca, dieron comienzo los desfiles, que mostraban, como era de esperar, atuendos poco ponibles en los cuerpos perfectos e inalcanzables de unas chicas monísimas. “¿Has visto ese culo? Clavadito al mío” me decía mi amiga L, “No, perdona, es un clon del mío”, le corregía yo. Y es que los viernes, con más moral que el Alcoyano, nos olvidamos de la dichosa operación biquini, que hemos decidido no martirizarnos con dietas y antojos por alimentos prohibidos más que lo justo y necesario y si eso entre semana, que nuestros findes no los pensamos fastidiar. La vida es muy corta como para amargarse por unas lorcillas de nada.
Del Teatro Circo fuimos a Kitsch, donde esa noche se inauguraba su terracica de verano. Con quintos, lomo y jamón del bueno, del que brilla en la oscuridad, le dimos la bienvenida a la nueva temporada de noches cálidas en pleno corazón de Murcia. Después fuimos a cenar a la Sidrería Navarra, a seguir cebando nuestros cuerpos serranos con unas tapas alucinantes, unas cañas y unas risas, y finalmente al Atomic donde empezaríamos con las copas.
Me gusta el Atomic porque, sin tener ni idea, lo veo muy New York y porque encuentro gente de mi edad y condición, que conozco y además me cae bien. Me gusta la música que suele sonar allí, clasicazos del funky de toda la vida, de los que se pueden cantar y bailar, desde James Brown a Jamiroquai, y me gusta que rule el vodka caramelo cuando suena la canción de Blondie que da nombre al local. Me gusta la gente guapa, moderna y actual que va allí, y que nada tiene que ver con la alta densidad de mataos, babosos sin conversación y horteras sin vida interior que te encuentras en tantos otros bares. Plomazos de ésos que te entorpecen el paso para decirte alguna ordinariez, o musculitos de brazo prieto, imberbes de pecho y con las cejas mejor depiladas que yo. Ains.
Pero volviendo a nuestro Atomic, el sábado por la noche quise repetir con mis amigas casadas, que son las que más marcha tienen y las que no están para perder tontamente su única noche libre. Con ellas no puede haber fallos ni medias tintas y después de una súper cena exótica tiene que haber minifalda, copazo y baile. O todo y hasta las mil, o nada.
Finalmente, para noche fashion a la par que distinta, la del jueves pasado. No se trató de un desfile de moda, ni de un bar, ni una nueva discoteca, sino de una cata maridaje de quesos y vinos junto a once amigos más. El vino lo puso Gorgocil y los quesos la Lechera de Burdeos. Plan nada light, lo sé, pero absolutamente en boga. Además, no se trata de hincharse, sino de comer con la cabeza y los sentidos. Algo aprendí sobre cómo juzgar tanto los vinos como los quesos con la vista, el olfato, el gusto y hasta con el oído, tratando de identificar o definir olores, gustos y texturas. Gran triunfo mío cuando osé decir que un trozo de brie olía a ternera y la frommelier me alabó la ocurrencia. Fue una gran noche y la recomiendo a todos los queseros modernos de buena voluntad.
Comprenderéis entonces que haya vuelto al gimnasio para ir quemando mis excesos. Y es que paso de dietas francesas milagro que no sólo te estropean el hígado y te producen mal aliento, sino que además no te dejan disfrutar la vida. Por muy fashion que sea, ésa será la única moda que yo no siga.
5 comentarios:
Yo también estaba invitado a lo del Kitsch, pero tuve que currar/cena familiar esa noche, si no, seguramente que hubiéramos coincidido... o no, ¿qui lo sa?. Me encanta el Atomic...
Lo de catar quesos y vinos hasta con el oído...genial...un hallazgo digno de Vila-Matas...
Interesantes fotos las de la cata. Para unir, el vino y el queso son más eficaces que un beso.
Cuando nos dijeron lo del oido nos sorprendió al principio, pero ¿sabes cómo cruje el gouda? Cristales, nene, cristales.
Tendríamos que montar una nosotros, sólo tenemos que juntarnos 10-12 personas. ¿Buscamos fecha?
A mi me encantaría, menudos planes más chulos tienes siempre, vecina...
Lo del desfile también tuvo que estar genial!
Mi mami y yo estamos fraguando otra cata de quesos... Os aviso!
Ese día habrá que lavarse las orejas como nunca para oír al queso hablarnos como hacían los krispies!!!
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