lunes, 6 de agosto de 2012

Un amigo con barco



“¿Navega usted hoy?” me preguntaba por whatsapp mi amigo C una mañana temprano. “Ya sabes que yo vivo navegando, C, como la Niña Pastori”, chulica ahí. Pero C hablaba en serio, me preguntaba si me apetecía salir de “navegada bonica” con él y más gente en el barco de su amigo P. Y de eso que recién despierta parece que la respuesta sería que no. Por alguna razón extraña, mis neuronas durmientes se resistían a apuntarse a un bombardeo así de buena mañana… Pero qué pijo, pensé enseguida, ¿acaso tenía un plan mejor o una razón de peso para perderme algo así? ¿Cuántas ocasiones de barco se presentan en la vida? A mí pocas, así que me lancé. “Dime hora, C”. “Lo que necesites para ser Conch”. Y así fue, en na y menos, a pesar de padecer la carretera que va a la Llana a 20 km/hora tras una hilera de veraneantes, Conch estaba en la marina de Las Salinas de San Pedro, con actitud y un capazo que incluía todo lo necesario para pasar la noche en Marruecos si era menester.

Quede claro que yo no entiendo de barcos. Soy de las que llama cuerdas a los cabos, diferencia las velas por tamaños y pone sus propios nombres a los nudos. Haciendo algo de esfuerzo, y vergüenza debería darme, diferencio proa, popa, babor y estribor, pero de ahí ya no me saques. Ahora, con to y con eso, una cosa que sé seguro es que el barco de P es precioso, una auténtica pasada hecha velero de madera de teka.  Lo había visto en foto, en los periplos de P y C a las Baleares en pasados veranos, pero por fin esta vez, tendría el placer de poder navegar en él.

Así, cargados de cervecica fresca y otros manjares, partimos rumbo sur cuando el viento nos lo permitió, que menuda historia y menuda ciencia hay que ponerle. Menos mal que no me mareo, ni me da miedo el mar, que lo de navegar inclinado y casi tocando el agua es toda una experiencia no apta para débiles mentales. Pronto, una vez estabilizados, que no rectos del todo, C nos hizo de DJ y empezaba la magia a ritmo de mis adorados Coldplay y la murciana Alondra Bentley, que no podía estar más acertada: I feel alive sonaba surcando los mares y con el sol brillando arriba del todo.

Cuando llegamos a la Isla Grosa, aquello parecía un pequeño parque acuático improvisado. Varios barcos con familias fondeaban en un lateral y no paraban de saltar niños en bomba de todos ellos. A pesar del subidón de alegría que llevábamos en el cuerpo, decidimos buscar un lugar más tranquilo donde parar (¿atracar?), almorzar y poder ver mejor las medusas, dicho sea de paso. El Estacio fue el lugar elegido. P nos preparó unas catalanas que sabían a gloria, tras eso unas picotas e incluso un gintonic. Utilizando las velas como toldo me eché una siesta en la cubierta con pausas para volver al mar a refrescarme. Qué bien hice accediendo a la proposición de C, pensé deseando que no se acabara la tarde.

A la vuelta lo traje yo. O al menos me gusta pensar que así fue. P me dejó al mando de la patronera, vulgarmente conocida como el timón. Dándome P unas nociones basiquísimas de brújula y manejo de semejante trasto, me encargué de dirigir el barco de vuelta al puerto como buenamente pude mientras ellos se encargaban de recoger velas y atar cabos.

La entrada al puerto ya fue cosa de P, aunque ayudamos todos. Nos tocó un pantalán muy cercano a la entrada, por lo que éramos objeto de todo tipo de halagos de los viandantes y compis marineros. “Qué preciosidad de barco, por favor”.

Exhaustos, nos duchamos allí mismo y yo casi que me vestí de gala, pues la ocasión lo merecía. La cena fue en la misma marina, muy cerca de nuestro velero, en el Blue bar, donde llegamos a la conclusión que quizá, sólo por eso, sea uno de los restaurantes más románticos de la Región de Murcia

Mientras escribo esto, P y C están en Marruecos, a donde llegaron navegando. La próxima vez espero que no se vayan sin mí. ¿Tienes un amigo con barco?

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Que envidia, que bien lo cuentas y sobre todo como lo cuentas, con esa gracia murciana, me quedo con eso de " llamar cuerdas a los cabos "; aún estoy riendo...
Mamen.

Conch dijo...

Gracias, guapa!

cuarentona dijo...

no, pero me gustaría