Fue tan sólo un segundo, justo al
dar la medianoche, precisamente cuando comenzaba el día 21 de diciembre que,
estando yo en mi casa, sentadica frente a mi ordenador, se fue la luz. Y volvió.
Pero ese segundo, tan sólo uno, fue lo suficiente para que me diera un
microinfarto. Al final iba a ser verdad la profecía de los mayas, pensé, y yo
con estos pelos y en pijama.
Si me estáis leyendo es que
obviamente no se ha acabado el mundo. O se equivocaron los mayas o, muy de
siglo XXI, pues es como si nos hubieran mandado la profecía por whatsapp, no entendimos lo que nos quisieron decir, o lo
interpretamos como nos dio la gana. Y eso he hecho yo, que le he dado la vuelta
al rollo éste, porque menudo rollaco cansino, y lo he intentado ver desde otro
punto de vista más molón, positivo, y ante todo más práctico. Que no se quede
todo esto en saco roto, en una mera anécdota que contemos a nuestros nietos,
sino que he decidido darle un uso efectivo y una importancia.
El 21 de diciembre nos pilló en
viernes, y a mí además a final de trimestre. Si ya mis viernes son mi día más
cargado de curro y de estrés, que también fuera a tener lugar la fin del mon me venía como el culo. “Por
favor, que alguien me diga a qué hora es el fin del mundo que me organice”.
Poco tardó en aparecer por las redes y por whatsapp un programa con los eventos
del día que incluía lluvia de meteoritos, una invasión de ovnis y hasta un
concierto de la Pantoja a última hora. Yo sin embargo, en mi planning del día,
tenía ración doble de currele, comida de empresa, ir a ver a mi dietista (para
desearle felices fiestas), una reunión importante y una fiesta de Feliz Fin del
Mundo con las bloggers de Rock&Glam. ¿Llegaría viva a la noche o me pillaría antes el Armagedón?
Al final, la mañana del 21 fue
intensita pero sobreviví y, aunque el día se las prometía largo, parecía
transcurrir suavemente, sin mucho tiempo para detenerse a pensar en el
apocalipsis. Si acaso, el camino de vuelta de Lorca a Murcia, con 20 grados de
temperatura, el trasluz y el cielo anaranjado de la tarde, invitaba a ponerse
poética y pensar en el fin del mundo como una metáfora. Quizá deberíamos
despedirnos de un viejo mundo para darle la bienvenida a uno nuevo. Quizá
deberíamos adelantar los propósitos del año nuevo y extenderlos a propósitos de
una nueva era. Con lo que me gusta a mí lo de empezar nuevas vidas, me chifló
mi idea. Un nuevo mundo, una nueva era y una nueva Conch. Así, emocionada,
decidí trastocar mis planes y salir a tomarme un copazo con mi jefa, y que a mí
el fin del mundo me pillara en un momento de asueto y buena conversación, en un
momento de vida real. El sitio que elegí, junto a media Murcia: la calle Pérez
Casas. Vaya una idea original que tuve, que estaba aquello que no cabía un
alfiler y parecía de verdad la última noche en la Tierra. Que por los ojos de
algunos y el volumen de su voz, noté que ya llevaban horas despidiéndose de la
vida. “Si el mundo se acaba, que me pille f… ¡festejando!”. Pero no sólo esa
zona estaba abarrotada que, una vez tomada mi copa, socializado e incluso
limpiado mi conciencia con alguno que me encontré por ahí, de camino a la
dietista, flipaba con el mogollón de gente que paseaba por el centro. ¿Quiso la
gente que el fin del mundo le pillara en la calle también? Nada más lejos. Al
ver a los niños, los adolescentes, los viejos, las embarazadas… recordé que lo
que pasaba es que ya era Navidad en Murcia y me inundó una ilusión tan grande,
que era como para ponerme en plan Louis Armstrong a cantar “What a wonderfulworld”. Lo impidieron los Auroros, a los que me encontré en la calle
Jabonerías.
No fui a la
fiesta de Feliz Fin del Mundo, sino que, para este cambio de un mundo al otro,
decidí dejar las cosas claras, la conciencia tranquila y hacer vida real, sin
whatsapp, ni blogs, ni móvil por medio, y me fui de cena improvisada con quien
más lo necesitaba.
Y vosotros
¿estáis ya listos para el comienzo del mundo?
2 comentarios:
Claro que sí amiga:
Más que a una epoca de cambios asistimos a un cambio de época.
Por raro que parezca, espero que sea para bien. :)
Siempre hay que esperar para bien!
Claro que sí, amigo! Things can only get better!
Un besazo, y que pases una feliz Nochebuena.
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