Una de las cosas que más odio de los domingos por la tarde es la jartá a películas románticas que ponen en la tele, una detrás de otra, a la hora de la siesta. Que no tiene una suficiente con estar de resaca, aplataná en el sofá, arrepintiéndose de las copas que no se debió beber y de ese kebab que no se debió comer a las 4 de la mañana, con la botella de dos litros de agua como único acompañante, como para que te vengan con historias de cenicientas rescatadas por príncipes azules que no existen.
Tú que te pusiste tan mona anoche para salir y te volviste sola, cabizbaja y afligida tras presenciar lo que bautizaste como el festival de San Feo, lo primero que vas a tener que soportar es una historia de chico cañón conoce a chica mediocre, son felices y comen perdices. Ale, la primera en la frente. Vayan pasándome el helado de a litro, que me dispongo a ser patética.
Lo siguiente que me da rabia es que las chicas de estas pelis no suelen ser, a priori, bellezones estupendos, lo cual no motiva nada. Son descuidadas y mosquitas muertas, sonsas que luego demuestran tener intelecto y vida interior. Esto me hace reflexionar tantas cosas… Por una parte, ¡la de sonsas con suerte que hay en este mundo! O si no, daros vuelta. Seguro que conocéis a más de una. Y luego, ¿es por esto que las estupendas por fuera y por dentro no nos comemos una rosca? Me da por pensar que a los tíos lo que les gusta es rescatar a sonsas de su supuesta vida triste ¿o qué? ¿Y es que una tía no reluce hasta que no tiene un zamarro a su lado?
Otra cosa que me mosquea es que la prota suele ser huérfana, o por el contrario tiene una familia gigantesca, estrambótica y porculera ¿eso por qué? ¿No valen los típicos papá, mamá y hermano (s) que no molesten? Porque haberlos haylos, (o eso me han contado).
En lo profesional, los triunfadores son ellos: médicos, altos ejecutivos, arquitectos, profesores de universidad… Ellas, subordinadas a su sonsez, viven atrapadas en trabajos rutinarios de los que quieren salir por patas: camareras, taquilleras, paseadoras de perros… que sueñan con un príncipe que les proporcione una vida mejor. Y con eso les basta, con los sueños, porque total, sin que ellas hagan nada al respecto, hay un momento en el que llega el guapetón de turno, se fija en ellas de la manera más pelegrina y empieza la persecución, la otra gran mentira.
Los chicos de las pelis no sólo tienen una habilidad paranormal para hacerse con los móviles de las susodichas sino que también las llamarán, ¡y hasta les dejarán mensajes en el contestador! También se enterarán de dónde viven, dónde trabajan e irán a verlas. ¡Eso no pasa! En la vida real somos nosotras las que perseguimos. Por sms, por el facebook, en los bares, nos haremos 200km de carretera, averiguaremos su lugar de trabajo y nos dedicaremos a pasar hechas un pincel por la puerta… pa na.
En la vida real las triunfadoras somos también nosotras. Incluso me atrevo a quitar el “también”, que últimamente me cuesta encontrar a alguien que no sea un arrastrao de la vida cuya mayor ambición sea que haya fiesta 2x1 en el 609.
Sinceramente, creo que las pelis románticas son el peor invento del siglo XX. En el siglo XXI deberíamos apostar por pelis tipo
La cosa más dulce,
Sexo en Nueva York o
Que se mueran los feos, o creemos un nuevo género donde se exponga la realidad de ese fenómeno social que es “Mataos vs Tías estupendas”.
Esta tarde veré la nueva de Jennifer López, que he oído que se acerca a este nuevo género: ella es la triunfadora y a él le descubriremos una interesante vida interior pero no sé yo… ¿qué te apuestas a que ella es huérfana?