
Cuando me agobio y me estreso, cuando tengo muchas cosas que hacer y no encuentro el momento de parar…
Cuando lo veo todo negro y encima va el cielo y se vuelve gris anaranjado oscuro y me cae un chaparrón del quince por la Avenida de la Libertad (¡¿visteis lo del jueves?!)…
Cuando engancho una cosa con otra y llego tarde a todos sitios, y se me ocurre pensar que necesito que los días tengan treinta horas, o que por el contrario acaben ya…
Cuando me estoy asegurando una muerte prematura durmiendo menos de 6 horas, o me despierto una hora antes de que me suene la alarma y ya no sé si es por el calorapio murciano o porque no descanso el coco…
Cuando quiero partirme en dos, en tres y hasta en cuatro trozos, y además saltar en plan Matrix, por no decir sacarle los ojos, a todo el que se me ponga por delante…
Cuando todo eso y más me ocurre… entono una frasecica muy mona, en plan mantra, que mi hermano me enseñó: Possunt, quia posse videntur (Pudieron, porque creyeron poder). Y ahora me pongo filosófica y casi culta, y con el permiso de ustedes y el de mi hermano, les contaré una historia que él me contó a mí hace dos años, en un maldito día pre-oposición:
Cuenta Virgilio en el Libro V de la Eneida que en unos juegos, los remeros troyanos con Mnesteo al frente en la nave Pristis iban los últimos en una carrera de cuatro barcos. Aún contemplando semejante panorama, no perdían la esperanza y seguían luchando rema que te rema para, por lo menos, no llegar los últimos y evitar la vergüenza. En esto que el barco del tercero (un tal Sergesto) se come una roca. Y nuestro amigo Mnesteo lo adelanta. Luego adelantaría a Gías, que se había quedado sin timonel en su nave Quimera y se había puesto a tiro de piedra justo detrás del primero, Cloanto. Es ahí cuando Virgilio explica el por qué de su remontada, pues cuando todo parecía perdido se habían posicionado milagrosamente en segundo lugar y al que parecía tener la carrera ganada ahora le temblaban las paticas porque temía perder la gloria frente a los que, en principio, menos posibilidades tenían. Y es que éstos eran a los que “el éxito les alentaba: Podían porque creían poder”.
Y en eso consiste: en verlo, en creértelo, en aquello de la ley de la atracción, en el “Po-de-mos” de la Roja de la Eurocopa de 2008, en el “Yes, we can” de Obama y en la selección sudafricana de rugby, que imagino que habréis visto “Invictus”...
¡Ah! Al final nuestros remeros ganaron y yo me saqué la oposición, que no me dejo el cuento a medio.
Este artículo de hoy se lo dedico a todos aquellos que han tenido una semana nefasta, entre los que me incluyo. A todos los que hemos ido con el agua hasta el cuello y la lengua fuera por el fin de curso, la planificación del verano, los proyectos para el año que viene y cualquier otro marrón imprevisto. Respiremos y mirémoslo por el lado positivo: ya ha acabado la semana, hemos sobrevivido y estamos a domingo leyendo el periódico.
También, cómo no, le dedico esta historieta a aquellos que no han terminado de remar y saben seguro que todavía les quedan varios tramos difíciles con rápidos y más rocas: mis compañeros opositores, a los que les deseo mucho ánimo, resistencia y visión. Que recuerden que creyendo que se puede es la mejor forma de poder. Y que piensen que, como los troyanos, aunque vayan de últimos, aunque tengan ganas de lanzar los remos por la borda, aunque sea una cuestión de números y parezca que está todo perdido, siempre les quedará la posibilidad de que alguno se trague las rocas y quede un hueco para remontar.
Mucha suerte a todos.
Cuando lo veo todo negro y encima va el cielo y se vuelve gris anaranjado oscuro y me cae un chaparrón del quince por la Avenida de la Libertad (¡¿visteis lo del jueves?!)…
Cuando engancho una cosa con otra y llego tarde a todos sitios, y se me ocurre pensar que necesito que los días tengan treinta horas, o que por el contrario acaben ya…
Cuando me estoy asegurando una muerte prematura durmiendo menos de 6 horas, o me despierto una hora antes de que me suene la alarma y ya no sé si es por el calorapio murciano o porque no descanso el coco…
Cuando quiero partirme en dos, en tres y hasta en cuatro trozos, y además saltar en plan Matrix, por no decir sacarle los ojos, a todo el que se me ponga por delante…
Cuando todo eso y más me ocurre… entono una frasecica muy mona, en plan mantra, que mi hermano me enseñó: Possunt, quia posse videntur (Pudieron, porque creyeron poder). Y ahora me pongo filosófica y casi culta, y con el permiso de ustedes y el de mi hermano, les contaré una historia que él me contó a mí hace dos años, en un maldito día pre-oposición:
Cuenta Virgilio en el Libro V de la Eneida que en unos juegos, los remeros troyanos con Mnesteo al frente en la nave Pristis iban los últimos en una carrera de cuatro barcos. Aún contemplando semejante panorama, no perdían la esperanza y seguían luchando rema que te rema para, por lo menos, no llegar los últimos y evitar la vergüenza. En esto que el barco del tercero (un tal Sergesto) se come una roca. Y nuestro amigo Mnesteo lo adelanta. Luego adelantaría a Gías, que se había quedado sin timonel en su nave Quimera y se había puesto a tiro de piedra justo detrás del primero, Cloanto. Es ahí cuando Virgilio explica el por qué de su remontada, pues cuando todo parecía perdido se habían posicionado milagrosamente en segundo lugar y al que parecía tener la carrera ganada ahora le temblaban las paticas porque temía perder la gloria frente a los que, en principio, menos posibilidades tenían. Y es que éstos eran a los que “el éxito les alentaba: Podían porque creían poder”.
Y en eso consiste: en verlo, en creértelo, en aquello de la ley de la atracción, en el “Po-de-mos” de la Roja de la Eurocopa de 2008, en el “Yes, we can” de Obama y en la selección sudafricana de rugby, que imagino que habréis visto “Invictus”...
¡Ah! Al final nuestros remeros ganaron y yo me saqué la oposición, que no me dejo el cuento a medio.
Este artículo de hoy se lo dedico a todos aquellos que han tenido una semana nefasta, entre los que me incluyo. A todos los que hemos ido con el agua hasta el cuello y la lengua fuera por el fin de curso, la planificación del verano, los proyectos para el año que viene y cualquier otro marrón imprevisto. Respiremos y mirémoslo por el lado positivo: ya ha acabado la semana, hemos sobrevivido y estamos a domingo leyendo el periódico.
También, cómo no, le dedico esta historieta a aquellos que no han terminado de remar y saben seguro que todavía les quedan varios tramos difíciles con rápidos y más rocas: mis compañeros opositores, a los que les deseo mucho ánimo, resistencia y visión. Que recuerden que creyendo que se puede es la mejor forma de poder. Y que piensen que, como los troyanos, aunque vayan de últimos, aunque tengan ganas de lanzar los remos por la borda, aunque sea una cuestión de números y parezca que está todo perdido, siempre les quedará la posibilidad de que alguno se trague las rocas y quede un hueco para remontar.
Mucha suerte a todos.