martes, 31 de julio de 2012

Hoy pincho para ti

Esta mañana leía (y escuchaba) en El País Digital el artículo "Hoy pincho para ti" donde mi adoradísima Anni B. Sweet elegía 10 temazos chulísimos en su mayoría desconocidos para mí. No obstante, me he emocionado al darme cuenta de que en el último año he visto en concierto a tres de ellos: la leyenda viva Wanda Jackson, los se-nos-va-la-olla The Flaming Lips y los fantásticos the Kooks de los que me sabéis #muyfan. Con lo cual... me apunto a los otros para próximos gigs.

Y así, me he acordado de una vez que yo fui DJ. Fue en la fiesta Ladies and Gintlemen del pasado 24 de febrero. En su momento tenía la intención de publicar aquí las 12 canciones que elegí, que además hubo gente que me las pidió, pero lo fui dejando y olvidando... Total, que las pongo hoy, 5 meses después, que nunca es tarde.

Algo más cañeras y conocidas que las de Anni B. Sweet, allí van: 

1. Foundations. Kate Nash No podía faltar, y además tenía que ser la que empezara mi humilde DJ session. Es la canción que me dio nombre: "You say I must eat so many lemons, cause I am so bitter" (1:20)



2. Jag Kommer. Veronica Maggio: Esta es una chica fantástica. Hace que cantar en sueco esté tirao, y que la canción da una marcha...



3. Tightrope. Janelle Monáe. Esta canción la conocí por un artículo de la revista Time, que enumeraba las 100 mejores canciones de todos los tiempos y la  incluía. Ahora a Janelle Monae se la puede ver junto a Fun en We are young.




4. Jungle Drum. Emiliana Torrini. Esta, a pesar del nombre, es islandesa. Otra nórdica con mucha marcha.



5. Safari Disco Club. Yelle. Ahora una francesa. Con ésta un poco más y hundimos una tarima en el SOS...



6. Bulletproof. La Roux. Y ésta, con nombre francés, es inglesa, y tiene un discazo. Fue difícil elegir canción, quizá me quedé con ésta por la letra.



7. Shake it out. Florence & the Machine. Mi querida Florence, todos soñando con que venía al SOS, pero eligió el FIB, al que no fue tampoco. Algún día...



8. Blind. Anthony con Hercules & Love affair. De éstos hablábamos tan sólo ayer mi amigo L y yo, de cómo nos gustaría verlos en concierto, que al parecer se vuelven a juntar.



9. Is it ‘cos I’m cool. Mousse T feat. Emma Landford. Esta canción tiene ya unos añicos, la cantaba yo con mis compis de PW... pero es que mola, o qué?



10. Titanium. David Guetta feat. Sia. Esta ha sido la canción cañera del año, tanto en los bares como en mi gimnasio. Y me gusta por la australiana Sia que ya me flipaba con canciones como ésta.



11. We Found Love. Rihanna feat. Calvin Harris. A mí es que Rihanna me da mucha marcha, y esta canción, más.



12. Dancing in Houston. Robyn vs Whitney. Hacía poco que nos había dejado la gran Whitney Houston, éste era mi pequeño homenaje, descubierto, como casi todas las demás canciones, por mi queridísimo L. Con él vi a Robyn en Niza, de telonera de Madonna, en nuestro feliz verano del 2008.


Éstas fueron las 12 canciones que elegí para aquella noche. Por circunstancias del Friday Night no pudieron ponerse todas, pero las que sonaron causaron FUROR y muy buenas críticas.

Para terminar, lo haré con una canción de la chica con la que he empezado el post. A ella también la vi en concierto hace nada, en la Mar de Músicas, y estuvo de lo más simpática. Éste fue el último tema que tocó.

domingo, 29 de julio de 2012

Una playa del norte


En Bilbao a la playa se va en metro, lo cual es una cosa que, por muy lógica que pueda parecer, a mí se me hace rara sin poderlo evitar. Y sí, teniendo montones de playas magníficas esperándonos en la costa levantina y haciendo allí 17 grados de temperatura máxima y un cielo gris horrendo, las tres zagalicas nos empeñamos en ir a la playa, aunque sólo fuera por verla. Nos habían recomendado ir a Getxo y ésa fue la opción marcada en la máquina de tickets del metro. Sin embargo, cuál fue nuestra sorpresa cuando, billete en mano, al buscar el sentido que seguir, vimos que nuestra estación había sido tachada, eliminada de las paradas. No habíamos subido al metro y ya estábamos liándola. Aun así, ensayando posibles excusas y pucheros para ponerle al revisor, nos embarcamos en el tren con sentido Plentzia y que fuera lo que Dios quisiera. Poco después, una amable señora nos recomendaba algo de cajón, bajarnos en la de antes, asegurándonos que no habría ningún problema. 

Dicen que para hacer bien el amor hay que venir al sur, pero allí llegué a la conclusión de que si quieres que sea con un guapo, tiene que ser con un chicarrón del norte. Los guapos están ahí y esto es así. No llevábamos ni cinco minutos en el tren, cuando cuatro apuestos yogurines surfistas se subieron en nuestro vagón. Qué alegría para mis ojos, que daba gusto, jolines, tan altos, tan sanos, tan limpios, tan… hablando de la marea alta y la baja.

“¿A qué playa vais?” – les solté sin pensar, cruzando los dedos para que fueran donde nosotras y comenzar, por qué no, una bonita amistad. “A Sopelana”- me contestó el más rubio. Vaya, cuatro paradas nos separarían de ese acentico que restregggaba las ggges, de esos bracicos, de tanta belleza sanota.

Tras media hora de trayecto llegamos a nuestro destino y decidimos seguir a las masas, que  caminaban cuesta arriba en contra de nuestra voluntad. ¿Desde cuándo las playas están cuesta arriba? Pero claro, estamos hablando de Bilbao, donde la gente sube montes sin rechistar. Tras varios resoplos, encontramos una cuesta abajo, luego otra para arriba y finalmente otra para abajo con curva antes de llegar a nuestra deseada y calurosísima playa.


Increíble. Allí hacía un calorazo del quince y yo sin biquini. “¿De qué color llevas las bragas?”, me preguntó N sugiriendo que luciera la ropa interior en su lugar. No le había contestado cuando oímos unas carcajadas de una bilbaína que bajaba a la playa junto a nosotras, menuda pillada. “Es que somos de Murcia y no imaginábamos…” Y resultó que la chica había vivido en Fortuna un tiempo, nos contó, y prometió no decirle a nadie lo de mis bragas.

La arena de allí es distinta, con mínusculas piedrecicas que se te pegan y no te sueltan. Se estaba tranquilo porque, para ser sábado y hacer ese calor, no había mucha gente, y la que había respetaba el espacio de separación con el prójimo y guardaba silencio de espaldas al mar y en cuesta, que para eso seguimos hablando de Bilbao. Con una toalla y un pareo improvisamos un lecho para las tres, cuesta abajo pero con la mirada en el mar, pues al otro hilo sentíamos que nos bajaba la sangre a la cabeza.

No duramos mucho, por lo que pronto decidimos completar nuestra sesión de playa con una visita al chiringuito. Éramos conscientes de que no nos entenderían si pedíamos una marinera, un entierro, una pelea o una brisa, pero es que ¡tampoco vimos un triste pintxo! Nos tuvimos que conformar entonces con unas patatas que no eran las de la Torre, unas olivas en un vaso y un vermú de los de toda la vida. De fondo sonaba música electrónica y confieso que eché de menos un poco de King Africa, Pitbull o incluso Georgie Dann, que tanta modernez en un chiringuito tampoco podía ser buena.


O sí, que de repente, el insulso chiringo cambió de color. Unos suecos festivaleros llegaron y se sentaron a nuestra vera. Y de lo que hablábamos antes, de lo guapos que son los chicos del norte.

sábado, 28 de julio de 2012

Skinny love

Amor flacucho de Bon Iver para los que os quedáis en casa esta noche.

Si además tenéis calor y ganas de que llegue ya el otoño (que hay gente así, que lo sé), o simplemente estáis algo ñoños, os recomiendo que hagáis lo siguiente:

1. Abrid otra ventana en vuestro navegador
2. Id a  http://www.rainymood.com/
3. Dadle al play



Hablando de otoño, el 28 de octubre viene a Madrid, por si queréis hacerme un regalo ;)


domingo, 22 de julio de 2012

La meta


Hay un momento en julio en Murcia que levantarte por las mañanas supone un suplicio que no le deseamos ni a nuestro peor enemigo. Principalmente por el calor, el fuego que entra por la ventana desde bien temprano y unas sábanas que se te imantan a la piel. A mí, además, el despertarme mil veces y a trompicones, la probable mala postura al dormir, o puede que, lo confieso, la deshidratación derivada de un par de cañas la noche previa, hace que me levante con un dolor de cabeza de aúpa y un humor de perros. Hace dos semanas además tuve un bonus track con las obras en casa de mi vecina, que decidió arreglar las ventanas que miran a mi cuarto y he tenido que, no sólo convivir con el estruendo matutino de golpes y taladros, sino también con el dilema de dormir con la persiana bajada o dejar que los albañiles descubrieran de mi culo en pompa y mi melena mañanera. 

De verdad no sé qué hacía, no sé qué idea romántica o qué cruce de cables me hizo decidir quedarme en julio en mi casa estando de vacaciones. La necesidad de aire fresco era cada vez mayor y había que salir ya a tomarlo. El único alivio y consuelo parecía venir con la aplicación que tengo en el móvil que me chiva la temperatura que hace en cualquier lugar del mundo. Unos días antes había añadido Bilbao junto a Murcia y San Javier, y me animaba saber que allí llovía, estaba gris o había máximas de 17 grados.

Por fin, llegó la mañana en la que dos amigas mías y yo iniciábamos nuestro viaje hacia el norte. En un principio, el objeto del viaje, la meta para dos de nosotras, era el Festival Bbk live que se celebra en Bilbao todos los veranos, pero para mi amiga A, que se unió en el último momento sin entradas para el festival, no había una meta, sino simplemente el placer de escaparse, la pequeña aventura de viajar con nosotras al norte o a donde fuera.

La primera parada de nuestro road trip, como la de todos los viajes que van para Madrid, fue en La Roda para repostar y degustar un miguelito con el desayuno. El mío, como siempre, de chocolate. La segunda parada fue en Alcobendas donde a unos pobres galeses que teníamos junto a nosotras en el restaurante les abrieron el coche a plena luz del día y les robaron inexplicablemente en un área de servicio repleta de gente. El nuestro estaba aparcado tan sólo tres coches a la derecha… La merienda fue en Vitoria, tras una equivocación con tanta salida y tanta autovía, y finalmente, tras tanto incidente y un par de consultas al navegador, Bilbao nos recibió con un agradable txirimiri a la hora de la cena.

Tres días estuvimos allí, pero no sólo de conciertos vive la festivalera. Gracias a que estaba A con nosotras, nos obligamos a revisitar el casco antiguo, la ría, el Guggenheim, e innovar visitando Begoña y haciendo una excursión a Getxo. 


Como guinda, el día de la vuelta decidimos parar a comer en la que sería la quinta provincia de nuestro periplo: Burgos, que gozaba de una agradable temperatura de primavera. 19 grados y los burgaleses habían salido a la calle a tomárselas y disfrutar de un día espléndido. Nosotras, encantadas, deambulábamos tranquilamente entre ellos buscando un sitio que nos recomendaron para comer, y apuntando lugares para visitar quizá el verano próximo. Al subirnos al coche, supimos que nuestro viaje había terminado, pero también coincidíamos en lo bien que nos habían sentado esas bocanadas de aire fresco del norte.

Hace poco leí en algún sitio que el que no haya una meta no significa que el viaje no merezca la pena, pero no me di cuenta de la verdad de esta frase hasta que regresamos a Murcia. Lo importante no era el destino, sino el hecho de escapar unos días, en la mejor compañía, y disfrutar con el cambio de paisaje.

sábado, 21 de julio de 2012

To build a home

Esta es una preciosidad que no quiero que se me olvide.
Me la descubrió mi amiga I, que estará ahora mismo dándose un bañico por mí en las islas Galápagos, la muy... simpática ;)


lunes, 16 de julio de 2012

I wanna make you happy

Declaración de amor en toda regla y chute de alegría. Porque como digo siempre, esté donde esté, haga el tiempo que haga, para mí los Kooks hacen que siempre sea verano.

Dedicado a todos mis amigos que fueron al bbk, a los que vi, a los que no vi, y a los que se quedaron con las ganas de ir.


domingo, 15 de julio de 2012

Oeufs de Chocolat


www.leblogdepouce.com
Cuando mi amiga D me recogió para ir a cenar, tenía una sonrisa demasiado emocionada. No podía ser que se alegrara tanto de verme cuando habíamos estado juntas el día antes. Qué se traería entre manos, pensé mientras la miraba con sospecha. Y es que le acababa de llegar al email una solicitud para dormir en su sofá, al parecer, de un belga muy apañado de 34 años. Un chicarrón con una bici, como tantos que se ven por esta época, que dándole al pedal y con la vida a cuestas había salido de Bélgica un par de meses antes con la intención de recorrerse Europa y puede que parte de África. Interesante y molón, pero D no tenía ninguna intención de alojarlo en su casa, no estaba tan loca. Luego le contestaría cualquier cosa.

Esa misma noche, en Madrid, mi amiga G iba nerviosa a reencontrarse con otro guiri, un viejo compañero de un curso de verano en París cinco años antes. El guiri, que ahora trabajaba de un banco suizo, se empeñó en quedar en un hotelaco que, decía, le gustaba mucho y que resultó ser de cinco estrellas. Dice G que cuando entró en la habitación, todavía había otra habitación, y que tras esa habitación, había otra, que es que el guiri había reservado una suite. Sintiéndose una especie de Pretty Woman y buscando que le diera un poco el aire, avanzó boquiabierta hasta lo que creyó que sería un balcón de los de toda la vida y se encontró con una terraza privada con solárium y jacuzzi. “¿Has pedido hielo?”, le preguntó G al guiri. “Porque esto voy a tener que digerirlo con ginebra”.

“Tres ginebras con limón y una con tónica”, nos pedimos para bajar nuestra cena. De repente, copa en mano, D se sobresaltó como a la que se le olvidan los donuts. “No le he contestado al belga, pobre”. Entonces le mandó un sms diciéndole que lo sentía mucho, que estaba de cena, que al día siguiente madrugaba, que se iba de finde y que otra vez sería. Y el guiri contestó ipso facto: “No te preocupes, estoy por el centro tomándome una copa y llevo tienda de campaña”. Y como vimos en D un poquillo de cara de pena y la curiosidad nos comía por dentro, fuimos malos y la convencimos de que le mandara otro mensaje y se lo trajera al Chinatown. Así hizo sin casi resistirse, y cinco minutos después apareció acompañada de una especie de náufrago gigante con necesidad de ducha urgente. Entonces lo vimos, había chispa entre el ciclista y la monísima y aseada D, que no pararon de charlar y reír como si se conocieran de toda la vida. 

A la mañana siguiente, G miraba con pena los botecicos de geles y las cremas del cuarto de baño del hotel. No iba a poder llevárselos, al menos sin que el guiri la viera. ¿Y si el guiri la pillaba? ¿Cómo le dices que es tradición española mangar de los hoteles hasta los bastoncitos de algodón? Y es que encima eran de marca… Había que gastarlos. Una hora después salía G del baño con los pies exfoliados, el pelo híper-hidratado y oliendo a millonaria francesa.

“Sigo viva, no he sido violada ni descuartizada y el belga está en la ducha”, rezaba el mensaje con el que D me despertó. Su primera experiencia de couchsurfing había resultado exitosa, sobre todo cuando vio al ciclista salir de la ducha, ahora convertido en bombón belga. No pasó nada pero sí quedaron en mantener el contacto y quizá en volver a verse. Lo típico, pensó D, que lo vio como una versión belga del “ya te llamaré”.

“Vente conmigo a Marrakech en septiembre”, le dijo el guiri a G, a la que ya no le importaban los botes de cremas.

Dos días después, D recibió un mensaje del belga invitándola a irse con él a Marruecos.

Dos días después, sin ningún guiri en mi vida que me dé alegrías, me dirigí a la nevera de la casa de la playa en busca de algo que saciara mi hambruna post siesta. De repente descubrí una pequeña huevera de cartón. “Oeufs de Chocolat - Produit de la Belgique”. Y tuve que reírme.

lunes, 9 de julio de 2012

Magia


Hipnotizada miraba la tónica deslizarse por la cuchara metálica de palo enroscado hacia ese pozal que sería mi gintonic. Ya quedaba menos para poder bebérmelo. Que lo de la cucharica es por el carbónico y no sé qué y seguramente será de vital importancia para que yo disfrute de mi gintonic y no se rompa la armonía entre el yin y el yang, pero la moda esta de hacer mil monerías para ponerte un combinado en ocasiones me alucina y me desespera. Que si limón, lima, pepino, fresa, pimienta, cardamomo o unas bolitas por cuyo nombre pregunto siempre con el miedo de parecer una cateta más. Y el responder a un montón de preguntas inesperadas por parte del barman, en plan examen sorpresa. Que qué ginebra prefiero, que si seca o cítrica, que qué tónica, y ya, lo último que me podía imaginar, poco antes del baile de la cuchara, que si quieres que le quite fuerza a la tónica. ¿Perdona? ¿Insinúas que serías capaz de ponerme un gintonic con la tónica desbrevá? Se quedó loco el barman con el murcianismo, pero es que el chico era de Madrid y se ve que no estaba hecho a tanta sinceridad provinciana. Tras la espera eterna, por fin pude tener mi gintonic historiado entre mis manos y cierto es, que aquel sorbo tan fresquito me supo a magia.

Como para ponerle la guinda al fin de semana, que estuvo plagado de momentos mágicos. Desde el viernes a las 2, que fui tocada por la varita mágica de las vacaciones y me dio igual la kalima o los 50 grados que marcaba el termómetro del coche saliendo de Lorca. Luego duchica y a Madrid sin que me diera tiempo casi a tocar malla en casa.

El sábado tuve Madrid para mí sola. El barullo del tráfico y la gente contrastaba con mi silencio interior. Que hasta el Thyssen estaba a reventar, pero al mirar una obra de Hopper se hacía el silencio. Escenas de gente sola y callada en hoteles, teatros, gasolineras, que desprenden tanta magia que hasta te hacen sentir cierta envidia. De ahí no tuve más remedio que ir a un Starbucks a zamparme el catálogo de la exposición saboreando un hermosísimo café repanchingada en un sofá soleado, junto a la ventana, donde nadie quería. Y que sonara Morcheeba de fondo, y que sólo yo lo oyera.

Y después de rebajas, vuelta al mundanal ruido donde tuve que dejar de enfadarme conmigo misma y aceptar mi destino: por arte de magia he pasado a la talla 44. Me consolaré con que era la que calzaba Marilyn Monroe y que, como todos los veranos desde que me conozco, se me ha echado la operación biquini encima sin más remedio. El verano ha llegado y nadie sabe cómo ha pasado. Y eso que este julio he decidido seguir yendo al gimnasio, que estoy zumbada con el Zumba, pero eso puede que también explique estos brazos de Mazinger Z con los que podría hacer magia… o dedicarme a levantar camiones. 

A eso súmale los amigos, que no sólo te tientan con la cervecica y noches mágicas día sí, día también, sino también cuando vienen de sus viajes, que se sienten en la necesidad de traerte manjares de donde quiera que hayan ido. Gracias por la quesada santanderina, los sobaos pasiegos, los miguelitos de la Roda, los bombones belgas y el albariño gallego, de verdad, no era menester (no me hagáis esto, achos).

La última tentación vino por parte de M, que me invitó a descubrir Degusto&Punto, un restaurante-escuela en el centro de Murcia donde, por 9€ puedes degustar un menú diario mágico y cada jueves de este mes organizan una cata de vinos. La del jueves pasado fue de cava y lo pasamos en grande. La semana que viene, además de eso, ofrecerán un par de cursos de cocina, uno de tapas y otro de seducción, a los que seguramente me apunte.

Leí hace poco en twitter que si no fuera por los domingos, nunca nos pondríamos a dieta. Sin embargo, yo ya puedo reflexionar, maldecir y prometer alimentarme de sandía el resto del verano, que creo que esto ya no se arregla ni haciendo magia.

sábado, 7 de julio de 2012

Yo d'après F

Esta soy yo según mi amiga F. Mola. (Gracias, bonica! Es chulérrimo!)

Uno que yo conocía

Me rechifla esta canción. La conocí por Mónica, una alumna mía de primero, que me la recomendó, y me sugirió hacerla en clase. Pero claro, ese used to para mis criaturicas de primer año ya me hizo descartarla. Aun así, confiando en el buen gusto de Mónica, decidí escuchar la canción y fue un auténtico flechazo.


Me rechifla la letra. Dice tantísimas cosas. Que si no me pongo en el lugar del chico, pongo a uno que yo conocía en el lugar del que canta, no sé si me explico. Que me pongo a pensar en todas esas cosas que decimos en momentos de euforia amorosa, en esos, como decían unos amigos míos, ataques de amor, ésos que de repente se pasan, se desinflan, a veces sorprendentemente demasiado pronto. O temas tan universales como cuando te autoconvences de que alguien es ideal para ti y no te das cuenta de que en realidad no tenéis na que ver ni na que contaros. Y luego ya, mi favorito, lo de que entre tú y yo no hay ni hubo jamás nada. Ni me detendré a comentarlo. O de cómo, con un poco de suerte, se decide quedar como amigos. Lo de que nunca dejaré de hablarte, qué triste estoy, pero en realidad te quedas en la gloria... y si te he visto no me acuerdo! (porque como, total, entre tú y yo no hubo nada...) Y por último cuando, pasado X tiempo volverás a ver a esa persona, te quedarás mirándola y alguien te preguntara "¿l@ conoces?" y dirás, titubeando pero puede que incluso acabando con una medio-sonrisa, "sí, me l@ presentaron hace tiempo".

Entonces llega la parte de la tía. Ojo. De lo más bitter que he visto en los últimos tiempos.

Now and then I think of all the times you screwed me over
De vez en cuando pienso en todas esas veces que me jodiste
But had me believing it was always something that I'd done
Pero me hiciste creer que era culpa mía
And I don't wanna live that way

Yo no quiero vivir así
Reading into every word you say
Intentando leerte la mente
You said that you could let it go
Tú decías que podrías pasar perfectamente
And I wouldn't catch you hung up on somebody that you used to know...
Y que no te pillaría colgado de alguien que tú conocías...

JA!

El pasado 4 de julio hizo 8 años de mi independencia de alguien sin el cual yo creía que no podría vivir. Hay que ver como el tiempo te cambia la perspectiva, que ahora, si me preguntaran por él, creo que sería capaz de decir, "Pues ése? Era uno que yo conocía" ;)

lunes, 2 de julio de 2012

Cosas preciosas


La primera vez que la vi fue tras oír una especie de silencioso trotar atravesando mi salón. Una salamanquesa de ojos saltones aparece de vez en cuando junto a mi sofá o mi tele desde hace más de un año. No me da asco ni repelús, sino cierta ternura y hasta nostalgia de mi viaje del verano pasado a La India, donde había unas mil por metro cuadrado. Y ya no es sólo porque se jale los mosquitos, que dice mi amiga V que además el bicho me trae suerte, que cada vez que la veo me ocurre algo bueno. No lo tengo tan claro, pero si ella lo dice estaré atenta, que ayer la volví a ver dándome los buenos días. Mientras, observo a mi alrededor un montón de cosas preciosas…

M y J decidieron hacerlo oficial. Tras meses viviendo juntos, convocaron a sus familias de una manera cuasi formal para comunicarles la buena nueva. Las sobrinas de M, de 7 y 5 años respectivamente, no entendían el motivo de esa cena ni de tantos besos y abrazos, así que preguntaron, con más razón que un santo, que qué narices estaba pasando ahí. “Que nos hemos casado”, les contestó M, queriendo simplificar. “Pues si os habéis casado, ¿por qué no os dais ningún beso?”. Y tuvieron que besarse, y ya todo estaba bien.

Empieza el verano y con él, los viajes, y con ellos, los viajes en pareja. L y S se fueron ayer a Islandia. Aquí al lao. A ver géiseres, lagunas, a no dormir, a comer tiburón podrido y a pasear su amor bajo el sol de medianoche a 17 grados de máxima. Los odio.

En palabras de mi amiga N, B ligaba demasiado y era el momento de guardar una especie de luto. Pasar un tiempo de duelo y reflexión tras los fracasos amorosos que llevaba este año. Desde un porrero pasota hasta un incapaz de amar, pasando por un indeciso sin sangre, ése era, en resumidas cuentas, el abanico de especímenes que habían pasado en su último año, menudo carrerón llevaba la pobre. Y lo que tenía que pasar, pues pasa siempre, que mientras nosotras le sugeríamos que, ahora que llegaba el verano, se olvidara y se despejara la cabeza, un nuevo chico aparecía en su vida. Y B, que en teoría no quería nada, ni tan siquiera dejarse querer, accedió a salir con el chico que, por primera vez desde hacía más años de los que B podría recordar, demostraba, al parecer, verdadera ilusión por conocerla. A ver lo que le dura.

Mi amiga C también decidió lanzarse a la piscina y quedó con un tipo divertido que conoció por el facebook. Sin fe ninguna, con la simple idea de pegarse unas risas con semejante frikada y aumentar su círculo de amistades, C llegó impuntualmente a la cita y el chico la recibió con una piruleta en forma de corazón. De repente la tortilla dio la vuelta y, como una colegiala, C notó que se le aceleraba el suyo propio y le daba la risa floja. Y lo bien que olía, decía C, que hasta le daban ganas de abrazarlo y lamerlo.

Y así están las cosas, que estoy que cojo a la salamanquesa por banda y le pregunto que a ver cuando narices me toca a mí. Que tanta situación preciosa de amor total a mi alrededor empieza a ponerme de los nervios y a ver si para el verano se tira al rollo. Que lo más cerca que estoy de lamer a un hombre últimamente es cuando veo a Xabi Alonso por la tele, que no puedo evitar tener pensamientos impuros o exclamar ordinarieces impropias de una señorita. ¡Ole las cosas preciosas! Pero ¿qué será de mí mañana, cuando se acabe la Eurocopa? ¿Quién hay olímpico que me acelere el corazón?

Esta noche volveremos a ser sólo mujeres, para montar la contra-crónica erótico-festiva en un plisplás. No me importará desgañitarme y perder la voz esta vez, pues mañana no habrá lunes que valga. Porque… ¿sabéis una cosa preciosa? Ya estoy de vacaciones.