Mi amiga B esperó para hablar a
cuando nos quedamos las dos solas en el coche, tras dejar en casa a las otras,
y después de casi una hora de trayecto. No me miró, sino que siguió cara al
frente, como si nada. Tampoco le dio apenas entonación ni volumen a sus frases,
como para no darle importancia: “¿Sabes? Creo que M se ha echado novia. Lo he
visto en su facebook”. Y yo, que nunca los vi juntos pero me sé su historia,
porque B nos la contó con todos sus capítulos, sentí la punzadica en su corazón
como si fuera en el mío. B entonces empezó a soltarse, supongo, para intentar
entender cómo se sentía. Que es cierto que habían pasado ya tres años de
aquello y que ya en aquel entonces ambos sabían que lo suyo ni tenía futuro ni
razón de ser, más que nada por la distancia, pues les separaba un océano por
medio. Que tres años además son muchos, que estaba ya superado, y que en esos
años a los dos les habría dado tiempo perfectamente a tener mil parejas y hasta
un par de churumbeles cada uno, que de hecho mi amiga no ha parao quieta, y que
igualmente podría haber sido al revés (nunca es al revés, pensé). Que además B
está feliz como está, esa relación no habría funcionado nunca, porque él no
estaba por la labor y habrían acabado matándose y mejor así.
Yo también la ayudé a aclararse recurriendo
a la psicología barata del manual de la buena amiga de “no te convenía, B” y “menudo
ojico has tenido siempre pa los tíos”. Luego saqué lo de lo egocéntricos que
son todos, además de porque es verdad así en general, también porque quise
recordarle que este pavo era un ególatra de antología, que se portó fatal con
ella. Ambas coincidimos en que las relaciones de pareja deben ser de otra
manera, y que hoy en día no funcionan porque, no sólo los tíos, sino también nosotras,
vamos mucho a nuestra bola. Entonces acabamos hablando de la cobardía, del
compromiso, de lo mal que está el mercado y de la cantidad de tontosdelpijo que
hay sueltos por el mundo. Así, al final, tuvimos que reírnos, sin más remedio,
y estoy segura de que B dejó de darle vueltas al asunto.
Y es que duele, y yo
inevitablemente me puse en el lugar de B, pues como rezaba el título de la
película italiana aquella: “Ex, todos tenemos uno” y alguna incluso dos o más. Y
yo, que casi todo me da igual ya, si algo he hecho con cabeza en esta vida, ha
sido no tener a ningún ex en mi facebook. Sin embargo, siempre estarán aquellos
que un día se hicieron más que amigos, amigos entrañables que se llaman ahora,
cuyas vidas después de ti contemplas sin querer en tu muro. A mí también me ha
pasado lo de encontrar a algún que otro petardo celebrando su amor con otra, y
confieso haber examinado sus fotos pensando qué tendrá ella que no tenga yo.
También he llegado a quitarlos como amigos, como si eso fuera a evitar que me
lo encuentre de cañas por la Plaza de las Flores o haciendo la mudanza con su
nueva novia a la casa de enfrente, que en ocasiones parece que no hay calles
suficientes en Murcia.
Todos tenemos un ex, o dos, o
quince, pero también el deber de relativizar las cosas. Que para empezar a lo
mejor le dejaste tú y que para seguir, si no estáis juntos es porque no era
para ti. Que tampoco te gustaba tanto, e incluso hubo un momento que pensabas
que era gay. Que a dónde ibas tú con alguien tan bajito, tan serio, o con
semejante pantalón de pinzas, si es que en realidad no teníais nada que ver.
Démosles las gracias a todos esos
ex que nos siguen apareciendo en el camino, por el daño que nos hicieron, pues
nos hizo más fuertes, por el tiempo que perdimos con ellos, porque aprendimos a
recuperarlo y sobre todo, gracias por reaparecer en un bar, una foto del
facebook o en un sms nocturno de borracho, porque nos recordáis que somos
mejores, estamos mejor sin vosotros, y no dudaremos en demostrároslo a la más
mínima ocasión.
Y tú, ¿tienes a tu ex en facebook?
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