Más de una vez habrás tenido una gran conversación con un tipo interesante y aseado. Parecía mostrar interés y hasta te pidió el móvil, pero nunca te llamó. Mínimo te preguntarás por qué se molestó entonces. Amiga, no estás sola. Pero claro, que te diga eso no lo hace menos frustrante y todavía querrás saber el por qué. Yo te lo voy a explicar, no sin antes agradecer a mis amigos varones por servirme de ejemplo y enseñarme tanto. Allá vamos: Razones por las que no llaman. El porqué de las cosas.
Para empezar, la gran mayoría de los tíos son demasiado inmaduros para ser sinceros y directos con una mujer. Les gusta mucho escurrir el bulto y hacerse los suecos y, con lo que nos gusta a nosotras ver e interpretar señales que no hay, el malentendido está garantizado. Decía Albert Camús que “todas las desgracias de los hombres provienen de no hablar claro” y no puedo estar más de acuerdo con él, pues a veces no hay mayor desgracia que estar hecha una loca dando la murga pidiendo tan sólo un poquito de amor correspondido.
Muchas veces nos piden el teléfono simplemente para darse palmaditas a su ego mientras están ligando con nosotras, aunque desde un principio no piensen llamar. Cogen tu número de todas formas para sentirse bien y para tenerlo “por si acaso”, por si les da una urgencia o se les ocurre cualquier motivo peregrino para llamarte en el futuro. Además, a veces, conseguir el teléfono de una tía es una especie de trofeo que enseñar a otros inmaduros como él.
La razón más común es que buscaban un rollo de una noche y, tras pedirte el teléfono, vieron que no estabais en sintonía. Con lo cual, es bueno que no te llamara, siempre que no fuera lo que estabas buscando. Y hay muchos de estos, muchos. En los bares y discotecas de Murcia éste será el tipo de tío con el que más a menudo te encuentres, los que sólo buscan ejercicio físico. También somos muchas las que no lo vemos, que pensamos que su madre estaría encantada de conocernos y nuestros hijos se llamarán… ¡Echa el freno, insensata! Has de saber que verán esos pensamientos en tus ojos y les repelerá para siempre. Y escucha, para siempre. Y a no ser que seas la prota de una peli de domingo, no habrá posibilidad de cambio en ellos. A pesar de esto, como te vio receptiva, te pide el número, por si acaso le cae una teja en la cabeza alguna vez y quiere buscar una tía estupenda para tener una relación de personas humanas. Y adivina qué. Esto de la teja no le pasa en un tiempo, puede que nunca, así que nunca te llama. Puede que pienses que no tiene mucho sentido lo que digo, pero es así como funcionan algunos. Piensa, sin embargo, que de alguna manera, el tío que haga esto te está haciendo un favor.
Luego están los que pensaron que estaban siendo educados pidiéndote el número aunque en realidad nunca tuvieron la intención de llamarte. Y éste será el caso más deseable. Pues nos pasa a todos. ¿Alguna vez le has dado el número a uno que te lo pidió mientras mentalmente cruzabas los dedos para que no te llamara? ¿Alguna vez no has pensado que tenías que haberle dado un número falso? Es la mierda ésa de “te hago una perdida”, de la que no hay manera de escaparse. Pues piensa al revés, dale la vuelta a la tortilla, que alguno hay con educación y sentimientos. Pensemos entonces que si te pidieron el teléfono era una forma de acabar la conversación con una nota positiva, de buenrollismo. Y eso que te llevas pa casa, dure lo que dure. Que luego nos dolerá, claro, pues pocos hay que vayan de frente con el sexo opuesto. Volvemos entonces a lo de ser sinceros y a lo de que nosotras no leemos mentes.
Por último, a modo de conclusión, sea lo que sea lo que pretenden o lo que se les pase por la cabeza, se agradecería, siempre, que fueran un poquito más valientes. O algo.
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