domingo, 28 de octubre de 2012

Tertulia de mujeres



Ahora es que me ha dado por las tertulias. Que si en la radio, que si en los bares, en el coche y en la vida, en general. Tanto cara a cara, como por la vía virtual, que por whatsapp, ese invento del maligno, últimamente me pego unas charletas con mis amigas que dan para escribir libros.

Y ¿de qué hablamos en estas tertulias? Pues de hombres. Que si lo pienso mucho me repatea sobremanera. Nosotras que vamos de liberadas y modernas, parece que nuestra mayor preocupación es el sexo opuesto. Y ojo, que a mí me encanta. De todos es sabido que me apunto a rajar al personal en cuanto tengo ocasión, pero visto a posteriori o tomando algo de distancia, me da cierta rabia que en un segundo todo se reduzca a eso.

Un ejemplo. El sábado pasado mi amiga M quedó con un chico guapérrimo. “El Espaldas” le llamamos, pues no tiene una espalda sino dos, madre mía, qué disparate. No sólo eso, sino que también tiene un trabajo digno, conversación y hasta vida interior. Y lo mejor, insisto, es que había querido quedar con M para irse de cañas. De ahí surgió nuestra primera tertulia, con el tema “Qué me pongo”. Media horica de charleta y calculo unos 180 mensajes.

Al acabar la cita, nos contaba M por whatsapp y desde su nube, que la cosa parecía haber ido bien y que prometía, pues habían quedado en repetir. Eso ocasionó otro montón de mensajes y otro rato de tertulia con todo tipo de consejos sobre cómo actuar el día después. Pero luego con la vida real entre semana, donde, además de ir como locos y no acordarnos de que hay vida más allá, los pocos momentos de asueto no fueron dedicados a mensajes por parte de ninguno de los dos.

No fue hasta el jueves cuando M abrió la caja de los truenos sin que fuera ésa su intención. “No quiero ahondar en el tema, pero a día de hoy el Espaldas pasa oficialmente de mi cara. No sé nada de él”. Y se lió. Que su plan era relajarse y olvidar, y nosotras le recomendábamos emborracharse o buscarse un clavo. Entonces pronto salió lo de la cobardía (que yo cuando oigo esa palabra no puedo evitar acordarme de Chiquetete) y lo de que, con lo maravillosas que somos, no nos merecen, que las prefieren sonsas en lugar de especiales… Y entramos en un bucle eterno por los siglos de los siglos. Que no nos valoran, que tienen el guapo subido, y que si no les convences tú porque no ven nada especial en ti, ya se encargan ellos de buscar otra. Que “tías hay más que botellines”, se dicen quedándose en ese limbo del soltero chungo que arrasa con la primera que pilla. O eso o llegará la Otra con mayúsculas, con la que empezará una relación (palabra que dejará de darles miedo pronunciar de repente), tendrán críos y serán felices para siempre. 

Aquí fue cuando decidí silenciar el móvil. Será que la vejez me está haciendo más pragmática, pero sé que, por mucho que hablemos, no vamos a solucionar nada, por lo que tampoco me sirve de consuelo. Soy de la teoría, según lo visto en mis amigas felizmente casadas, de que cuando se encuentra a la persona adecuada, todo encaja, fluye y no hay que necesidad de forzar las cosas, ni de sentirse incómodo o nervioso. Lo que no es, no es, y si tienes dudas en los principios, que deberían ser preciosos, sal por patas antes de que la película se convierta en peliculón. En palabras de mi amiga I, muchas nos empeñamos en cosas que desde el inicio son problemáticas olvidándonos de que una relación sana no debe ser así. ¿Cuándo perdimos las mujeres el control? ¿Fue cuando bajamos el nivel de exigencia dada la escasa calidad de la oferta?

A la mañana siguiente, M retiró de un golpe todo lo dicho y reconoció que se equivocó con el de las Espaldas. Había recibido 6 mensajes suyos pidiéndole perdón por no haber dado señales de vida. M supo entonces que debía cambiar de actitud, pues se dio cuenta de que ellos serán unos cagaos, unos simples y unos cerdos, pero nosotras siempre estamos a la defensiva.

jueves, 25 de octubre de 2012

Tres eran tres

Tres eran tres, los años en el papel.

Hoy, 25 de octubre de 2012, hace 3 años que el diario de La Opinión de Murcia publicó mi primera columna.

Quién me iba a decir a mí. No sólo que yo fuera a escribir en un periódico, que llegara a 3 años (155 columnas nos contemplan) y sobre todo que, tres años después, celebraría este aniversario de la mejor manera posible, de la manera más mediática.

Para empezar, casualidades de la vida, fui invitada a Enreda2.0, un espacio matutino dentro del programa MuryCía, dedicado a la tecnología y las redes sociales en Onda Regional. La entrevista fue cortita, pero muy amena y agradable, junto a Miguel Massotti, Isabel Franco y Marta Ferrero. La podéis escuchar aquí.

Y más tarde, como siempre en la 2ª hora de Expreso de Mediodía de Radio Online Murcia, llegué con mi Cosa más Bitter, que fue seguida de una fantástica tertulia de mujeres. Por supuesto, hemos tenido que regarla posteriormente en la plaza de las Flores con una marinera y un Martini peleao.


Menuda mañana estupenda, muchas gracias a todos los que habéis contribuido a ella.

Elige tú la sintonía


La tertulia de mujeres seguía sin sintonía. La elegida ("Los chicos con las chicas tienen que estar..." de los Bravos) no nos convencía. Es más, hasta recibimos comentarios de que, además de hortera, era retrógrada y políticamente incorrecta. Y que no era justo, jolín. Tertulia de mujeres significa DE MUJERES. Aunque hablemos de hombres, pero tenía que ser otra canción más potente y más nuestra, de mujeres solas.


Puedes escuchar el programa aquí. 

Mónica y yo entonces propusimos varios temas de distintos estilos, el señor X también, y al final nos decantamos por dejarlo en vuestras manos. Así, dejamos una encuesta publicada en facebook para que todos, escuchas, amigos y familiares nos ayudárais a decidir.

Puedes ver la encuesta aquí.

Os pongo algunas de las propuestas:

Yo no soy ésa. Ésta, que fue propuesta por Mónica, es mi favorita, de Mari Trini, murciana y sobre mujeres independientes y distintas.

Because the night. Temazo de Patti Smith, también propuesta por Mónica y de otra mujer potente. Ahora... lo de que hable de la noche es lo que no me convence.

That's not my name. Ésta no sé quien la propuso, pero simplemente me encantaaa!!

Respect. Clasicazo que propuso mi amigo Alberto Frutos. No sé cómo no se nos ocurrió. Yo lo veo muy con faldas y a lo loco, pero pidiendo respeto. Genial.

All dressed in love. Cómo es que sólo tiene mi voto?! Vale que la propuse yo y que no es muy conocida, pero es tan cool, tan Sexo en Nueva York. Y ¿no hablábamos de faldas? Pues eso, vestidas de amor.

Tenéis hasta las 12 del mediodía del jueves para seguir votando. Hasta entonces... nos escuchamos cada jueves en Radio Online Murcia.

domingo, 21 de octubre de 2012

Mi lado del sofá



Entonces llegamos a la conclusión de que la culpa fue de Raphael. Nada tuvieron que ver mis ganas de fiesta, mis ansias porque llegara el fin de semana o que hiciera lo menos quince días, que en mí es un disparate, que no me pintaba el ojo ni me subía al tacón. Nada que ver.

Pues tremenda la mañana del día siguiente. ¿Qué digo la mañana? El día entero. Un día entero en que la mala conciencia y el dolor de cabeza me obligaban a empezarlo demasiado temprano. Un día entero inutilizada, casi moribunda, poniendo a Dios por testigo con el ibuprofeno en una mano y el vaso de agua en la otra, de que sería la última vez. Y claro, hecha una piltrafilla, en casa, en pijama y con ganas de na, na más que de morirme, no me quedaba otra que inaugurar la temporada de algo que me encanta, que llevaba meses sin hacer. Algo que sería la verdadera solución a mis males, por ser domingo, por tener resaca.

Entonces comienzo mi ritual echándole un recuerdo a mis adorados Kooks, que cantaban aquello de ¿Por qué no vienes a este lado de mi sofá?”, mientras me acurruco en el mío, abrazada por los cojines. Y que a mí me perdonen si no soy políticamente correcta, pero yo a esto lo llamo sofasex. Sin necesidad de escandalizarse, aclararé que sofasex es una palabra que utilizo para designar las veces en las que mi sofá es mi amante y amigo, mi confesor, el guardián de mis secretos. Llamo así a esas tardes grandiosas de pijama y peli romántica con final predecible, de palomitas y helado a cucharadas, de ese amor propio entre almohadones, de esos episodios de Sexo en Nueva York que me zampo… ¡Ay! ¿O qué os creíais? Que es que ya me conozco yo el juego que da la bromica del sofá y las mentes malpensantes. Y como me lo sé, yo también entro al trapo, lo confieso, utilizando las redes sociales de lanzadera de frases con doble sentido, para darle un poco de más vidilla a mi estado impresentéibol del domingo por la tarde. Tan sólo soltar un twit del estilo de “Vuelven los domingos de sofasex” y la peña da rienda suelta a su sucia imaginación.

Y los moscones ¿tú sabes la cantidad de mozos que pican? Eso sí que es un cebo. Pican y se pican. Lo que se ha llamado tradicionalmente los perros del hortelano, que ni comen ni dejan comer, hacen su aparición estelar en mi película de sofá y cojines. Esos tíos que dedican sus días a pasar de mí, parece que de repente ocurre algo, ven algo, que les recuerda que existo. Y como creen que soy feliz y ya no les babeo porque, seguramente, tengo un churri a mi lado del sofá que me da alegrías, empiezan ipso facto a tirar chinicas en mi tejado, recordándome a mí que ellos también existen. Como si no los tuviera yo en mi mente ya o incluso no hubiera soñado con ellos la noche anterior. 

Pero hay que tenerlo claro: no quieren nada en realidad, si acaso no perderte de entre su cla, de su club de fans ése en el que les ríes las gracias y les dices que sí a todo. Pocas cosas hay más típicas. El perro del hortelano en su versión murciana o como dice mi amiga V: “Mucho te quiero, perrico, pero pan, poquico”.

Yo lo tengo claro y por eso me indigno. Que por muy tentada que esté a invitarles a un ladico de mi sofá me propongo estirar la farsa unos días más, ya fuera del tresillo. Que qué contenta que estoy porque es lunes, que qué bien me lo paso, que qué sonrisa se me marca en la cara, que qué me estará pasando y mil otras versiones del “Mírame y sufre, tío, que soy estupenda”. O escúchame, que la Radio Online también atrae a los moscones que es una barbaridad. Así, sin poder evitarlo, me pongo en plan divina, imitando a Lana del Rey y canturreo, desde la comodidad de mi sofá: “Ahora mi vida es dulce como la canela, estoy viviendo un maldito sueño. Nene, quiéreme porque estoy saliendo en la radio. ¿Cómo te gusto ahora?” 



¿Vienes a mi lado del sofá?

viernes, 19 de octubre de 2012

Nene, quiéreme, que salgo en la radio

Now my life is sweet like cinnamon
Like a fucking dream I'm living in
Baby love me cause I'm playing on the radio
How do you like me now?

domingo, 14 de octubre de 2012

Mi gran noche



La culpa de todo la tuvo Raphael con su canción “Mi gran noche”, que no dejaba de sonar y resonar en mi cabeza. Y jolín si es pegadiza la puñetera. A modo de mantra con aires casi vengativos hacía ecos en mi mente desde que me levanté la mañana del jueves.

La culpa de todo también la tengo yo misma, que me gusta ponerle nombres raros a las cosas. Palabras para mí chulérrimas que definen los conceptos con mucha más precisión. Así, un jueves antes de un viernes festivo es un juernes, igual que el día anterior había sido juércoles. Un jueves que es un viernes anticipado en realidad, un regalo maravilloso que nos hace el calendario. Que así el madrugar no nos cuesta tanto, el ir a trabajar parece que tiene otro color y se afronta el día con otra cara. Y ya si a eso le sumas a Raphael canturreando en tu cabeza, agárrate que el final del día promete curvas.

Por último, están las circunstancias, que también tienen mucha culpa. Que si estás trabajando mucho últimamente, te mereces una fiesta; que si llevas tiempo sin salir, ya va siendo hora de pisar las calles; que si sufres un poquito de desamor, habrá que beber para olvidar… o simplemente dejarse ver por el mercado, que es mucho más sano. Entonces pasa lo que pasa. Que estás en la oficina contando las horas para el supuesto fin de todos tus males, pensando en el modelito que te vas a poner esa noche. Y tarareas, por lo bajini, moviendo los pies al compás, la dichosa canción otra vez:

“Hoy para mí es un día especial, pues saldré por la noche…”

Y llegas por fin a casa que te falta el aire. A las diez de la noche volví yo del trabajo, lancé los bártulos sobre el sofá y directamente me metí a la ducha. Al salir del baño me puse la canción a todo trapo, siguiendo el consejo de mi amiga I, para que me acompañara mientras me vestía y me acicalaba. Y tuvo que ser minifalda, tacones y ojos de loba.

“¿Qué pasará? ¿Qué misterio habrá? Puede ser mi gran noche…”

A las 11 me esperaban los chicos de Radio Online Murcia en una esquina de la Gran Vía. Entonando a Raphael nos dirigimos hacia la calle Bartolomé Pérez Casas. Entonces me contó mi amiga T que la semana anterior había estado de bares con Ernesto Alterio tras su actuación en el Romea y, estando en el Atomic, sonó esta canción y la bailaron desatados. Qué cosas, pensé. Yo hasta ahora sólo la había oído en fiestas de amigos.

Pero para fiesta de amigos, la que tenían montada en Pérez Casas los del Grupo Temporáneo, que inauguraban un nuevo local. En Boga, un local de estética muy currada que promete grandes noches, se presentaba al mundo con una fiestecilla de lo más animado. Mini piscinas con tercios de cerveza en las esquinas de la barra y camareras estilosísimas te daban la bienvenida con bandejas de comida exquisita. Mucha cara conocida como era de esperar y mucha gente que hacía tiempo que no veía. Seguimos contándonos el verano en octubre en algunos casos, en otros, el tema de conversación fue la riada en Lorca y el más popular, afortunadamente, las felicitaciones por lo chula que está quedando nuestra radio. Los cuatro amigos radiofónicos estábamos flotando en una nube. Estaba siendo, efectivamente, una gran noche.

“Será, será esta noche ideal que ya nunca se olvida, podré reír, y cantar y bailar disfrutando la vida…”

Y llegó la mañana siguiente. Viernes festivo al que podríamos llamar viérbado. Viernes de resaca monumental pero con la posibilidad de quedarme en casa hecha una piltrafilla, tirada en mi sofá, sin excesivo cargo de conciencia. El calendario volvía a hacerme un regalo: dos días para olvidarme de Raphael y volver a ser persona.

One Sunday Morning



Wilco tocarán este viernes en la BUM...

domingo, 7 de octubre de 2012

Celebration



Al final iba a ser verdad eso que dicen de los bebés cuando nacen. La pequeña B llegaría con un pan bajo el brazo. Y es que su papi, tras meses desesperado en un trabajo sin futuro y sin fuste, decidió, a escondidas y arriesgándose en los tiempos que corren, salir a buscar un currele mejor. Y lo encontró, pero no era mejor en grado comparativo, sino el mejor en grado superlativo. El trabajo de los trabajos, el sueño hecho realidad de cualquier trabajador de su especialidad, demostrado claramente por el número solicitudes presentadas a la oferta y por la cantidad de fases de entrevistas y cribas extrañas por las que el papi de B tuvo que pasar. Al final sólo podía quedar uno y el elegido fue él. Yo le felicité en plena calle cantándole una canción que le hizo reír al otro lado del teléfono. Enhorabuena, A, a celebrarlo, que tienes el mundo en tus manos.

A mi amiga B la ascendieron por sorpresa. Tan de sorpresa, que ni siquiera estaba preparada para celebrarlo. “Esperaos al menos a que cobre”, nos dijo sin mucho entusiasmo, ¿pensando que tal vez se nos olvidaría? Nada más lejos, que los amigos habíamos apuntado la fecha en la agenda y ésa no se iba a librar de pagarse algo tan fácilmente. Aun así tuvimos que recordárselo y supo encontrar una excusa. “Es que esa noche tengo el cumpleaños de I, no va a poder ser”. Pues buscaremos otra fecha, ¿será por días?

Al cumpleaños de I fui yo también. Lo celebró en la huerta, en la casa de unas amigas, en el jardín, bajo las estrellas, aprovechando que todavía no refresca demasiado por las noches. La media luna y el silencio más absoluto a nuestro alrededor, pues la casa está en medio de ningún sitio, nos acompañaron en una velada de risas y mucho cenar. Y menos mal, porque nos quedamos sin postre. Canija, la perra de la casa, aprovechó nuestro despiste colectivo para localizar la tarta de queso en la cocina, alcanzarla y jalársela, por lo que le tuvimos que cantar el Cumpleaños feliz a I con un tiramisú helado que encontró en el fondo del congelador. Tras la tarta, las copas, y con las copas, posamos en un photocall improvisado con una cortina de ducha, bailando al ritmo de temazos de ayer y siempre a todo volumen. Que en la huerta estábamos solos y ahí no había a quien molestar. De Technotronic a Raphael, pasando por Paloma San Basilio y acabando en La Más Grande, nos desgañitábamos y mostrábamos nuestras exquisitas coreografías y dotes artísticas. Tanto es así que decidimos organizar pronto otra fiesta, con motivo de que no hay motivo, y montar, ya que estábamos, un concurso de talentos tipo “Lluvia de Estrellas”, que mis amigos y yo tenemos arte para rato y vergüenza ninguna.

Y debió de ser eso, que de repente me acordé de que efectivamente no hay por qué tener un motivo para celebrar las cosas, sino sólo ganas de hacerlo. Por eso este viernes se me ocurrió convocar a mis compis de curro para celebrar que somos un gran equipo, que éste va a ser un gran año, que esta semana ha sido mejor que la anterior y que además tampoco llovía. Cierto es que ya no estábamos en feria, pero le debíamos una a Lorca, a cambio del horrible viernes anterior. De ese modo volvimos a reservar mesa en la Cofradía, que tiene un estupendo menú diario de 10 euros y allí cabríamos todos.


De postre me pedí la tarta de la abuela, la de galletas de toda la vida, y mientras la saboreaba y me relamía, recordé que es la tarta favorita de B. Acto seguido la llamé: “B, no seas petarda, pon una fecha, y ve pensando ya lo que nos darás de cenar en tu fiesta. Yo me encargo del postre”.

Y tú, ¿tienes algo que celebrar?