viernes, 27 de abril de 2012

Nos vemos en el SOS

Hoy os incluyo una cancioncica preciosísima para desearos que paséis un buen finde, que yo no voy a estar por Murcia asándome de calor con vosotros. Me voy al país de los Delorentos, a Dublín de Viaje de Estudios.

Y que tenía que poner esta canción, porque además de ser muy bonica y muy irlandesa, es porque es la banda sonora del anuncio super chachi del SOS Estrella de Levante que es YA! Es que ya me lo estoy imaginando.

Qué ganicas de SOS, madremía.

miércoles, 25 de abril de 2012

Do Wah Doo

Dedicado a ella, la peor, por haber nacido para hacerme la vida imposible.

(Nota para mi amiga K: Esto puede que me traiga muy mal karma, pero no creo que las cosas puedan ir a peor y... ¡tengo que desahogarme!)




Everybody thinks that girl’s so fine
Everybody’s like “I’ll make her mine.”
Everyone thinks she’s a bit of alright
But I think that she’s not so nice

Every guy’s looking in her eyes
Every guy’s checking out her thigh
Everyone thinks that girl’s a lady
But I don’t, I think that girl’s shady.

I'll just read a book instead.
I don't care if we're just friends.
I can hang out with myself
I'm old enough now to pretend.

I'll just read a book instead.
I know that you think she's best
I don't even think she cares,
I don't know what you see-
There's nothing there.

Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom bom Ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom

Well I think she’s a b—-

I'll just read a book instead.
I don't care if we're just friends.
I can hang out with myself
I'm old enough now to pretend.

I'll just read a book instead.
I know that you think she's best
I don't even think she cares,
I don't know what you see-
There's nothing there.

Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom bom Ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom

Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom
Ba bom bom Ba bom bom
Ba bom ba bom ba bom bom

Well I think she’s a bitch

domingo, 22 de abril de 2012

Pedir perdón


Pues yo seré así de pava, pero a mí el vídeo del Rey me conmueve. De hecho, me causa tanta impresión, que sólo lo he visto una vez, pues me da nosequé volver a escucharlo. Con sus muletas, tan mayor, con su voz temblorosa (la de siempre, por otra parte) y sobre todo, pidiendo perdón. Y a lo mejor no es sólo porque se trate del Rey y yo lo vea como un abuelico entrañable que despierta mi ternura, que a lo mejor la memoria me falla, y si no que me corrijan, pero creo que a mí un perdón me gana siempre. Quizá porque la culpa suele ser mía, o porque en general no se estile mucho lo de disculparse, pero me descoloca cuando ocurre. Que cuando alguien se me disculpa, la hazaña es tan sonada que se me graba en la memoria para los restos. 

Soy de las que piensan que, tras un encontronazo del tipo que sea, hay que ser consecuente y actuar mostrando lo que corresponda: tristeza, enfado o seriedad ante el ofensor y no, como muchas veces hacemos, reírle las gracias y seguir con nuestra vida como si nada pasara. Olvidar en lugar de perdonar. O aún peor, callar y tragar, con peligro de que un día nos dé una úlcera. Por eso y porque ya soy mayor, yo ya no me callo una y explico mi parecer. Pero lo que pasa, que no calibro y se me va la leche, y a mi interlocutor, si no me manda él o ella bien lejos, que alguna vez ha pasado, definitivamente se le quitan las ganas de pedirme perdón porque ya no lo merezco.

La última vez que me pidieron perdón a mí, la disculpa llegó inesperadamente en medio del explique. No había acabado de soltar mi speech cuando me dijo: “Siento mucho haberte hecho daño”. Y paré. Y con una voz que no me salía del cuerpo, sólo se me ocurrió contestar: “Pues gracias”, y ahí acabó la discusión.

Errar es humano, rectificar de sabios y a mí de pequeña me enseñaron a perdonar. También aprendí que lo primero es el reconocer el error, luego la contrición, el arrepentimiento, y sentir de verdad el daño causado. Por último, prometer que nunca volverá a ocurrir y por supuesto, cumplir tu promesa. “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”. Que sonará infantil, pero creo que son los pasos que deben seguirse, y que hay que decirlos más.

Yo hace tiempo cometí un error. Pronto reconocí mi falta y no tardé en ir a confesar mi metedura de pata y pedir perdón a la persona afectada. “Lo siento mucho. Me he equivocado. No volverá a ocurrir”. Sin embargo, no me perdonó, y me quedé sin preguntarle cómo hacer para arreglarlo. Nunca más volvimos a hablar de ese tema. Ni de ningún otro. Aún así, durante un tiempo me preocupé e intenté algún acercamiento sin éxito. Hasta que un día le di la vuelta a la tortilla. 

Tras haber pedido perdón, ¿por qué a veces no es suficiente? ¿Qué más queremos? ¿Qué se debe hacer si no nos perdonan? ¿Cuál es el siguiente paso? ¿Insistir? ¿Retirarse de la primera línea de guerra y dejar el tiempo pasar, mientras sufres el castigo de esa persona que te ha condenado? Se me ocurre el harakiri como plan C.

Es verdad que lo sentía, pero puede que no de la misma manera que ahora. Creo que mi momento de pedir perdón ha pasado y el daño ya no lo estoy haciendo yo. Creo que ciertamente las cosas han cambiado y el tiempo, que en teoría pone a todo el mundo en su sitio, me ha puesto por fin en donde me corresponde. Soy feliz pues ya no pienso en ello a todas horas y en cierto modo tengo la conciencia tranquila. Hasta que llega un día cualquiera, en el que por una cosa cualquiera, como ésta del Rey, se me ocurre volver a darle vueltas a esto del perdón... 

Yo al Rey lo perdono, ¿y tú? ¿Te valen las disculpas del monarca?

domingo, 15 de abril de 2012

Morcilla burning


Quedamos en que iba a empezar una nueva vida, llena de salud, vitalidad, alegría y, en definitiva, buenos propósitos. Así, el lunes, día de los claveles, obviando que tan sólo 24 horas después volvería a darme al jale y al bebercio, me dirigí a mi querido gimnasio. Allí, doce valientes en una clase donde normalmente somos veinticuatro, luchábamos con las lorzas a base de abdominales y oblicuos. Al terminar, el profe, presagiando que después del Bando apareceríamos unos pocos, nos pidió sugerencias para la clase del miércoles.

“Aeróbicos, por favor, algo para quemar los excesos y las morcillas” – le pedimos las chicas. Entonces, como ya viene siendo habitual en todos los gimnasios de España, habría que titular la clase con un anglicismo. “Una sesión de Morcilla Burning, entonces”. Y ahí se me quedó, clavadico en el alma, jugando con mi conciencia. Y eso que a mí las morcillas no me gustan.

Pero lo que me pasa siempre, que se me olvidan los propósitos con una facilidad pasmosa. Por la noche me llamó mi amiga M para irnos a cenar a una barraca y no supe decirle que no. Inauguramos la temporada entonces con la de la Peña El Pimiento, junto a la Pasarela Manterola. Total, al día siguiente… Y es que ¿quién no se excede el día Bando? Las cañas matutinas y el aperitivo, la comilona en casa de E y A, los gintonics vespertinos… Que ya puedes bailarte el Chipirrín y el Saturdaynight (dididadadá) siete veces que eso no se quema en una semana. Desastre dietético en el que pienso ya a toro pasado. Porque si no, seguramente no me habría permitido ese grandioso churro relleno de chocolate camino a casa.

A la mañana siguiente mi cuerpo parecía que pesaba cuatro veces más y mi mente luchaba con sus toneladas de propósitos y remordimientos. Debía cuidarme antes del Entierro, pero la resaca y la vuelta al cole me impidieron ir al gym o salir a correr, ni siquiera a andar. Y lo que me faltaba para mi conciencia, que a media mañana me llamó mi amiga K pidiendo consejo para empezar una dieta de desintoxicación. Y tenía razón, que me convenció, y nos prometimos tres días a base de fruta, verduras, fibra y agüica fresca. Nada más lejos. Esa misma noche me saltaría mis promesas con una pizza y una birra en compañía de P.

El jueves sí que fui al gimnasio. “Vengo al Morcilla Burning” – le dije al profe, que vio el cielo abierto con la fuerza de voluntad de los cinco valientes que allí estábamos. “Ponedle doble altura al step”. Que si quieres arroz, Catalina, pero de esa manera, y con un tembleque de piernas que me duró todo el día, el jueves me porté.

No como el viernes, que cuando mis compañeras sugirieron comer juntas al salir de currar, yo no supe negarme. La barraca de la Peña El Trillo en el Jardín del Malecón fue la segunda elegida, con su olla de cerdo, sus longanizas, y unos patatones con ajo riquísimos como base de nuestro menú, que me rezuma la grasa por las orejas nada más de pensar en ello. Eso y el mirar los tres tangas que me regalaron unos sardineros esa tarde.

Mi última esperanza la puse en el viernes noche. No pensaba cenar y saltaría todo lo que pudiera en los conciertos de la Plaza Estrella. Sin embargo, fui a recoger a S y a H a la barraca de “El Ciazo” y me pidieron paparajotes ¿acaso les iba a decir que no? Luego en el concierto me invadió la sed, ¿iba yo a pedirme agua patrocinando aquello la Estrella de Levante?

Definitivamente voy a tener que dejar el morcilla burning para cuando acaben las fiestas, que menuda odisea llevo con la grasa y la conciencia.

Al salir del concierto de los Lori Meyers, resignada ante mi suerte y habiendo pegado menos saltos de los que yo hubiera querido, mi amiga K se preguntaba: “Nena, ¿por qué los cantantes de estos grupos modernetes no pesan más de 30 kilos?” Muy sencillo, amiga, porque no viven en Murcia.

miércoles, 11 de abril de 2012

Bando 2012

#eldíadelosclaveles

 La Morenica

 Huertanico de mi amooor!

Ay, qué sed!


Y qué hambre!

¿Dónde estoy?

Un final feliz
Muncho Murcia!


GRACIAS (en orden de aparición) a los DdR Albacete, a Luvaloz, Isa, Ania, Eladio Jr, Eladio Sr, Jose, Celia, Fernando, Paloma, María, Juanjo, MeriT, Kuki, Manolo, Jorge Jungle, Mario, Alex, Quentin, Mic, el peluquero de Karina... y a todos aquellos a los que me encontré, saludé e hicisteis que mi bando fuera genial y sobre todo DIFERENTE!

domingo, 8 de abril de 2012

Una nueva vida


Un horóscopo positivo por fin. La semana así empezaba. Que si iba a sentirme más animada, de mejor humor, que mejorarían mis relaciones amatorias (si las hubiese, claro), que comenzaba una semana favorable en cuanto a mi trabajo y mi economía. Se abría ante mí la puerta de la felicidad casi casi. Y efectivamente, es una chorrada como la copa de un pino y sólo me creo el horóscopo cuando me conviene, pero ya empezaba la semana con otro color. Con la intuición disparada según eso, esperaría mi buena suerte dejándome guiar por corazonadas. O ése al menos era el plan.

Para empezar, nada mejor para mi vida laboral que comenzar la semana con unas pequeñas vacaciones. Tras haber estado las últimas semanas santas ausente, este año me he resarcido hinchándome a ver procesiones y a comer pastelicos de carne. El primero, de Roses, todavía calentico, fue justo antes de la procesión del lunes. A la mañana siguiente lo quemaba en el gimnasio para seguir con mi plan de vitalidad, pues he seguido madrugando y yendo al gym esta semana, que conste.

No me fui a Londres como era mi intención, pero a cambio he pasado las tardes en Picadilly Coffee, nuestro Starbucks a la murciana, degustando capuchinos a go-gó mientras me estudiaba el mapa del metro para examen. Muy típico inglés también, he ido loca con la predicción del tiempo y me he alegrado de que, al menos en Semana Santa, en Murcia siempre llueva menos de lo que dicen las previsiones, que este año no se ha suspendido ninguna procesión.

Y es que lo hubiera dicho el horóscopo o no, a mí esta semana me iba a sentar muy bien. La primavera, época de vitalidad, renovación y renacimiento, se palpa en la ciudad de Murcia a través de los cinco sentidos (ese olor a azahar…) provocándome subidones de alegría. Como cuando me encontré a mi estupenda amiga M, de cuarenta y tantos y embarazada de 7 meses. Tendríais que verla, cuánta vida trasmite la tía. Aunque para gran subidón de la semana mi cumple. Nada mejor para una aficionada a empezar nuevas vidas cada dos por tres, que este año cayera en Jueves Santo.

Así, muy gitana y a la vez muy yo, empecé la celebración de mi cumple y de una nueva vida el miércoles comiendo con mi family en Imperial, fantástico restaurante italiano de reciente apertura. Con más novedades seguí el jueves, ya sólo con las chicas, que probamos el Vox Populi, un gastromercado diseñado por mis amigos de Clavel Arquitectos. Un sitio muy molón con precios anti-crisis. Ya por la noche, en El Garrampón, unos tunos animaron nuestra velada ensayando antes de la Procesión del Silencio. Procesión que vi salir en la misma puerta de San Lorenzo. Impresionante, emocionante y hasta purificadora, con ese aire que helaba el alma en la calle Correos.

A la mañana siguiente volví a colocarme el capuz tras tres años de ausencia. Hice penitencia descalza para, según Q y hasta mi propio padre, expiar mis numerosos pecados. Y bien que la hice, con las piedrecillas, las pipas, el calor, el asfalto y las seis horas con la crucecica a cuestas. Sin embargo, tras una buena exfoliación pinrélica y una homérica siesta resucité, para medio zombi apuntar esa noche las cosas que hacer esta semana para empezar una vida nueva.

No se me olvidará ir la Pizzería Ralonni, recién inaugurada en la calle Trinidad, a ver si hay suerte y coincido con Superperrete, el primer superhéroe murciano. Tengo que pasarme por 8tumbao para hacerme con unas chapas de Achopijogüear para el día del Bando y del Entierro. Veré si me falta algo del traje de huertana, que este año además ya he quedado con mis primas para empezar la fiesta. Y por último, apunté en la agenda que este miércoles es el IV Día del Pastel de Carne, que repartirán gratis en Belluga. Así, estoy segura de que, tras el Bando, la vuelta a la vida normal será más llevadera o incluso, el mejor principio para una nueva. 

Pide un deseo


Photo by my friend M. @akaroakiwi

jueves, 5 de abril de 2012

domingo, 1 de abril de 2012

Semana Santa


Siempre ha habido gente que se ha sorprendido, o incluso quejado, de que en verano hace calor o de que en invierno hace frío. Esos mismos ahora se pasan el día expresando su asombro de que, oh sorpresa, los días en primavera sean de lo más imprevisibles. Y en esas estamos inevitablemente, mirando al cielo y la previsión meteorológica cada cinco minutos, sopesando entre chaqueta, chupa, jersey, abrigo, y soportando a los quejicas, tanto en persona como por las redes sociales y especialmente en Murcia, que exclaman que el tiempo es de locos. ¡Pero es que lo ha sido siempre!

Desde que me conozco, la preocupación por si llovía o no, por salían las procesiones, por si íbamos a pasar frío en el bando o por si haría buen tiempo para ir a la playa, era el tema tendencia de la Semana Santa. Igual que se criticaba a la marrana que había conseguido un mínimo bronceado para lucir mantón y claveles (“Son rayos, fijo”), o nos compadecíamos de nosotras mismas cuando, de un día que salíamos a correr, se nos quedaba la señal traicionera del sol en los brazos y escote, quedando albañilizadas para los restos.

Pues sí, en tamaña tontería pensé yo el pasado viernes al llegar a la fiesta de celebración del sexto aniversario del Restaurante Del Gallo Blues. Y es que yo los viernes no doy para mucho cerebralmente ya, y de repente me acordé de mi amiga E, a la que eché de menos este año, pues recuerdo se quemó el escote por la solanera que nos cayó en la terraza el pasado aniversario. Y este año hacía un día similar, un calorazo de aúpa, que si el lunes llevé cuello vuelto, el viernes me atreví con la manga corta, y… ponme un quintico bien fresco. Qué digo fresco. Congelado y customizado con un 6 hermosísimo para celebrar, no sólo el cumpleaños de uno de mis restaurantes favoritos sino también el comienzo de la Semana Santa, Santa Semana. 

Mucha cara conocida, ambiente moderno, pampaneo y algún que otro guapetón que hacía tiempo que no veía. También alguna de las que hablábamos antes de moreno de lámpara, junto con alguna otra que se le había ido la mano con el maquillaje, las planchas del pelo y el tacón.

De picoteo, una versión mini de lo mejor de la gastronomía murciana: mini marinera sobre su mini rosquilla, mini pastel de carne y algún que otro recluta. De banda sonora, un disc-jockey marchosísimo animaba la terracica con remezclas hasta del “Quizás, quizás, quizás” y algún temazo clásico de Michael Jackson o de mis adorados Bee Gees, los cuales me recordaron, mientras bailaba “Night Fever” que la cancioncica dichosa tiene la misma edad que yo y que esta semanica cumple un año más.

Me bajé al centro en el tranvía al caer la tarde. Estaba Murcia a reventar, que ya desde la Plaza Circular se oía el barullo de la calle Pérez Casas. Sin embargo decidí dejarme el Chinatown y el nuevo Audios en Santo Domingo para otra noche de viernes. Murcia ya huele a Semana Santa, sus calles están repletas, se oyen tambores y el cuerpo me pide otra cosa. Bajando Alfonso X con las manos en los bolsillos y respirando Murcia, pensé que si el tiempo está convulso, no os cuento mi semana. Intento auto-convencerme de que todo esto es una mala racha, y he llegado a la conclusión de que pronto va a pasarme algo bueno, que ya me va tocando.

Será otro mes de números rojos kilísticamente hablando, pues pienso inflarme a caramelos y a monas y no recortarme en las reuniones familiares ni en algún que otro cumpleaños (ejem). Por último miraré al cielo pidiendo un poquillo de sol para esta semana, no sólo para que luzcan los Salzillos el Viernes Santo, sino también para mí y mi escote, a ver si para el Bando dejara de parecerme a Bella Swan.

Dedicado a P, que desde Alemania suspira echando de menos la Semana Santa.