En medio de una despedida de soltera

Lo que os voy a decir os puede sonar extraño:

Son las 2:11 am y estoy, en el salón de mi casa, en medio de la despedida de soltera de mi amiga Esther.

¡Se casa la chinita!

Ni qué decir tiene que llevo un par de copas de más en el cuerpo y que vengo de un antro de perdición donde siempre son las 3 de la mañana y con nombre de número de información de telefónica...

Pero eso no es todo. No somos tan cutres.

La despedida de soltera de mi amiga Esther ha dado comienzo con su comida de mujeres (18, más concretamente) en un conocido y céntrico restaurante. Ha tenido sus típicos regalos como la pollica saltarina y la lencería picantona, y ha tenido sus risicas y marujeos, que a algunas hacía mucho tiempo que no las veía. Llorar, lo que es llorar, todavía no hemos llorado. Y se hará lo que se pueda para que la novia llore. Que no hay manera, oye, qué tía.

Y ya, tras la comida, lo típico: el café, copa y puro... pero sin puro. Y qué mejor sitio que el 609. Pa empezar, corregidme si me equivoco, no hay un sitio así en toda España. Y para terminar, la novia no se lo esperaba NI DE COÑA. Aún así, no lloró.

Y así hemos estado, horas y horas, copas y copas, bailes y bailes, y venga a fotos, (que ya nos avergonzaremos cuando las veamos) y más copas... Bueno, yo menos, que estos meses de abstemia me tenían acojonadilla y pasaba de quitarle, con la cosa más tonta, el protagonismo a la novia que, por cierto, iba...

La cena ha sido en mi casa... A las 11:30!! A las 11:30 he conseguido sacar al personal de la oreja. Que es que no tienen hartura!

Y ahora ya se han ido, mi casa tiene migas y mierda hasta decir basta... pero paso, ahora toca dormir, que mañana seguiremos con la despedida, capítulo 2.

Continuará!