La primera vez que oí hablar de ella fue
el pasado mes de mayo cuando, por el cumple de mi amiga A, N sugirió que le
regaláramos una novela llamada Cincuenta
sombras de Grey. Yo, con la mega pila de libros pendientes de mi mesilla de
noche, no me interesé siquiera por el título. No fue hasta el mes siguiente cuando,
para el cumpleaños de S, mis amigas decidieron repetir regalo. Ahí ya,
inevitablemente, saltó mi curiosidad, y con un poquito de google y de twitter,
me medio-documenté sobre este librito tan popular entre mis congéneres. "Porno
para mamás", "adictivo e intrigante" y "la novela que ha revolucionado a las
mujeres de América". Con esa carta de presentación y, tras hablar de ello con J,
lectora empedernida donde las haya, decidimos leerla nosotras también. “Sí, éste
es el libro del que habla todo el mundo”, rezaba una pegatina en la portada. J
lo empezó esa tarde y yo lo dejé en mi pila de libros, para cuando acabara La voz dormida. “Es una mierda, Bitter”,
me dijo J a los tres días.
Entonces llegó julio y mi viaje con A
y N. Ambas hablaban de un tal Christian al que amaban y de una tal Anastasia a
la que envidiaban. Una de ellas, incluso, se llevó la novela dichosa al viaje
y, a pesar de haberla leído ya, en ocasiones la abrían por una página al azar
para leerla entre suspiros. Fue entonces cuando les pedí que me contaran más y
así documentarme del todo. Tan del todo, que pensé en regalar mi libro a
alguien, pues yo ya no tenía ninguna gana de leérmelo.
Tuvieron que pasar tres meses para que
cambiara de opinión. Las tertulias en la Radio Online y las conversaciones con
amigos fans y detractores me obligaron a informarme antes de hablar. Esta
semana, gracias a las navidades, me lo he acabado por fin. Si bien es cierto
que el principio engancha (a ver cuándo se la tira), no entiendo el supuesto
pique con el libro, pues lo encuentro una ñoñez aburridísima. Así, un sueño de
padre y muy señor mío me invadía siempre, fuera la hora que fuera, para luego
dejarme comiéndome la cabeza: “De lo que he leído antes de hincharme a bostezar
¿qué es lo que puede haber gustado a mis amigas? ¿De verdad esto les pone? ¿No
les repele el estilo o la traducción?”
Pues no, y van y se leen la trilogía
completa y me desean que en el 2013 ponga un Grey en mi vida. Ni harta a copas.
Ni tampoco se lo deseo a ellas. No quiero un acosador, un mandón y un celoso
pervertido. Que sí, que el sexo impulsivo, espontáneo, desinhibido mola un
montón y más si el tío está bueno y está loco por ti, pero que el gatico de las
9 colas se lo meta por donde le quepa. A dar latigazos a la puta calle. Y que sí,
que cada pareja juegue a lo que le dé la gana en su alcoba, su piano o su encimera
de la cocina, pero dentro del respeto y del consentimiento mutuo, que se note
que estamos en el siglo XXI. Que si hoy jugamos a que yo soy la sumisa, mañana
te toca a ti, majo.
Llego a la conclusión entonces de que
la novela gusta porque ella, que es, a priori, una sonsa del montón, realiza el
sueño más deseado por toda mujer, uno que nunca pasa en la vida real, por el
que todas la hemos cagado alguna vez, que es que un tío cambie por ti. No nos
damos cuenta y novelas como ésta no ayudan. Ni los hombres rarunos cambian, ni nosotras
somos sus salvadoras, ni la razón de que ocurran milagros. Y que los locos
deben ir al manicomio y nosotras no deberíamos tocarlos ni con un palo.
Si acaso, lo único que me gusta es la
correspondencia de los protagonistas por email, donde la mosquita muerta se
suelta y el sádico se muestra de lo más ingenioso, divertido y sí,
tremendamente sexy. Pero ya.
Así pues, para el 2013 me propongo dos
cosas: leer libros mejores y tener los ojos bien abiertos. Por si me cruzo con
un sombrío de éstos y tengo que mandarlo bien lejos.