Decía Fleetwood Mac en su canción Dreams que los truenos siempre
ocurren cuando llueve. Y es que últimamente me oigo a mí misma tarareando esa
canción, que tampoco es que me guste demasiado, todos los viernes por la noche.
Este viernes pegó incluso más el cantarla, que resulta que llovió de verdad,
sin que me enterara, mientras estaba en la Filmoteca Regional con I, viendo la
peli de Grease.
Decía que con la lluvia, truena,
y que parece que es siempre los viernes. Una vez leí por ahí, que lo de que
lloviera los fines de semana tenía una explicación científica y a la vez muy
lógica. Algo que tenía que ver con la contaminación y el gasto energético de la
semana, que hacía que eso petara los viernes en forma de lluvia, como si de un
desahogo se tratara, para volver a la normalidad los lunes. Me pongo metafórica
y pienso en mi lluvia mental de los viernes. Tras la semana de curro, de
desgaste energético, y de la contaminación que supone la acumulación de trabajo
y algún que otro mal rollo, se hace inevitable que los viernes esté dándole
vueltas al coco, reflexionando sobre mi vida, mi tiempo, sintiéndome gris, torcida
e incluso al borde del lloro si me apuras. Y no soy la única, que tengo amigas
que hasta les da fiebre.
Aun así, por muy cansada y de
morros que esté, intento salir y entretenerme, evitando a toda costa quedarme
en casa, probablemente atrapada en el sofá hasta las mil, no haciendo otra cosa
que maldiciendo mi suerte. A eso me niego, que ante todo hay que vivir, que si
entre semana voy loca ¿para qué están los fines de semana? Y que esta Murcia
tiene una oferta de cosas para hacer que no hay que perderse, por mucho que la
ojera y el dolor de cabeza te pidan descanso y buenos libros. Entonces, en
plena lluvia, siempre ocurre el trueno. Tengo la suerte de que siempre acaba
habiendo una sorpresa, me surge un imprevisto de los buenos, que hace que
cambien mis planes y mi suerte en un pispás.
Hace dos viernes la sorpresa me
la dieron, sin querer, J y L que, saliendo del cine, camino ya de vuelta a
casa, se encontraron con M y P, y decidieron que irse los cuatro de cañas,
justo en el momento que yo les llamé pidiendo que me sacaran de casa. Las cañas
acabaron siendo cena sentados (os recomiendo el crepe de café asiático que
hacen en el Keki Bocados), y de ahí hubo que pasar a las copas, que no pudieron
ser en otro sitio que no fuera La Oveja Negra, donde se inauguraba una
exposición con photocall y todo. Y lo que tiene estar rodeados de amigos y las
fotos en blanco y negro, que ni se te nota la ojera, ni los malos rollos esos
de la lluvia.
Y como dicen, la lluvia limpia, y los sábados
siempre me encuentro mejor, pero sigue habiendo sorpresas. Yo, que quedé con
las chicas en ir a la fiesta de Singles del Ficciones, acabé cenando antes con
ellas en el De3en3, donde de aquí a nada me van a hacer socia de honor. Allí me
encontré a D y D, que me secuestraron para llevarme a un cumpleaños… Para
cuando por fin llegué a la fiesta de singles ya no quedaban pegatinas verdes de
“estoy libre” y me puse una naranja de “ni fu ni fa”, que parece que molaba
más. De ahí otra vez a la Oveja y de ahí, a Contracorriente, después de unos
mil años.
Cuando me desperté el domingo ya
no quedaban ni lluvia ni truenos, brillaba el sol y por fin me volvía a sentir
yo, con las pilas cargadas al 100%, perfecta para ver la ceremonia de los Goya
rodeada de amigos.
Hoy, tras el exitazo de la peli
de Grease, la cenica improvisada con I y las aventuras que seguro que me
depararán este fin de semana, para cuando leáis esto, tened claro que me
sentiré al 100%. A decir verdad, puede que esté durmiendo, pues otra ceremonia
de cine, la de los Oscars, me espera, esta vez, con la gente de Radio Online
Murcia. Para los insomnes y los muy cinéfilos, os espero en internet a eso de
la medianoche, deseando que ya haya pasado la lluvia… y los truenos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario