Fue idea de H. Ella fue la que me avisó de que venían Manel a tocar al Auditorio. Ella iba seguro y yo... Me costaría encontrar acompañante. Es la manía esta que tengo de comprar siempre dos entradas para los conciertos en cuanto los anuncian. Me arriesgo y siempre gano, que hasta ahora nunca me he quedado tirada. Pero un grupo “de estos raros que me gustan a mí” y encima que cantan en catalán iba a ser difícil de encasquetar. Pero es que yo de verdad quería ir a ver a Manel, que me quedé con las ganas el pasado SOS 4.8, pues recuerdo que tocaron muy temprano la primera tarde del festival y no llegué a tiempo. Mi fiel amiga N, mi compi M, mi amigo A, y hasta D, que se ofreció tan sólo el día antes, fueron las opciones que tuve como acompañantes, pero poco a poco se me iban cayendo. Hice incluso un amago de venderlas por twitter, y la cosa tuvo su gracia, pues hubo gente que pensó que había encontrado un plan mejor. Mis ganas marranas. Fue por fin A la que me salvó del marrón de ver un concierto solica en el Auditorio, apuntándose tras proponérselo tan sólo un par de horas antes.
La sala Narciso Yepes estaba a reventar, rebosante de conocidos míos, filólogos y gafapastas. Profesores de Secundaria y de Escuela de Idiomas. Parecía como si la fiesta la hubiera organizado yo, que ahí estaba yo con mis gafotas negras y mi minifalda. Toda esa gente que luego cantaría las letras en perfecto catalán. Qué flipe y qué envidia, que parece que inventarte las letras en inglés vale, pero en otros idiomas no. En cuanto a los Manel, me sorprendió lo bien que sonaban y lo divertidísimos que eran. El cantante principal, cuyo nombre desconocía, introducía las canciones con una historia tremebunda en un español con acento catalán del cerrao. ¿Os acordáis de aquel humorista Eugenio? Pues yo no podía evitar pensar en él. También hacían pequeñas coreografías y consiguieron conectar y ganarse a un público que yo había creído difícil.
Manel y yo, por Alberto Frutos |
Qué buen sabor de boca me dejó ese concierto. Podría decir que fue de los mejores del año, así que fuimos a celebrarlo a la Yesería. Una vez allí, al ratico, casualmente entraron los componentes de Manel uno a uno, ¡pero no Guillem! Aun así me acerqué a felicitarlos en plan groupie pesada, y aprecié que Martí, el bajista, era molt bonic. Sin embargo, también me percaté de otra cosa: más que su fan parecía su madre. Y es que son muy jovencicos estos Manel. Lo flipé especialmente con Arnau, que en el escenario yo habría jurado que era el padre de todos ellos. No pude evitar preguntarles por mi Guillem, y me dijeron que se había quedado en el hotel, que estaba algo malico. (Pa mí que se quedó con una groupie con suerte). Y ahí, en la barra, los tres críos celebraban su concierto con unos quinticos de Estrella mientras yo sigo albergando la esperanza de que Guillem sea un hombretón que algún día me conozca, se enamore locamente de mí y me toque el ukelele no sin antes decirme: “Saben aquel que diu...”
5 comentarios:
CradlesStormer!!!
Jaajajaja... ¡qué bueno!, en la mejor tradición de Sweet Conch...
Gracias, sushito :)
Con lo que me gustaban a mí los cuarentones antes, eh? y ahora... robbing cradles ;) Lo que es la vida!
Me acaban de pasar la siguiente info de Marzo de 2011.
Roger: 28.
Martí: 25.
Guillem: 29.
Arnau: 27.
http://blogs.tv3.cat/anima.php?itemid=39002
Con lo cual, se confirma lo que yo creía, que Guillem es el mayor... pero tiene 4 años menos que yo :S
Oh well, nobody is perfect.
Ah! Entonces tampoco son taaaan jóvenes ;) Me encanta el post, me encanta Guillem.
Pa ti no, putica. Aunque 29 nos es mala edad pa nadie :)
Un gran muax, H!
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